El labrador viene con su carga amarilla de panes
a medio cocer.
Viene por el sendero el labrador adormecido
con la pesada carga de los años,
saluda al prójimo con su mano encallecida
y mira, qué lástima, la tierra tan bonita,
con su puesta de sol, y el silencio, y los primeros cantos de los grillos
cuando los pájaros se han puesto a dormir,
que lástima con lo que cuesta todo,
piensa que no compensa romperse los huesos
hacerse viejo y sentencioso y arrugarse
mientras se escucha, idéntica, la campana,
mientras el hijo salta del terrón al cuartel,