Saturnino Cambronero fue el principal protagonista que tuvo la primigenia industria farmacéutica del inyectable en España; sus propuestas, no siempre suficientemente reconocidas por sus superiores, revolucionaron la industria militar del medicamento e influyeron en sus compañeros de la farmacia civil, en parte debido a su labor como correa de transmisión, como bisagra entre la farmacia militar y la civil, en definitiva, entre la oficina de farmacia y la industria.
Saturnino Cambronero fue el principal protagonista que tuvo la primigenia industria farmacéutica del inyectable en España; sus propuestas, no siempre suficientemente reconocidas por sus superiores, revolucionaron la industria militar del medicamento e influyeron en sus compañeros de la farmacia civil, en parte debido a su labor como correa de transmisión, como bisagra entre la farmacia militar y la civil, en definitiva, entre la oficina de farmacia y la industria
La voz española más autorizada en materia de técnica farmacéutica inyectable durante el primer tercio del siglo XX –período decisivo para la implantación de esta industria- fue el farmacéutico militar Saturnino Cambronero González, nacido en la localidad soriana de Medinaceli el 29 de noviembre de 1867. Estudió Farmacia en la Universidad Central y aprobó las oposiciones al Cuerpo Farmacéutico de Sanidad Militar en 1890, ingresando como farmacéutico segundo. Durante los primeros años de su dilatada vida castrense fue destinado en diversos hospitales militares, tanto peninsulares como americanos. El azar de un sorteo le llevaría a tierras americanas; con casi 28 años embarcaba en A Coruña rumbo a Cuba; allí serviría, sucesivamente, en los hospitales militares de Santa Clara, San Ambrosio y Placetas, y en el Depósito-Laboratorio de La Habana, hasta que, la pérdida de las últimas colonias españolas en América, precipitara la salida de todos los destacamentos militares en la isla.
Neceser Cambronero
Su nuevo destino fue la farmacia del Hospital Militar de A Coruña, aunque en 1902 pasaría a engrosar el equipo sanitario del Hospital Militar de Palma de Mallorca. Cuatro años después fue trasladado al Establecimiento farmacéutico militar número 4 de Madrid. Su vocación por la tecnología farmacéutica pronto le llevaría a un nuevo destino donde, a buen seguro, pudo desarrollar su trabajo en mejores condiciones que en una farmacia de plaza tradicional; en septiembre de 1906 queda en situación de excedente en la Primera Región Militar y se le destina al Laboratorio Central de Medicamentos, el auténtico corazón industrial del Ejército español, situado en la madrileña calle de Amaniel, donde pondría en funcionamiento el primer laboratorio industrial de inyectables del Ejército español. En 1912 adquiere el empleo de Farmacéutico Mayor de Sanidad Militar por antigüedad y, por último, en 1919, el de Subinspector Farmacéutico de Segunda Clase, también por antigüedad, que desempeñaría en la farmacia del Hospital Militar de Madrid (Carabanchel) hasta su muerte. Falleció en Madrid, el 21 de enero de 1927.
Esquema del autoclave "Ideal, Sistema CGS"
Las principales aportaciones de S. Cambronero a la ciencia y la técnica farmacéutica se desarrollaron en el ámbito del medicamento inyectable, no obstante también fue muy interesante su trabajo en favor del progreso de la Sanidad Militar a través de una serie de formulaciones, procedimientos, aparatos y sistemas de su invención –algunos patentados-, que buscaban la resolución de algunos problemas de índole sanitaria, enquistados desde antiguo en el Ejército español, así como la optimización de los recursos sanitarios puestos a disposición de la tropa. Es aquí donde debemos incluir sus trabajos sobre la purificación y mineralización de las aguas -íntimamente relacionados con los procesos de esterilización de líquidos inyectables-, así como otras aportaciones de índole alimentaria, terapéutica o corporativa, como los “tabloides alimenticios”, el “paquete de cura individual”, la pomada antivenérea o la redacción del petitorio-formulario y de todo aquello relacionado con la farmacia aparecido en el Reglamento de hospitales militares.
El bagaje científico de Cambronero en el ámbito de la terapéutica inyectable abarca desde la formulación de soluciones inyectables, como su “Ampolla Raqui” para anestesia intrarraquídea –elaborada conjuntamente con el cirujano militar Mariano Gómez-Ulla- o su estudio sobre inyectables de morfina en atmósfera de CO2, hasta la más depurada técnica farmacéutica utilizada en la preparación de ampollas medicinales, pasando por sus modificaciones a los tradicionales sistemas de administración de sueros.
Cambronero, S. Ampollas medicinales. Técnica de su preparación. Madrid: Colonial, 1924.
Pero donde S. Cambronero brilló fue en el terreno del aparataje utilizado en los procesos de elaboración industrial y pseudoindustrial de ampollas inyectables, principalmente en las operaciones de esterilización y llenado. En el terreno de la esterilización de inyectables son de destacar la ultrafiltración, los tubos o ampollas empleados como testigos de esterilización y, sobre todo, su autoclave “Ideal, Sistema CGS” –que corresponde a las iniciales de su nombre-, una modificación y perfeccionamiento útil e interesante del autoclave de Chamberland. Sus contribuciones a la técnica farmacéutica del llenado de ampollas son numerosas y, en ocasiones, brillantes; sencillos aparatos, que conseguían simplificar al máximo el material de laboratorio y todos los procesos relativos a la técnica operatoria conducente a la elaboración de esta forma farmacéutica, pero aptos para la producción a gran escala. Sus ingenios demostraron a sus colegas de la Farmacia civil que también podían elaborarse inyectables al por mayor, únicamente, con el aparataje existente en cualquier botica y sin necesidad imperiosa de adquirir costosas máquinas de vacío, como las utilizadas por las grandes industrias del medicamento.
Apenas tres años antes de su muerte, acaecida en 1927, vio la luz su texto más importante: Ampollas medicinales. Técnica de su preparación (Madrid: Colonial, 1924), un libro donde el autor recogía sus experiencias en los departamentos de inyectables del Laboratorio Central de Medicamentos y del Hospital Militar de Carabanchel y, por supuesto, todas estas propuestas farmacotécnicas. Un valioso compendio de experiencia profesional e innovación tecnológica que, como él mismo señalara, fue escrito “con el fin de que los Farmacéuticos Españoles puedan aprovechar las enseñanzas adquiridas por el que subscribe para nacionalizar de esta suerte en lo posible esta forma farmacéutica, y por considerarlo útil á la practica farmacéutica de los Hospitales Militares que carecen en su biblioteca de obras Españolas para consultas asunto de tanto interés en la asistencia facultativa de los enfermos”.
Más información:
RODRÍGUEZ NOZAL, Raúl, 2004. Farmacia e Industria. La producción de los primeros medicamentos en España. Madid: Nivola. ISBN: 8495599783