Hoy escribo en honor a las estrellas:
inquietas lucecitas eternas y bellas,
sinónimo de sueños, de ambiciosas metas,
de cosas hermosas y amor celestial.
¿Qué sería de la vida si no existieran ellas?
sin esos diamantes de divino fulgor
que salpican el cielo de gotitas luminosas
y tejen ilusiones en interminable labor.
Traviesas grageas de perenne brillo,
que en laboriosa obra llena de minuciosidad
bordan constelaciones y delinean con destellos
el fabuloso tapete celestial.