Ausente, fino y realista; siempre enredado en el
laberinto bello de los sutiles encajes de vida de su
microscopio. No conozco cabeza tan nuestra
como la suya, fuerte, delicada, sensitiva, brusca,
pensativa. Los ojos no miran nunca a uno - a
nada con límite-; andan siempre perdidos, caídos,
errantes, como buscándose a sí mismos en el