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Autor
Cristina Herrero-Jáuregui (Facultad de Ciencias Biológicas. Universidad Complutense de Madrid)

Los bosques del amazonas y sus usos

Desde la colonización por los portugueses en el siglo XVI, la Amazonía ha servido a Europa como campo de batalla y fuente de materias primas. Hasta entonces había estado poblada por indígenas cuya cultura se había desarrollado en consonancia con el medio en el que habitaban, lo que junto a sus numerosos procesos de domesticación de fauna y flora destierra el tópico de 'selva virgen' al que con frecuencia algunos conservacionistas apelan.
Hasta fines del siglo XIX, y descontando a los aventureros que se adentraban en la selva en busca de fortuna, los pocos intercambios económicos que había se realizaban principalmente a través de productos forestales no madereros. Según la FAO, estos productos son 'los bienes de origen biológico distintos de la madera derivados de los bosques, de otras tierras boscosas y de los árboles fuera de los bosques'.

Es en esta misma época cuando la industria del caucho cobra una enorme importancia a nivel mundial. Así se fundan hermosas ciudades y fastuosos teatros, las familias importantes llevan sus camisas a planchar en Inglaterra y toman forma las relaciones de vasallaje que modelan gran parte de la sociedad amazónica hasta el día de hoy. A partir de 1920, como consecuencia de los 'biopiratas' de la época, la producción del caucho amazónico pierde competitividad frente a la asiática y, aunque experimenta otra breve época dorada durante la Segunda Guerra Mundial, esa caída interrumpe el proceso de incorporación de la región amazónica en la política económica nacional.


Vista del dosel de la selva desde una torre de 40 m.

Sin embargo, en 1970 el gobierno militar, bajo el lema 'Terra sem homens para homens sem terra', promueve un ambicioso programa de colonización mediante la construcción de carreteras, puertos, aeropuertos, presas hidroeléctricas y demás infraestructura para facilitar la ocupación de espacios que se consideraban vacíos.

El plan, centrado en la construcción de 3.300 kilómetros de carretera que conectaría las regiones al sur del estuario amazónico con la frontera peruana (carretera Transamazónica), pretendía llegar a instalar en 1980 un millón de familias en propiedades de 100 hectáreas. Así, no sólo se aseguraba el dominio de las fronteras, sino que se eludía el desafío de una muy necesaria reforma agraria disminuyendo la presión poblacional del nordeste y sur del país, a la vez que se accedía a importantes reservas forestales y minerales.


La apertura de fronteras agrarias posibilitó la convergencia espacial de las poblaciones locales que ya existían (indígenas y extractivistas), con actores de variado origen e intereses en la región, tales como emigrantes sin tierra, pequeños granjeros, rancheros, traficantes de droga y blanqueadores de dinero, mineros (garimpeiros), asalariados y esclavos de facto, granjeros capitalizados, apropiadores de tierra (grileiros) y madereros. Mediante esta diversidad de población hoy coexiste una economía tradicional principalmente basada en el extractivismo forestal, productores de subsistencia o dirigidos al comercio a pequeña y mediana escala y empresas capitalistas a gran escala de minerales, ganado, grano o madera, cuyos intereses están localizados principalmente fuera de la región. No se trata sólo de una ocupación del espacio, sino más bien de un solapamiento de intereses de actores locales y externos que tienen distintas concepciones sobre de qué recursos hay que apropiarse, cómo y por quién. Así, para hablar de 'los bosques Amazónicos y sus usos' es necesario entender quién usa el qué y desde cuándo, y por qué es tan complejo pensar en una solución a los problemas gravísimos de deforestación, pobreza y violencia que asolan una parte de la región.

UN ESCENARIO COMPLEJO

Se ha llegado a una situación en la que la mayor y más diversa masa de bosques tropicales del mundo, con una riqueza incalculable de biodiversidad y recursos naturales y diversas funciones ecológicas, sufre una tasa de deforestación anual equivalente a la superficie de Bélgica. En términos absolutos, en los últimos treinta años se ha perdido un área equivalente a la superficie de Francia, lo que revela que una parte considerable de la región amazónica permanece en buenas condiciones ambientales, cosa que con frecuencia los medios se olvidan de decir, dejando de transmitir la complejidad de la situación. Su dimensión continental, el ser hogar de muchos grupos indígenas únicos y minoritarios, importantes funciones ecológicas y alarmante degradación ambiental la convierten en una especie de 'última frontera' símbolo de muchos de los principales paradigmas actuales tan diversos como la sostenibilidad social y ambiental, la lucha contra la pobreza y la exclusión social, el cambio climático, la democracia participativa y la valoración del conocimiento local.

