Lanza un grito
de alegría, Coolidge.
Para lo bueno
no ahorro palabras.
De los elogios
ruborízate como el paño de mi bandera,
aunque seas
superunited states
of
América
Como a la iglesia
va
el creyente extraviado,
como, sencillo y severo,
se retira a una celda,
así yo
en el gris
crepuscular
piso
humildemente
el puente de Brooklyn.
Como en la ciudad
hecha polvo
entra el vencedor
sobre cañones
largos como jirafas,
así yo,
ebrio de orgullo,
hambriento de vida,
me encaramo
altivo,
al puente de Brooklyn.
Como el pintor
clava su ojo
enamorado y agudo
en la virgen del museo,
así yo
de pie, bajo el cielo
plagado de estrellas,
miro
a Nueva York
desde el puente de Brooklyn.
[
]
Estoy orgulloso
de ese
kilómetro de acero,
en él se han concretado
mis sueños:
la batalla
de las estructuras
contra los estilos,
el cálculo riguroso
de tuercas
y del acero.
Si
llegase
el fin del mundo,
el caos
pondría el planeta
patas arriba
y sólo
quedaría
este puente
encabritado sobre el polvo de la ruina,
y así como
de huesos finos como agujas,
engorda
en el museo
los enormes lagartos fósiles,
así
con ese puente
el geólogo de los siglos
podrá
reconstruir