noti4-18-01-23
Fecha
Fuente
El Confidencial
Autor
José Pichel

Un estudio descubre que los 'Tyrannosaurus rex' eran más inteligentes de lo que creíamos

El estudio de una neurocientífica que llega a la conclusión de que los tiranosaurios podrían haber tenido tantas neuronas como algunos primates desata una gran discusión científica

Hay pocos animales que nos resulten tan fascinantes como un tiranosaurio. Con su tamaño gigantesco, una cabeza desproporcionada, sus enormes patas y unos brazos diminutos en comparación, es el gran icono del desaparecido mundo de los dinosaurios. Además, gracias al cine, no nos resulta difícil imaginar en acción a este gran depredador, con su caminar bípedo y una gran ferocidad. Aparentemente, lo conocemos muy bien aunque desapareciera hace 65 millones de años, pero nada más lejos de la realidad: solo podemos deducir cómo era y cómo se comportaba a partir de los huesos encontrados y la información que proporcionan esos materiales tiene sus limitaciones. 

Por eso, cada aportación científica sobre el Tyrannosaurus rex (coloquialmente, T-Rex) resulta tremendamente atractiva tanto para los expertos como para el público general. En algunos de los trabajos publicados recientemente, los paleontólogos analizan por qué tenían unas extremidades tan cortas o cómo mantenían la temperatura de su cabeza. Sin embargo, la última novedad llega desde un ámbito inesperado: la neurociencia. Un estudio que aparece en la revista The Journal of Comparative Neurology analiza el grado de inteligencia que podría haber tenido este gigante y las conclusiones son tan sorprendentes que han suscitado un gran debate entre los investigadores.

La neurocientífica brasileña Suzana Herculano-Houzel, investigadora de la Universidad Vanderbilt (EEUU) y experta en neuroanatomía comparada, analiza el árbol filogenético de los tiranosaurios y llega a la conclusión de que su número de neuronas habría sido similar al que tienen primates modernos como los monos babuinos. Para ello, parte de una nueva base de datos que recoge el número de neuronas del telencéfalo (una parte del cerebro) de algunos animales actuales, entre ellos las aves, que, desde el punto de vista evolutivo, descienden de un grupo de dinosaurios. Teniendo en cuenta esa procedencia y otros datos que relacionan la masa cerebral y corporal, esta experta cree que el T-Rex podría haber sido un animal mucho más listo de lo que pensábamos hasta ahora. 

En su análisis, cree que este resultado convertiría a los tiranosaurios “no solo en gigantes, sino también en longevos y dotados de cognición flexible y, por lo tanto, en depredadores aún más magníficos de lo que se pensaba anteriormente”, afirma. Además, considera que ese cerebro, proporcional al de los pájaros modernos, les habría permitido contar con algunas de sus habilidades, como resolver problemas simples o usar algún tipo de herramienta. Incluso podrían haber desarrollado una especie de cultura propia similar a la de algunos grupos de primates.

La hipótesis no puede resultar más atractiva y, si se confirmase, cambiaría radicalmente las ideas que tenemos sobre los dinosaurios más famosos. Sin embargo, es demasiado controvertida y ha desatado las críticas de biólogos y paleontólogos. Hay varios puntos que resultan difíciles de aceptar para muchos científicos, al menos, con el conocimiento actual. ¿La relación entre aves y dinosaurios es tan directa como para hacer estas extrapolaciones? ¿Podemos deducir el nivel de inteligencia de una especie a partir de esos datos o presuponer que esas capacidades cognitivas se traducen en el uso de herramientas? ¿Es posible comprobarlo?

Para José Ignacio Canudo, catedrático de Paleontología y director del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza, el estudio es “muy especulativo”. En su opinión, pretender averiguar el número de neuronas del Tyrannosaurus rex es muy complicado porque partimos de la observación de especies actuales demasiado alejadas y, por lo tanto, tenemos una información muy sesgada. “En realidad hay muchos datos fundamentales que no conocemos, especialmente, cómo sería el desarrollo del cerebro de estos animales”, comenta en declaraciones a Teknautas.

Lo que no cuentan los fósiles

La idea resulta especialmente chocante para los paleontólogos de campo, aquellos que buscan e interpretan fósiles, tocándolos con sus propias manos, como es su caso. “Me gusta más el dato real, analizar qué tenemos en los huesos del tiranosaurio”, señala. En este caso, resulta complicado llegar a conclusiones sobre la inteligencia de estos animales, porque se conservan los cráneos, pero no los cerebros. “Es cierto que en los últimos 20 años se han descubierto cosas increíbles, incluso partes blandas de fósiles que son sorprendentes, y las tecnologías avanzan mucho”, reconoce. Sin embargo, “de momento lo único que tenemos es el registro óseo y con eso jugamos. A veces, queremos llegar más lejos de lo que en realidad podemos”, apunta. 