La mayor y más diversa masa de bosques tropicales del mundo, con una riqueza incalculable de biodiversidad y recursos naturales y diversas funciones ecológicas, sufre una tasa de deforestación anual equivalente a la superficie de Bélgica

La mayor parte del llamado 'arco de deforestación' se debe principalmente a la ganadería extensiva a gran escala y a la agricultura industrial, fundamentalmente de soja. La explotación maderera, a la que suele atribuirse gran parte de la responsabilidad de la deforestación, tiene más de cuatro siglos de historia en la Amazonía, aunque hasta 1800 la madera no tenía mucha importancia comparada con el caucho, el cacao o la castaña de Brasil. Fue con la construcción de carreteras en los años 70 que la actividad maderera se expandió significativamente al ganarse acceso a grandes masas de bosque. Siendo esta actividad pionera frente a la agricultura y la ganadería, es la principal responsable de la apertura de nuevas fronteras agropecuarias, a menudo desordenadas, lo que con frecuencia lleva aparejado numerosos conflictos sociales en el medio rural, con infinidad casos documentados de violencia y trabajo esclavo, a menudo invadiendo tierras y reservas indígenas.

Típicamente la industria maderera proporciona un rápido crecimiento económico en los primeros ocho años (boom), mientras se extraen árboles y se forman pastizales, seguido de una profunda caída en los beneficios y el empleo en cuanto se agotan las especies comerciales (bust). Los madereros abandonan entonces la región a la búsqueda de nuevas áreas, dejando atrás pastizales o bosques degradados de baja productividad y muy vulnerables frente a los incendios, además de altos costos sociales también derivados de la pérdida de la red de seguridad que proporcionan los bosques a las poblaciones locales (bosques como 'despensa de recursos' que los más pobres pueden utilizar en momentos de crisis). Este dinamismo de las fronteras madereras no hace sino contribuir a que continúe la deforestación y la pobreza, perpetuando un modelo de explotación maderera insostenible desde el punto de vista social y ecológico e incluso desde el punto de vista económico a medio y largo plazo.

Sin embargo, los recursos forestales, tanto la madera como los productos no madereros, son recursos no sólo valiosos sino, en esencia, renovables. Además, a diferencia de la actividad agropecuaria en la Amazonía, el aprovechamiento de estos recursos suele ser intensivos en mano de obra. Por ejemplo, la industria maderera genera dos empleos indirectos por cada empleo directo y el cierre de numerosos aserraderos debido a la actual crisis económica está generando estragos entre las familias dependientes de esa actividad.

CONSERVACIÓN Y DESARROLLO

Por estas características, el aprovechamiento racional de los recursos forestales tiene un gran potencial para lograr un desarrollo compatible con la conservación. No obstante, para ello se necesitan aún muchas informaciones sobre la ecología de las especies que permitan desarrollar planes de manejo de los recursos que aseguren una explotación sostenible desde el punto de vista ecológico y económico.

Por ejemplo, existen Técnicas de Aprovechamiento de Impacto Reducido, que tienen el objetivo de limitar los daños del aprovechamiento maderero a la estructura forestal, bajo la hipótesis de que cuanto menores sean éstos, más rápida será la recuperación del bosque. Sin embargo, su aplicación está poco extendida por diversas dificultades de naturaleza económica y social. Además, el tiempo necesario para que el bosque se recupere tras la primera explotación (¡más de 30 años!) es demasiado largo como para que sea rentable no sustituirlo por pastizales o cultivos.

Por eso se plantea que la integración de los diferentes recursos (madera, productos no madereros y servicios ambientales) en un mismo plan de manejo, no sólo logre esa sostenibilidad ecológica y económica, sino que además se atienda a los aspectos sociales y ambientales, manteniendo a la vez la productividad del bosque a largo plazo. Se trata de incrementar la valorización de los bosques mediante su Manejo Forestal Diversificado, de manera que conservarlos sea una opción más rentable que su sustitución por otros usos del suelo, como la agricultura o la ganadería. Así, se dejaría de considerar a los bosques como un mero reservorio de materia prima para las industrias madereras, explotando de manera sostenible otros bienes y servicios que estos ofrecen.


Diferentes productos no madereros

En definitiva, se trataría de obtener beneficios diversos procedentes de múltiples recursos, emulando la diversificación tradicional de la los sistemas de producción campesinos. De hecho, esta integración de usos no es una novedad para las poblaciones tradicionales que viven en los bosques, e incluso era la regla hasta que durante el siglo XX la madera ganó protagonismo. Se trata más bien de un concepto innovador para la explotación industrial a mediana y gran escala, aplicable también a los acuerdos entre empresas forestales y comunidades.

