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Como ninguna otra ciencia
Me gustan las matemáticas
Porque agotan mi paciencia
Con cuestiones enigmáticas
Confieso, sin estridencias,
Que me resultan simpáticas
Todas las circunferencias
Y demás curvas cuadráticas
Yo comprendo que la gente
Piense que soy diferente
Porque me gusta soñar
Con las series divergentes
Los números trascendentes
Y la función modular
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El número PI es digno de admiración
tres coma uno cuatro uno
todas sus cifras siguientes también son iniciales
cinco nueve dos, porque nunca se termina.
No permite abarcarlo con la mirada seis cinco tres cinco
con un cálculo ocho nueve
con la imaginación siete nueve
o en broma tres dos tres, es decir, por comparación
cuatro seis con cualquier otra cosa
dos seis cuatro tres en el mundo.
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Como ninguna otra ciencia
Me gustan las matemáticas
Porque agotan mi paciencia
Con cuestiones enigmáticas
Confieso, sin estridencias,
Que me resultan simpáticas
Todas las circunferencias
Y demás curvas cuadráticas
Yo comprendo que la gente
Piense que soy diferente
Porque me gusta soñar
Con las series divergentes
Los números trascendentes
Y la función modular
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¿Demócrata? No sé. Soldado raso
pero no comunero ni insurgente.
Juró bandera al ocre, alzado enfrente,
a arreboles de aurora y luz de ocaso
de Toledo. Tangible y transparente
un capitán le sonreía al paso,
mano en el hombro; -«No hubo Garcilaso.
Yo soy Salicio. Bebe de mi fuente».
Fue liberal, de libertad la santa
y liberalidad que se adelanta,
mas no sólo a decirlo; a serIo, a serlo,
contra anatema, inquisición, hostigo,
amenaza, calumnia. Y -hoy creerlo
me parece ilusión- fui yo su amigo.
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La maniobra secreta,
una presión repentina
en la cavidad del estómago
puede ser muy útil.
Manuel García,
maestro de canto de profesión
fue el primero (1855)
que vio temblar
en un espejo
las propias cuerdas vocales.
Dejad ver profundamente
todo lo que se lleva en la boca:
epiglotis, frenillo,
el hoyuelo ciego,
abridores y cierres.
Los médicos saben:
paresia
y parálisis
son dos cosas distintas.
Los médicos dicen:
corazón y riñones,
cuando no duelen
están mudos.
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CALIZ MAGNÉTICO
Ningún planeta es rey, ni majestad posible
si de cualquier lugar del horizonte
se le compara al sol. Es el cáliz magnético,
el deslumbrante lirio de un firmamento oscuro,
la fuente innumerable de los días terrestres
chorreando los cántaros del cielo.
Blanca cascada envuelta en su furor,
alud fosforescente que transporta el maná
para saciar la sed sideral de este mundo.
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Estrellas fijas en un cielo blanco,
son los bellos sonetos pues no giran
en torno de orbe alguno
ni han rotado sus densas masas de catorce cifras
No reflejan la luz del sol tampoco
pero irradian su propia luz de adentro
Y en el albor parecen en reposo
o muertos cuyas tumbas son sus cuerpos
Y sin embargo las estrellas fijas
a veces bienhechoras o malignas
siempre de harta energía están cargadas
Y aunque hace miles de años extinguidas
su fulgor todavía nos alcanza
sea por vista o por astrología
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El dios del hielo
ha congelado el mundo
y los árboles se han vestido
de una nueva hermosura
Sus ramas de cristal
esplenden en la noche
como si la savia fluyera
convertida en luz
Por todas partes cuelgan
estalactitas transparentes
espejos con espadas
gotas de diamante
Un cometa cruza el firmamento
y deja una estela de escarcha
Pronto vendrá el deshielo
como un lento apocalipsis
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En las constelaciones Pitágoras leía,
yo en las constelaciones pitagóricas leo;
pero se han confundido dentro del alma mía
el alma de Pitágoras con el alma de Orfeo.
Sé que soy, desde el tiempo del Paráíso, reo;
sé que he robado el fuego y robé la armonía;
que es abismo mi alma y huracán mi deseo;
que sorbo el infinito y quiero todavía...
Pero ¿qué voy a hacer, si estoy atado al potro
en que, ganado el premio, siempre quiero ser otro,
y en que, dos en mí mismo, triunfa uno de los dos?
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Hay ojos que verán nuestra memoria.
El doctor Barraquer, viejo oftalmólogo,
conoció la crueldad junto al milagro
y comprendió lo frágil del don de la mirada:
al fallecer su padre, que lo inició en la ciencia,
pudo guardar sus ojos
y devolver la vista a varios hombres.
¿Retendrán los fulgores de ese amor
más allá de la estrella de la córnea
y del pozo sagaz de la pupila?
Explorando los fondos deslumbrados,
las cavernas perplejas donde habitan
las veloces imágenes, las formas,
los colores que aún no tienen nombre