Aunque es cierto que desde el punto de vista evolutivo las aves son “verdaderos dinosaurios”, han pasado 65 millones de años y eso es mucho tiempo. “Fíjate cómo es un gorrión y cómo era un tiranosaurio, pueden estar dentro del mismo grupo filogenético, pero su relación es muy lejana. Son comparaciones que no tienen sentido, un modelo que resulta poco creíble”, afirma. El tiempo y la evolución cuentan mucho, según los expertos. Cuando este tipo de comparaciones se realizan entre especies más cercanas, como los primates antropomorfos, tienen mucho más sentido porque su presencia en la Tierra se inscribe dentro de un periodo muy pequeño.

La propia Suzana Herculano-Houzel ha publicado otros trabajos similares, pero en animales mucho más cercanos entre sí, como gorilas y orangutanes, e incluso ha comparado sus cerebros con el ser humano. En ese caso, todo parece encajar, pero hay especialistas que consideran que no se puede pretender que esas similitudes se hayan conservado en las aves desde la época de los dinosaurios. 

Otro aspecto controvertido es la relación entre el tamaño del cerebro, el número de neuronas y la inteligencia. Aunque hay trabajos que comparan distintas especies en esos términos y parecen indicar que una mayor masa cerebral tiene que ver con mayores capacidades cognitivas, nuevamente, se trata de investigaciones con animales actuales, generalmente mamíferos, y relativamente próximos evolutivamente. Aun así, esta hipótesis vuelve a fallar en algunas ocasiones incluso dentro de la especie humana, ya que, por ejemplo, los hombres tienen más neuronas corticales que las mujeres.

Por qué no encaja en su morfología

En cualquier caso, el aspecto más problemático de las conclusiones del artículo es la referencia al uso de herramientas y al desarrollo de una cultura. Kai Caspar, conocido zoólogo de la Universidad de Duisburg-Essen (Alemania), ha criticado en redes sociales esta cuestión. Incluso asumiendo que el cálculo sobre las neuronas del T-Rex fuera correcto, hay que tener en cuenta que la mayoría de los primates con un cerebro grande, incluidos los babuinos, y la mayoría de las aves no utilizan herramientas habitualmente. “Desconocemos cómo surgen tales comportamientos, pero apuesto a que el recuento de neuronas no nos va a ayudar a descubrir el origen”, asegura el alemán.

A los paleontólogos tampoco les encaja esa posibilidad. Desde el punto de vista morfológico, el tiranosaurio “no tiene un cuerpo preparado para usar ningún tipo de herramienta ni seguramente tendría la necesidad de hacerlo”, comenta Canudo. Con una cabeza gigantesca, unas enormes patas traseras y unos miembros anteriores diminutos, nada indica que pudiera tener esas capacidades. Tampoco hay ningún dato que indique que podrían obtener un beneficio de ello. 

¿A qué se refieren los expertos cuando hablan de herramientas en el mundo animal? Un gran ejemplo es el de los cuervos de Nueva Caledonia, que son capaces de utilizar una ramita para crear un gancho con el que atrapar insectos. ¿Algún dinosaurio pudo tener un comportamiento parecido? “Seguro que sí, hay aves actuales que utilizan herramientas aunque sea de una manera tosca”, apunta el catedrático de la Universidad de Zaragoza. Sin embargo, nada hace pensar que ese fuera el caso del tiranosaurio. 

No obstante, la idea de que este animal era muy inteligente ¿encaja con lo que se puede deducir de los fósiles? “Deberíamos preguntarnos qué es ser inteligente, porque, en realidad, cualquier animal lo es, ya que todos se adaptan para sobrevivir en su medio natural”, reflexiona Canudo. En el caso de los dinosaurios, “sabían obtener alimentos y protegerse, estaban adaptados a su ecosistema, como cualquier animal de la historia de la Tierra”. De hecho, “cuanto más sabemos de ellos, más nos damos cuenta de que tenían comportamientos muy complejos”. Sin embargo, “otra cosa es que sean inteligentes culturalmente, ahí es donde está la discusión”.

El lado positivo de la aportación

De todos modos, y al margen de estas cuestiones más controvertidas, los expertos reconocen que el artículo supone una aportación interesante, aunque sea como una idea muy preliminar sobre la que trabajar en el futuro. “Es una revista importante y una investigadora de renombre”, comenta el paleontólogo, “la ciencia se tiene que mover y abrir nuevos caminos, a veces avanza a base de especulaciones”. 

Probablemente, la neurocientífica brasileña no habría llamado tanto la atención si no hubiera llegado tan lejos hablando de herramientas y cultura. “La paleontología es un tema muy atractivo, así que ocurre esto con frecuencia, se acercan a ella especialistas de otros campos sin conocer bien los fósiles”, afirma. De alguna manera, se trata de “aprovechar la fama del tiranosaurio para hacer un artículo que quizá habrías tenido más sentido con otros animales”. 

El T-Rex es el dinosaurio más conocido, el más estudiado y el que tiene un registro más amplio de fósiles. El hecho de que habitase en Norteamérica y que, por lo tanto, hayan sido los científicos de EEUU los que más se han ocupado de investigar esta especie también ha contribuido a su fama mundial. Veremos hasta dónde nos puede llegar a sorprender.

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