Sin embargo, cuando diferentes actores están involucrados en la extracción de diferentes productos, como sería el caso de las empresas madereras y las comunidades locales, el manejo diversificado de la madera y los productos forestales no madereros puede llegar a suponer un conflicto en la utilización de los recursos. En primer lugar, la extracción maderera puede impactar sobre la disponibilidad de las especies que proporcionan productos no madereros. Varios trabajos demuestran una relación entre la degradación provocada por la extracción maderera y la disminución del consumo de frutas y plantas medicinales por parte de la población local. También se han demostrado efectos negativos de la explotación maderera convencional sobre resinas y plantas medicinales. Sin embargo, otros estudios han demostrado la viabilidad de integrar ambos usos al aplicar determinadas técnicas silviculturales. De hecho, los impactos de la extracción maderera, también pueden favorecer a especies que proporcionan productos forestales no madereros, según sean sus requerimientos ecológicos, como sería el caso de determinadas especies de lianas muy utilizadas por las poblaciones locales.

MADERA Y USOS NO MADEREROS

En 2008 Guariguata y colaboradores publicaron un estudio en el que comparaban dos casos de integración en el mismo plan de manejo forestal, de madera y productos forestales no madereros (las hojas de la palmera del xate en Guatemala y la castaña de Brasil en Bolivia). Mientras el caso guatemalteco sugería un alto grado de compatibilidad, en Bolivia no ocurría lo mismo, revelando que no sólo las condiciones ecológicas de las especies, sino también las sociales y legislativas son necesarias para que la compatibilidad pueda tener éxito. En esta línea, numerosos trabajos, como el que yo misma estoy realizando, están investigando en la actualidad la compatibilidad entre ambos tipos de explotación. En segundo lugar, la misma especie puede proporcionar madera y productos no madereros. Estas especies de uso múltiple ofrecen un campo de investigación importante y diverso que no ha sido muy estudiado hasta la fecha.

el aprovechamiento racional de los recursos forestales tiene un gran potencial para lograr un desarrollo compatible con la conservación

El conflicto entre los usos comerciales de la madera y los productos forestales no madereros de la misma especie ha sido en algunas ocasiones tan claro que se han tomado medidas legales para que se prohibiera cortar especies que proporcionaban estos productos, cuyo valor económico y social excedía al de la madera. Éste ha sido el caso de la castaña de Brasil, en Brasil, Perú y Bolivia, de gran importancia para la vida de las comunidades locales.

Otras opciones para minimizar el conflicto sobre especies de uso múltiple, que no supongan la prohibición de la tala, contemplan la separación espacial de unidades de manejo de la madera y los productos forestales no madereros. Esta situación se da, por ejemplo, al separar las reservas extractivistas donde está prohibido el aprovechamiento maderero. Sin embargo, en el contexto del Manejo Forestal Diversificado las especies de uso múltiple también podrían facilitar la incorporación de los productos forestales no madereros a los planes de manejo técnicos ya existentes para la madera, aprovechando ambos recursos en el mismo espacio. Además, de esta manera se podría lograr una valorización de los bosques durante los ciclos de tala de la madera. Así, para poder hablar más de integración que de exclusión de usos, sería necesario minimizar el impacto negativo del aprovechamiento maderero sobre las especies que proporcionan productos forestales no madereros, desarrollar recomendaciones silviculturales para beneficiarlas, o incluso una legislación especial para evitar la sobreexplotación de estas especies tanto para aprovechar su madera como sus productos no madereros.

Tras este breve análisis, se puede ver que escenario es sumamente complejo, con diferentes actores e intereses. Aunque la perspectiva de que todo el mundo gane en un Manejo Forestal Diversificado es muy tentadora (sistema capitalista que quiere la madera, poblaciones locales que se lucran, y ecosistema 'selva', que se mantiene), existe el riesgo de establecer políticas diseñadas desde fuera, que aunque bienintencionadas, pueden pecar de paternalistas al ignorar las preferencias de las poblaciones locales. Éstas pueden ser más 'ecológicas' para Occidente, como las de muchas poblaciones indígenas que, ignorando el concepto de 'sostenibilidad' lo que quieren es continuar siendo cazadores-recolectores en un área lo suficientemente amplia, o menos 'verdes', como las de muchos colonos o sin-tierra con tradición agrícola, que pretenden sacar adelante a sus familias con lo que saben hacer: cultivar. Así, no se debe perder de vista quiénes son los principales responsables de la deforestación masiva (los grandes negocios agro-ganaderos) y asumir la propia responsabilidad en el proceso, al participar de un modelo de desarrollo basado en el consumo.

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