Los resultados de un nuevo estudio refuerzan la idea de que había otra especie humana en África y Europa
Durante los últimos días, algunas voces han sugerido que hemos encontrado una nueva especie humana y, aunque no es completamente falso, hay matices que debemos tener en cuenta. Su nombre sería Homo rodhesiensis, pero empecemos por hablar sobre el elefante en la habitación: todo interesado por la evolución humana se ha encontrado, en algún momento, absolutamente perdido entre “árboles filogenéticos” (como árboles genealógicos, pero con especies en lugar de individuos). Porque, ante la crítica creacionista de que los científicos no han encontrado una especie entre humanos y simios, la realidad es que conocemos unas cuantas.
El eslabón perdido ha sido encontrado muchas veces y, con él, primos suyos que, si bien no son nuestros antepasados, son parientes que debemos situar en algún lugar de nuestro “árbol familiar”, que ya cuenta con una veintena de especies. Ahora bien: ¿cómo podemos estar seguros de la relación que guardan estas especies entre sí? O lo que es más ¿cómo podemos saber si dos cráneos diferentes son de especies distintas o, simplemente, parte de la variación que hay entre los individuos de cualquier especie? En el caso del Homo rodhesiensis nos encontramos con esas dificultades y en torno a ellas se abre la polémica.
¿Especie o rareza?
En antropología evolutiva hay consenso sobre muchas cuestiones y, por eso, la estructura general de la mayor parte de árboles filogenéticos es la misma y lo lleva siendo durante muchos años. No obstante, las discrepancias en temas menores y el conocimiento que hubiera en el momento en que se creó el árbol, afectan mucho al resto de sus ramas. Y, cuando hablamos del “momento”, en un campo como es este, pueden cambiar unas cuantas relaciones en cuestión de pocos años. En parte, porque poco a poco se van consensuando más aspectos de nuestra historia evolutiva y los sesgos de algunos países se diluyen o se consolidan a la luz de las pruebas.
Porque, seamos realistas, por muchos fósiles que hayamos encontrado, son solo una pequeña proporción de la variedad de especies e individuos que nos antecedieron. Es en esta confusión en la que nos preguntamos: ¿fue el Homo rodhesiensis una especie en sí misma? Sea como fuere, hay un motivo mucho más profundo por el que resulta incorrecto hablar de una “nueva especie”, y es que el Homo rodhesiensis lleva descrito desde 1921 a partir de un cráneo encontrado en Broken Hill, ahora llamada Kabwe, en Zambia, que por aquel entonces era Rhodesia del Norte.
La polémica
Desde entonces se han encontrado más restos y se ha especulado mucho sobre la naturaleza de estos individuos prehistóricos. Algunos expertos sugieren que estaban más cerca de nosotros que de los neandertales, otros plantean lo contrario y algunos sugieren que son, en realidad, la misma especie que el Homo heidelbergensis. En cualquier caso, el debate no es precisamente nuevo. La actualidad está en otro detalle, concretamente en una investigación donde ha colaborado Atapuerca y que ha estudiado el interior de los cráneos de todas las especies de homínidos prehistóricos (así como del chimpancé y el gorila). El artículo que han publicado pone a la disposición del público el mayor catálogo de este tipo en la historia de la paleoantropología. Pues bien, entre los cráneos estudiados, los tres de Homo rohdesiensis comparten una característica excepcional que no presenta ninguno de los demás individuos: unos senos frontales increíblemente grandes. Podría ser pura variabilidad humana, al igual que existen personas muchísimo más altas que las demás y no por ello constituyen otra especie. Eso ayudaría a explicar que los tres cráneos estén en lugares tan aislados geográficamente entre sí (Zambia, Etiopía y Grecia).
Pero, por otro lado, la falta de senos tan desarrollados en el resto de las especies hace pensar que son algo más que una rareza. Los senos son cavidades en el interior de nuestro cráneo que actúan como resonadores de nuestra voz, aligeran nuestra osamenta, aíslan térmicamente e incluso parecen participar en la distribución de fuerzas durante la masticación. Y, según ha visto este mismo estudio, parece que, a partir de la aparición del Homo erectus, el desarrollo del lóbulo frontal del cerebro y el tamaño del seno frontal han estado estrechamente relacionados.
Por lo tanto. ¿Se ha descubierto una nueva especie humana? La respuesta parece ser que no. No, porque no es nueva, ni se ha “descubierto” algo determinante que resuelva la polémica. De hecho, en el propio artículo de la investigación deciden incluir esos tres restos de Homo rohdesiensis en la especie Homo heidelbergensis, aunque ellos mismos indican que no todos los autores estaban de acuerdo. Por otro lado, sí es cierto que este nuevo análisis de los senos craneales aporta pruebas interesantes a favor de considerar al Homo rohdesiensis una especie por derecho propio. El debate sigue servido.
Referencia bibliográfica:
Balzeau, A. et al. (2022) “Frontal sinuses and human evolution,” Science Advances, 8(42). Available at: https://doi.org/10.1126/sciadv.abp9767.