Fecha
Autor
Gara Mora Carrillo (Instituto Geológico y Minero de España)

Sobrevivir en la Tierra

El ser humano depende totalmente del planeta Tierra, ya que de él obtiene los recursos imprescindibles para vivir. Sin embargo, hasta hace relativamente poco la sociedad no había tenido en cuenta la necesidad de aprovechar con eficacia estas riquezas y, no menos importante, de intentar conservarlas para las generaciones futuras. ¿Cómo podemos beneficiarnos de los recursos del planeta sin perturbar el correcto funcionamiento del sistema terrestre? Las denominadas Ciencias de la Tierra deben trabajar conjuntamente para descifrar las interacciones entre tierra, vida, agua y aire y así poder predecir y controlar el futuro de este sistema.
Contaminación del aire y del agua; sobreexplotación de los suelos; desertización provocada por deforestaciones descontroladas; construcciones mal planificadas... Estos son sólo algunos de los ejemplos de cómo el ser humano ha contribuido al deterioro del equilibrio medioambiental.

AGUA: PELIGRO Y VIDA

El conocimiento científico y la planificación son fundamentales para asegurar el suministro indispensable de agua

Como es bien sabido, tanto la vida como el sustento del hombre dependen del agua. Con el aumento de la población crece la demanda de agua potable, esencial para la supervivencia. Hay que conocer un dato importante: aunque el 70% del planeta está cubierto de agua, sólo un 2,5% es dulce, y ésta está en su mayor parte atrapada en los glaciares y los casquetes polares. Del resto, los seres humanos aprovechamos para diversos usos el agua superficial, presente en ríos y lagos. Pero la mayor parte del agua potable a nuestro alcance se encuentra en los huecos porosos de las rocas, bajo tierra. Para poder disponer de ella es necesario, por tanto, saber cómo y dónde se distribuyen los almacenes subterráneos de agua, sin olvidar que perfeccionando las técnicas de extracción de agua del subsuelo se conseguirán resultados más eficaces y se disminuirán los costes. Un mal uso de este precioso recurso natural puede provocar que se agoten las reservas o que las aguas subterráneas se contaminen. El conocimiento científico y la planificación son, en este caso, fundamentales para asegurar el suministro indispensable de agua.

Aguas subterráneas
Fuentes del Algar. Callosa d´en Sarriá (Alicante). Foto: Luis Carcavilla (IGME)

La supervivencia del ser humano depende del agua, pero en ocasiones el agua puede suponer también un peligro para su vida.

La Tierra, como planeta dinámico, oculta peligros para sus habitantes: inundaciones, tsunamis, huracanes, erupciones volcánicas, terremotos... que afectan a millones de personas en todo el mundo.

Todos estos procesos geológicos, naturales en si mismos, muchas veces se ven provocados o agravados por la ignorancia y la falta de previsión del hombre.

En España, el riesgo natural que nos afecta con mayor intensidad son las inundaciones. Este peligro se ve incrementado cuando el ser humano interviene inadecuadamente sobre los cauces o la cuenca de los ríos.

La investigación geológica permite conocer y evaluar los efectos negativos derivados de la actividad humana sobre la naturaleza, y así ayuda a prevenir y minimizar sus efectos sociales y económicos.


MEGACIUDADES: CONSUMO Y CONTAMINACIÓN

Los científicos estiman que en 2015 existirán en el mundo unas sesenta de estas ciudades gigantes, albergando a un total de seiscientos millones de personas

En 1950 el 30% de la población mundial vivía en ciudades. En 2000 era el 47%, y se espera que el porcentaje siga creciendo, pudiendo alcanzar incluso el 60% hacia el 2030. Las áreas urbanas con más de cinco millones de habitantes se han bautizado con el nombre de megaciudades. Los científicos estiman que en 2015 existirán en el mundo unas sesenta de estas ciudades gigantes, albergando a un total de seiscientos millones de personas. El crecimiento de las ciudades parece no tener límite, con edificios cada vez más altos e infraestructuras más y más profundas (carreteras, aeropuertos, almacenes, redes de alcantarillado, vías férreas, líneas eléctricas...) Las ciudades se desarrollan cada vez más, y con ellas aumenta también la necesidad de disponer de los recursos de la naturaleza: según se incrementa la población, se dispara la demanda. El hombre emplea materias geológicas para la fabricación de una gran cantidad de los objetos que utiliza en su vida cotidiana. La sociedad actual depende en gran medida de los recursos minerales para la obtención de energía y materias primas. Dado que los recursos del planeta no son inagotables, es imprescindible, además de cambiar los hábitos de consumo (reciclando y empleando energías renovables), investigar para encontrar nuevos recursos y mejorar las técnicas para aprovecharlos de manera más limpia y eficiente. Si a todo esto añadimos el hecho de que las zonas urbanas son enormes máquinas de generar residuos, con la consiguiente necesidad de construir vertederos donde acumularlos y eliminarlos, parece evidente que el crecimiento desmesurado de las ciudades plantea retos geotécnicos y medioambientales que sólo se pueden superar con la aportación de las Ciencias de la Tierra.

