INGENIEROS DE ESPAÑA: UN CAPÍTULO BRILLANTE<br>
Un libro obligado sobre la cuestión
Reseña realizada por Fernando Moreu<br>
Design Engineer<br>USA
Las estanterías de la historia de la tecnología en España incorporan una nueva publicación necesaria para conocer y entender, a través de la creación y desarrollo de la Escuela de Ingenieros de Caminos y el acercamiento a sus protagonistas, el imprescindible papel jugado por la profesión desde los albores de su fundación a finales del siglo XVIII para el desarrollo y crecimiento de nuestra sociedad. Con este libro hoy la Ingeniería Española es ya menos desconocida.
Fernando Sáenz Ridruejo, autor
Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, cubre y a la vez descubre a lectores Ingenieros y no Ingenieros los avatares asociados a esta innovadora idea: instaurar la profesión de Ingenieros de Caminos mediante la creación de una Escuela exquisita en la selección y formación de especialistas. A través de su conocimiento profundo de la profesión, preciso, amplio y holgadamente contrastado, despliegan sus párrafos referencias, frases, acontecimientos y citas que reiteran con rigor y argumentos históricos el convencimiento expresado en el prólogo inicial: la profesión y la escuela surgieron por una necesidad social identificada por Betancourt; una profesión al servicio de la sociedad.
Fundación de la Escuela de Ingenieros de Caminos y las "Tres Escuelas"
El lector descubrirá con sorpresa como la profesión fue anterior al ministerio (creado en 1851), o como necesitó de tres etapas hasta instaurarse con su nombre actual en 1835. Mediante un escrito ordenado y a la vez informal describe el momento y las circunstancias que generaron en la buen amueblada y generosa cabeza del Ilustrado Agustín de Betancourt la idea de mantener, innovar y desarrollar la sociedad cambiante mediante la creación de una educación única en aquella época para "formar sujetos que procurarían a la Nación la mayor utilidad". Para ello se implantó una institución que educaría desde entonces a especialistas en el diseño, construcción y mantenimiento de estructuras, transportes, edificios, ciudades, regiones, ríos, valles, costas,... aptas y seguras para las gentes que las poblaban o las necesitaban. Para ciudadanos que pedían cimentar su seguridad en "hombros de gigantes" formados en una intensa educación excluyentemente selectiva, que desde entonces velarían por sus infraestructuras de forma exhaustiva.
Una Historia a través de sus protagonistas
El texto relata los distintos personajes que forjaron esta historia sin asomos de nostalgia ni añoranza, con destellante actualidad en su ritmo a la vez de un rigor objetivo marcado por sus referencias y documentos detallados para el lector más curioso. Quizás insista el autor en que son estos Ingenieros los que crearon la Escuela, pero también concediendo parcialmente cómo la Institución les formó en sus carreras ¿Pero es entonces esta una historia de aquellos protagonistas, o al revés? ¿es que acaso existiría historia alguna si no tuviera protagonistas?
Interesantes y atractivas carreras de Ingenieros activos e involucrados en su profesión, pero a la vez de reconocidos filólogos y escritores (premio Nobel incluido), políticos, militares, arqueólogos, científicos, jesuitas y un sinfín de ilustrados individuales que de nuevo emplazan al lector a compartir el júbilo que sentirían aquellos aventureros innovadores en el desarrollo de planes de estudio, asignaturas y prácticas dirigidas siempre a mejorar la sociedad. Protagonistas que crearon y desarrollaron una profesión de tradición ilustrada; que nos permiten entender su historia entonces, y su futuro hoy.
Una lectura obligada para entender la ingeniería de España
La lectura de esta primera parte de "Una" Historia de la Escuela de Ingenieros de Caminos sorprende por su contemporaneidad y detalle, además de la informalidad de que el autor presume, y demuestra, en sus primeras páginas. Llega al lector a imaginar que el que escribe esta Historia de la Ingeniería conoció a estos ingenieros o asistió a sus clases; estuvo en sus juntas de centro o se sentó en sus despachos; o visitó a sus familiares y amigos, compartiendo sus hábitos y costumbres. Quizás sea esta forma de escribir la que genera en el que la lee una simpatía a priori por el segundo capítulo, además de una curiosa e inevitable necesidad por continuar esta aventura por y de la Historia de la Ingeniería de Caminos en España.