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Como metida en una cinta y tambor magnético,
proceso mi vida en un disco rígido y acorazado
y admirando esos ojos avanzados en software
te pienso.
En un almacén de datos y cálculos
automáticos y electromecánicos
mi amor introducido en válvulas de vacío.
Me extraño todavía
de este lenguaje de programación,
de esta transferencia de datos,
de este salto, amor de microcomputadores y símbolos.
Quiero con 32 megas de memoria
y ni mi inteligencia artificial, ni mis circuitos integrados
pudieron con tu sistema operativo
y saliéndome del esquema
te mandé a l
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Piensa en un árbol de baobab,
gigante rico en ramas,
y puéblalo en la imaginación
con miles de diminutos monos;
imagínate cómo trepan,
se balancean, cómo se agarran
entre sí, colgándose de rama en rama;
hasta que se dejan caer,
toman el viento, se juntan, están absortos -
¡piénsalo, oh pobre pensador!
Después saltan de nuevo,
rabiando veloces, pululando eléctricos,
vacilan y se precipitan;
o están allí sentados, simplemente así,
flojos y se rascan soñadores,
hasta el próximo ataque. - ¡Ay del que
quiera describir todo eso!
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FUNCIÓN de Uno -Equis -Ene:
Uno es Ene menos alguien;
Ene, el Uno colectivo;
Equis, el orden sin nadie. Aparecer. Y gritar.
Ser deslumbrante un momento.
Quemarse en el entusiasmo.
Y luego, escuchar el eco.
Pues, ¿qué es Uno sino un eco
de lo que era que era?
Y ¿cómo ser lo que hoy somos
sin un futuro que vuelva?
Y cuando muero, ¿no mato
al que quiso ser en mí?
Nadie muere. Nadie mata.
Todo es principio sin fin. Fuera del mundo en que existes
reina el total impensable.
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Es cierto que los hechos se suceden
y nadie siente el tiempo por sí mismo;
seguimos sin poder aún descubrir
el principio, Lucrecio, de las cosas.
No desgastan los siglos la materia,
sólo lo sensitivo nos ofrece
la percepción del tiempo,
la sucesión armónica de espacios.
Todo es tiempo: variable independiente,
rotación de la tierra,
atómico argumento en que basarse.
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Una disonancia
en la valencia del uranio
llevó al descubrimiento
La disonancia
(por si os interesa)
conduce al descubrimiento
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Campos de almendros, la tierra rosada al crepúsculo,
visillos que ondean en patios de losas y grata penumbra
de oscuras ciruelas y albaricoques con la luz de la aurora.
Hablo en la brisa dorada, en septiembre, y me llega el rumor
de claros indicios de un tiempo de olvido que él mismo deseaba.
Hoy está solo en las obras vacías al anochecer,
cuando son como tumbas las zanjas abiertas para los cimientos
y las luces rojas se encienden en vallas y en lo alto de grúas.
Sube la luna en el cielo violáceo a su grata memoria.
La alta tiniebla vela la luz del ciprés fuerte y cl
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Tenemos que irnos acostumbrando a un nuevo modo de ver las cosas y a hablar de las partículas atómicas como antes se hablaba de dientes-perlas, labios-rubís y otras micro-metáforas. Así volveremos a ser los saludables tontos de siempre, renovados por una sorpresa provisional. |
Siempre vemos al hombre biológicamente
(las células, etcétera...),
nunca como un conjunto eléctrico de cargas.
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El segundo crepúsculo.
La noche que se ahonda en el sueño.
La purificación y el olvido.
El primer crepúsculo.
La mañana que ha sido el alba.
El día que fue la mañana.
El día numeroso que será la tarde gastada.
El segundo crepúsculo.
Ese otro hábito del tiempo, la noche.
La purificación y el olvido.
El primer crepúsculo...
El alba sigilosa y en el alba
la zozobra del griego.
¿Qué trama es ésta
del será, del es y del fue?
¿Qué río es éste
por el cual corre el Ganges?
¿Qué río es éste cuya fuente es inconcebible?
¿Qué río es éste
que arrast
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A Mercè Durfort
Barcelona, 1888: Santiago Ramón y Cajal
observa por primera vez las neuronas
Ni cables ni vasos: células,
una tras otra, una al Iado de otra,
células como árboles, como pirámides,
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Si la mitad de mi corazón está aquí, doctor,
la otra mitad está en China,
en el ejército que desciende hacia el Río Amarillo;
y, luego, todas las mañanas, doctor,
todas las mañanas, al alba,
mi corazón es fusilado en Grecia.
Y después, cuando los prisioneros caen en el sueño,
cuando los últimos pasos se alejan de la enfermería,
mi corazón se va, doctor,
hasta una vieja casa de madera en Estambul.
Además, hace diez años, doctor,
que yo no tengo nada en las manos para ofrecer a mi pueblo;
únicamente una manzana roja.