Quizá los argumentos esgrimidos hasta ahora caigan en saco roto, pero si mencionamos, como de pasada, que la rapidez del aumento de temperatura durante el siglo XX ha sido desmesurada, que gran parte de este cambio se debe a la emisión de gases de efecto invernadero asociada a la industrialización y que el aumento de la temperatura media puede provocar olas de calor, largos periodos de sequías y episodios de precipitaciones intensas, entre otros efectos más difíciles de predecir, inmediatamente captaremos la atención de una gran parte de la población.

Megaciudades

Melbourne (Australia) Foto: CNICE/MEC


Clima
Laguna proglaciar en la que desemboca la parte oriental del glaciar Vatnajökul. Jökursarlon, Islandia. Foto: Luis Carcavilla (IGME)

Parece que recientemente, en gran medida debido a la incertidumbre generada sobre el futuro del clima en la Tierra, la sociedad está despertando de su letargo y demanda respuestas. Resulta pues indiscutible que un mejor conocimiento científico del planeta en el que vivimos puede proporcionar a la humanidad las herramientas necesarias para un uso sostenible de sus recursos naturales, así como para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

Con el fin de difundir estos saberes entre la clase política y el gran público, ha arrancado en 2008 el Año Internacional del Planeta Tierra, declarado como tal por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2005.


Gracias a esta iniciativa se están impulsando en todo el mundo exposiciones, congresos, publicaciones y actividades divulgativas de toda índole. El lanzamiento formal del evento tuvo lugar en la sede de la UNESCO, en París, los días 12 y 13 de febrero.

CON LOS PIES EN LA TIERRA

Un mejor conocimiento científico del planeta en el que vivimos puede proporcionar a la humanidad las herramientas necesarias para un uso sostenible de sus recursos naturales, así como para mejorar la calidad de vida de sus habitantes

La coordinación del Año Internacional del Planeta Tierra en España corre a cargo de la Comisión Nacional de Geología, órgano adscrito al Instituto Geológico y Minero de España (IGME), Organismo Público de Investigación perteneciente al Ministerio de Educación y Ciencia.

Coincidiendo con la inauguración oficial en nuestro país el 13 de febrero, se puso en marcha una exposición itinerante que se inauguró en Madrid y que se exhibirá durante todo el año 2008 por distintas ciudades españolas. En ella se desarrollan los contenidos esenciales del Año Internacional (aguas subterráneas, peligros naturales, océanos, clima, recursos naturales, Tierra profunda, megaciudades, suelos, tierra y salud, tierra y vida). En una de las salas de la carpa que alberga la exposición, el público puede disfrutar de un audiovisual en tres dimensiones donde se mezclan imágenes reales con gráficos y dibujos que ilustran con claridad los contenidos que se pretenden difundir. Otro de los grandes atractivos de la exposición es un sistema de proyección en forma de esfera, de casi un metro de diámetro, con el que se representa, mediante la proyección de imágenes sobre su superficie y en una pantalla adicional, la Tierra y su dinámica: tectónica de placas, movimientos atmosféricos que dan lugar a tormentas y huracanes, etc.

Bola de la Tierra

Área "Planeta Mágico" en la exposición itinerante Planeta Tierra

Como remate del aprovechamiento de las nuevas tecnologías, la carpa dispone de una zona en la que se persigue despertar los sentidos de la concurrencia sin detenerse exclusivamente en la vista y el oído: un túnel que simula las entrañas de la Tierra, donde se pueden sentir los efectos de un terremoto, presenciar la erupción de un volcán y observar el discurrir de las aguas subterráneas por una cueva kárstica.

A lo largo de todo el 2008 se seguirán realizando múltiples actividades en torno a tan importante celebración, se ofrecerán conferencias y presentaciones científicas, talleres prácticos, excursiones, proyección de documentales... Nada es demasiado cuando lo que se persigue es fomentar la mejora de las condiciones de vida y el amparo del planeta del que formamos parte.

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