Astronomía
Así, pues, es posible que la naturaleza de la tierra,
ofreciendo los principios al alado fuego, haya engendrado los cometas;
también es posible que la naturaleza, de forma misteriosa,
haya creado esas antorchas como estrellas que brillan con tenue llama
en el cielo; pero el Titán -con su violento ardor atrae hacia sí a los brillantes
cometas, los absorbe en su propio fuego y enseguida los abandona,
como hacen el Cilenio y Venus (cuando este planeta trae la noche,
una vez encendido su lucero vespertino), que se ocultan con frecuencia,
escapan a nuestro ojos y de nuevo nos visitan; otra posibilidad es que el dios,
compadeciéndose de los hados que apremian la tierra, envíe señales
a través del estado y de las llamas del cielo; nunca brilló el éter con fuegos
sin significado: los campesinos, frustrados, lloran por sus campos áridos,
y el fatigado labrador en medio de los estériles surcos pone el inútil yugo
a los entristecidos bueyes; o bien, por medio de graves enfermedades y
de un lento contagio el mortal fuego arrebata los cuerpos, quemando las entrañas,
y arrastra a los pueblos destinados a la destrucción, dando lugar por
todas las ciudades a exequias públicas junto a las piras encendidas