CIENCIA Y HUMANIDAD, CIENTÍFICOS Y PERSONAS<br>
Reseña realizada por Javier Cacho<br>
Director de la Unidad de Cultura Científica del INTA
Las regiones polares siempre han sido un mundo lejano y misterioso. Incluso ahora, que los documentales nos han permitido llegar hasta sus confines y nos hemos familiarizado con su interminable desierto helado, con sus montañas eternamente blancas, con sus animales cuya rareza les hace más atractivos
incluso ahora que sabemos que cada año oleadas de turistas avanzan implacables sobre ellas para captar la instantánea que atestigüe su presencia
incluso ahora, su nombre nos inspira respeto, nos habla de la grandeza de una naturaleza que se resiste a ser colonizada, de las epopeyas que vivieron los navegantes que salieron en la búsqueda del mítico paso del Noroeste o de aquella legendaria terra incognita australis, de las odiseas de aquellos exploradores que, hace ahora 100 años, enfrentaron el desafío de llevar sus banderas de conquista hasta su mismo corazón: el Polo Sur o, pocos años antes, el Polo Norte.
Por si el misterio de las regiones polares no fuera suficiente, desde hace medio siglo una de ellas, la Antártida, se ha convertido en un continente para la paz y la ciencia, el único lugar del planeta sin fronteras, donde una moratoria internacional impide la exploración comercial de sus recursos minerales y donde la cooperación entre personas, instituciones y países ha creado un nuevo modelo de convivencia internacional.
Y hacia ese continente inhóspito austral y hacia ese mar helado del Ártico se dirigen año tras año, desde hace más de dos décadas, enfrentando los rigores extremos de su climatología, un puñado de investigadores españoles que están dibujando una de las páginas más vigorosas de la ciencia de España.
¿Cuáles son sus motivaciones? ¿Qué hacen allí? ¿Qué investigan y para qué? Son algunas de las preguntas que alguna vez nos hemos hecho y que Lorena Cabeza nos responde en un interesante libro que acaba de publicar la editorial Hélice con el sugestivo título de Científicos en el fin del mundo.
Dado el carácter multidisciplinar de las investigaciones que allí se realizan no es tarea fácil responder a estas preguntas, por eso sorprende el acercamiento ágil, directo y sencillo de Lorena Cabeza a estos temas, en parte por la experiencia que le da el haber trabajado durante años en la divulgación científica.
Pero no nos encontramos ante una enumeración de proyectos de investigación. La autora ha entrevistado a un significativo grupo de científicos españoles y así narra en su libro dos historias a la vez: la de las regiones polares y la de los investigadores actuales, personas con nombres y apellidos que han convertido en su lugar de trabajo lo que en otro tiempo fueron conocidos por ser auténticos infiernos helados.
Así, página a página, la narración nos va sumergiendo en aquellas regiones, en aquellos aspectos que las hacen interesantes para la ciencia y en la utilidad que las investigaciones que allí se desarrollan pueden tener, no sólo por entender mejor nuestro planeta, sino también para contribuir al desarrollo económico y al bienestar de nuestra sociedad.
Y con la maestría del auténtico profesional de la comunicación, Lorena Cabeza retrocede para dejar que sean los científicos los que hablen, los que narren sus experiencias profesionales y vitales. Y ese clima distendido que sabe crear el buen periodista, la confidencia entre entrevistado y entrevistador surge, y la humanidad de nuestros investigadores se entremezcla con su trabajo eficiente y reconocido por la comunidad internacional.
Ciencia y humanidad, científicos y personas, este es el doble foco que encontramos a lo largo del libro. Ciencia en estado puro, pero también personas con su mundo de sueños y temores.
Finalmente, el libro nos ofrece algo más: el desarrollo histórico de las diferentes iniciativas de investigación protagonizada por españoles que fueron creando las bases de la presencia de España en el Ártico y especialmente en la Antártida. Una iniciativa de gran valor, poco usual en un país como el nuestro que siempre parece querer olvidar, habitualmente por mezquindades personales, el camino que otros han abierto.
En definitiva un libro de lectura recomendada para todo el que quiera conocer las investigaciones que los españoles están realizando en las regiones polares y con ellas a sus principales protagonistas. Y un libro muy valioso para aquellos jóvenes que quieran acercarse al mundo de la investigación, y que encontrarán en él que es posible conjugar la ciencia y la aventura.