Los especialistas consideran que el riesgo de sufrir un efecto secundario por la vacuna de AstraZeneca es mucho menor que el de estar expuesto al coronavirus y recomiendan la vacunación. Pero los muy puntuales casos de trombos suponen un desafío de comunicación
Cuando hace unas semanas varios países decidieron suspender temporalmente las vacunaciones con AstraZeneca, muchos científicos argumentaron que los miedos eran infundados con los datos en la mano, y que no solo se perdía un tiempo precioso en la lucha contra el virus, sino que se minaba la confianza en las vacunas entre la población.
Sin cuestionar el hecho de que, con los datos que tenemos, seguir vacunando con AstraZeneca es la mejor opción, Hilda Bastian dibuja en este artículo en The Atlantic una realidad más compleja, incierta y ambigua. Frente a los riesgos, su recomendación es la de “mantener la calma, la perspectiva y la transparencia”.
