-
Es el lugar de las computadoras
y de las ciencias infalibles.
Ante mis ojos te evaporas
-y creo en las cosas invisibles.
-
Un geólogo de Inglaterra
hizo a su país notorio,
sin moverse de su tierra,
ni aún de su laboratorio,
los ríos y las montañas
que escondían al mortal
las misteriosas entrañas
de toda el África austral.
Y Livingstone, que seguía
aquella ignota región,
de cuanto el sabio decía
halló la confirmación.
Estudiando Le Verrier
un intrincado problema,
un nuevo astro creyó ver
en nuestro solar sistema.
-
Los halcones son águilas domesticables.
Son perros
de aquellos lobos.
Son bestias de una cruenta servidumbre.
Viven para la muerte.
Su vocación es dar la muerte.
Son los preservadores de la muerte
y la inmovilidad.
Los halcones: verdugos, policías.
Con su sadismo y servilismo ganan
una triste bazofia compensando
nuestra impotente envidia por las alas.
-
Quiero explicarte una cosa:
¿sabes por qué sopla el viento,
y alza en blando movimiento
recio oleaje en el mar?
Madre, también me lo dijo
el maestro el otro día;
yo la causa no sabía,
mas hoy la puedo explicar.
El calor, dice el maestro,
todos los cuerpos dilata,
y el viento que se desata
es efecto del calor.
El aire, así dilatado,
mueve otras capas, y en breve
el airecillo más leve
es huracán destructor.
-
Uno por uno es el hombre
cualquiera como Dios manda
y ese salvar las distancias
que mala cuenta se cantan.
Dos por uno es la evidencia
que en un dos por tres tendrás.
Dos por cuatro, buen compás.
Dos por cinco, la sorpresa
del diez redondo y total.
¡Qué divino es, por humano,
el sistema decimal!
Cero por cero es la luz
Cero por uno, el problema
(Pues con él yo creo el tú).
Cero por dos, el amor.
También cero, mas en ¡oh!
(¡Oh!, que es un eco en yo.)
Cero por tres...
-
Esfera ceñida de esferas que no pueden
escapar de la esfera única.
Manos esféricas ciñéndose a unas piernas
que se abrazan redondas, perfectísimas.
Si esta esfera que soy ya, que fui yo siempre,
desgajara de sí un anillo y lo arrojara,
se caería
cogido por un extremo, prolongándose
hasta pisar el polvo.
Ondularía siglos, y su música
subiría por temblores a la esfera
que le retiene siempre jamás, tan suyo.
-
En el cielo una luna se divierte.
En el suelo dos bueyes van cansados.
En el borde del río nace el musgo.
En el pozo hay tres peces condenados.
En el seco sendero hay cuatro olivos,
en el peral pequeño, cinco pájaros,
seis ovejas en el redil del pobre,
en su zurrón duermen siete pecados
Ocho meses tarda en nacer el trigo,
nueve días tan solo el cucaracho;
diez estrellas cuento junto al chopo.
Once años tenía,
doce meses hace que te espero,
por este paraguas trece duros pago.
-
A ti, maravillosa disciplina,
media, extrema razón de la hermosura,
que claramente acata la clausura
viva en la malla de tu ley divina.
A ti, cárcel feliz de la retina,
áurea sección, celeste cuadratura,
misteriosa fontana de mesura
que el Universo armónico origina.
A ti, mar de los sueños, angulares,
flor de las cinco formas regulares,
dodecaedro azul, arco sonoro.
Luces por alas un compás ardiente
Tu canto es una esfera transparente.
A ti, divina proporción de oro.
-
Ojitos de las estrellas
abiertos en un oscuro
terciopelo: de lo alto,
¿me veis puro?
Ojitos de las estrellas,
prendidos en el sereno
cielo, decid: desde arriba,
¿me veis bueno?
Ojitos de las estrellas,
de pestañitas inquietas,
¿por qué sois azules, rojos
y violetas?
Ojitos de la pupila
curiosa y trasnochadora,
¿por qué os borra con sus rosas
la aurora?
Ojitos, salpicaduras
de lágrimas o rocío,
cuando tembláis allá arriba,
¿es de frío?
-
Yo estoy cansado.
Miro esta ciudad
una ciudad cualquiera
donde ha veinte años vivo.
Todo está igual.
Un niño
inútilmente cuenta las estrellas
en el balcón vecino.
Yo me pongo también...
Pero él va más deprisa:
no consigo alcanzarle:
Una, dos, tres, cuatro, cinco...
No consigo alcanzarle.
Una, dos ...
tres...
cuatro...
cinco