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Fecha
Fuente
UCM
Autor
Elena Conde Pérez

¿Es posible un ártico más justo y sostenible en la era del cambio climático? Sí, lo es

El comienzo del siglo XXI ha traído a la primera página de la escena internacional a la región ártica, y ello ha sido así, no por ser un lugar de rara y extraordinaria belleza natural, sino porque el complejo conjunto de fenómenos que conocemos como “cambio climático” ha desvelado que el Polo Norte, en su proceso de paulatino deshielo, puede ser un mundo de oportunidades y de riesgos

La región ártica, de prístina, misteriosa y cautivadora naturaleza, con espacios y especies únicas, es fácilmente identificable en el imaginario popular con el extremo norte del planeta. El Norte circumpolar es, a su vez, complejo en términos geopolíticos, humanos y económicos.

En términos geográfico-políticos, comprende ocho estados: la Federación de Rusia, Canadá, Noruega, Dinamarca –a través de Groenlandia y las Islas Faroe-, Estados Unidos de América -a través de Alaska- Suecia, Finlandia e Islandia. Todos ellos son países con un poder económico relevante y se extienden geográficamente a lo largo de tres regiones continentales: Norteamérica, Europa y Eurasia. Cinco de los Estados árticos son estados ribereños del Océano Ártico, lo que les da una posición estratégica privilegiada, conocidos por ello como los Arctic 5.

Los ocho estados árticos son miembros del principal foro político regional, el Consejo Ártico, si bien a consecuencia de la guerra en Ucrania, siete de ellos suspendieron su participación en este foro político al poco tiempo de comenzar la guerra en Ucrania, como gesto de repulsa a la conducta agresiva de Rusia.

En lo que se refiere a su economía, es una región diversa, pues si bien está integrada por algunos de los Estados con mayor nivel económico del planeta y, por tanto, con economías altamente industrializadas y tecnológicamente muy avanzadas, existen también retos logísticos y de interconectividad, por las condiciones físicas y climáticas extremas de la región. Al mismo tiempo, en la mayor parte de los países árticos, se practican también economías y formas de vida de mera subsistencia por parte de las poblaciones indígenas, muy apegadas a la naturaleza hostil en la que habitan.

Desde el punto de vista humano, y en conexión con lo anterior, la zona ártica es igualmente variada, siendo uno de los pocos reductos del planeta donde quedan poblaciones indígenas. La conquista de espacios “vacíos” –y para el Derecho Internacional del momento lo eran todos aquellos que no tuvieran un descubridor occidental, aunque de hecho estuviesen pobladas desde tiempos ancestrales- era un instrumento jurídico al servicio de los poderosos, como en su película Nadie quiere la noche (2015) puso claramente de manifiesto la directora española Isabel Coixet. La realidad es que la región ártica no es ni nunca ha sido, un espacio “vacío”, sino habitado por poblaciones autóctonas desde hace unos 20.000 años. Dichas poblaciones sufrieron el “encuentro” con las poblaciones de otras latitudes, especialmente durante de la exploración, entre los siglos XVIII a XX. Inuits, samis, aleutianos, atabaskanos y gwich’in y la pléyade de poblaciones indígenas que habitan en Rusia han enfrentado desde entonces numerosos retos a su supervivencia, como una historia de colonialismo y asimilación a la que, en la actualidad, se unen las consecuencias del cambio climático, que afecta de forma especial a sus tradicionales modos de vida.

El cambio climático y las premisas tradicionales de la explotación económica

La posibilidad de que una región antes inaccesible por la presencia de hielo y condiciones climáticas extremas resulte transitable a consecuencia del calentamiento global plantea oportunidades desde el punto de vista de la más fácil explotación económica de sus recursos, a todas luces ingentes; la más fácil navegación comercial o el despliegue de unidades militares. Al mismo tiempo, el deshielo del Ártico, a una velocidad tan rápida que los más pesimistas pronósticos, han resultado superados por la realidad, coloca no sólo a los hábitats y pobladores de la región ante una encrucijada, sino al conjunto de la Humanidad ante un reto cuyas consecuencias pueden determinar su propio fin.

Desde la extracción de combustibles fósiles y minerales hasta el transporte o el turismo, el Ártico está experimentando un marcado aumento de la actividad humana. Si bien esta situación ha ido acompañada de un incremento sin precedentes de la prosperidad económica, también conduce al surgimiento de importantes desafíos ambientales y sociales.

Ello es así porque el desarrollo económico generalmente se basa en dos premisas: la viabilidad técnica y la rentabilidad, sin tener en cuenta las cuestiones de si las decisiones de poner en marcha esas actividades son realmente sostenibles, es decir, éticamente correctas o incorrectas para los habitantes y el medio árticos.

JUSTNORTH, la apuesta por una explotación económica del Ártico más sostenible

El proyecto europeo H2020 JUSTNORTH (No.869327), liderado desde la Universidad Uppsala, Suecia, y del que forman parte 17 centros de investigación, entre ellas la Universidad Complutense de Madrid (UCM), tiene como objetivo cambiar el futuro del desarrollo económico del Ártico al brindar reconocimiento y respeto por los diferentes sistemas de valores en la toma de decisiones políticas y económicas. En 17 estudios de caso que examinan el desarrollo histórico y el marco regulatorio de las actividades económicas en el Ártico, el equipo investigador ha tomado contacto directo con las partes interesadas y los titulares de derechos de la región.

El WP6 Legal and Regulatory Frameworks del Proyecto JUSTNORTH, está liderado en la UCM desde el Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI) y participan tres investigadores. Los diferentes resultados del proyecto, plasmados en un conjunto de Policy Briefs, de Economic Briefs, una base de documentos jurídico-políticos y unas próximas Recomendaciones a la Unión Europea para diseñar su política ártica tratan de definir el punto de partida para la sostenibilidad, introduciendo la justicia en los marcos regulatorios de las actividades económicas en la región y proponiendo recomendaciones de política para municipios, gobiernos regionales o nacionales y la UE.

Creemos que otro modelo de desarrollo, sostenible y respetuoso con los hábitats y las necesidades de las poblaciones locales, es posible en el Ártico.

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El problema de los 8.000 millones de habitantes del planeta 🌍 el proceso de empobrecimiento por la crisis de endeudamiento del 350% del PIB mundial.
Cuando 3.000 millones de habitantes no tienen retretes 🚽 ni alcantarillado y acceso a alimentos su prioridad no es el deshielo del polo norte.

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