Cuando por algún motivo el precio del etanol sube en las estaciones de servicio, se vuelve más ventajoso en términos económicos cargar el tanque de un auto flex con gasolina. Pero la salud de toda la población paga el precio de ello: el reemplazo de un combustible por otro implica una elevación de un 30% en la concentración atmosférica de material en partículas ultrafinas, aquéllas que tienen un diámetro menor a 50 nanómetros.
Este fenómeno se constató en la ciudad de São Paulo, en Brasil, en el marco de un estudio que contó con el apoyo de la Fundación del Estado de São Paulo para el Amparo a la Investigación Científica (FAPESP) y que salió publicado en la revista Nature Communications.
"Esas nanopartículas de polución son tan pequeñas que se comportan como moléculas de gas. Al inhalarlas, logran cruzar todas las barreras de defensa del sistema respiratorio y llegar a los alvéolos pulmonares, y así transportan directamente a la sangre sustancias potencialmente tóxicas, con lo cual pueden derivar en un aumento de la incidencia de problemas respiratorios y cardiovasculares", dijo Paulo Artaxo, docente del Instituto de Física de la Universidad de São Paulo (IF-USP) y coautor del artículo. Según el profesor, entre el 75% y el 80% de la masa de nanopartículas que medimos en este estudio corresponde a compuestos orgánicos emitidos por vehículos, es decir, carbono en distintas formas químicas.
Tal como explicó el investigador, en la actualidad, la concentración de este tipo de nanopartículas no se monitorea o no está regulada por los organismos ambientales, tanto en Brasil como en otras naciones. La Compañía Ambiental del Estado de São Paulo (Cetesb), por ejemplo, monitorea regularmente tan sólo las partículas sólidas de 10 mil nanómetros de diámetro (PM10) y las de 2,5 mil nanómetros (PM 2,5), aparte de otros contaminantes gaseosos tales como el ozono (O3), el monóxido de carbono (CO) y el dióxido de nitrógeno (NO2).
"Se hace necesario investigar mejor cuáles son exactamente estos compuestos y sus impactos sobre la salud", subrayó Artaxo. No obstante, en Estados Unidos y en Europa ya está se estableciendo -con base en investigaciones recientes- un consenso que apunta que estas emisiones son potencialmente perjudiciales para la salud y deben estar sujetas a una regulación. En varios estados norteamericanos, como en California, existen leyes que obligan a mezclar entre un 20% y un 30% de etanol en la gasolina, cosa que también ayuda a disminuir la liberación de material en partículas ultrafinas.
La colecta de datos se ha hecho entre los meses de enero y mayo de 2011, y los análisis se realizaron antes, durante y después de una fuerte fluctuación en el precio del etanol -motivada por factores macroeconómicos, como la variación del precio del azúcar en el mercado internacional- lo que indujo el cambio del combustible consumido en São Paulo.
Si bien no se constató una alteración importante en las concentraciones de material en partículas finas e inhalables -PM 2,5 y PM10-, por una parte, se comprobó en una situación cotidiana real que la opción del etanol reduce las emisiones de material en partículas ultrafinas, por otra. Hasta ese momento, este fenómeno sólo se había sido observado en laboratorio.
"Estos resultados refuerzan la necesidad de implementar políticas públicas tendientes a estimular el uso de biocombustibles, pues dejan claro que la población pierde en salud el dinero que ahorra en el surtidor cuando opta por la gasolina", sostuvo Artaxo.
Según Artaxo, la investigación incluyó aproximación innovadora para que el estudio se enfocase en los aerosoles más envejecidos, es decir, que ya han interactuado con otras sustancias presentes en la atmósfera. Por tanto, la colecta tuvo lugar en un sitio relativamente alejado de las grandes avenidas -la azotea de un edificio de 10 pisos localizado en el Instituto de Física de la USP, en la zona oeste de São Paulo-. "La contaminación que respiramos cotidianamente en nuestras casas o en el trabajo no es la que sale directamente del tubo de escape de los vehículos, sino que está formada por partículas procesadas previamente en la atmósfera", explicó.
Además, el análisis fue hecho por medio de la adaptación de un modelo desarrollado por el economista Alberto Alvo (primer autor de lo artículo), que integra de modo meticuloso una grand cantidad de variables. "Adoptamos un modelo estadístico sofisticado, desarrollado originalmente para la realización de análisis económicos y se ha empleado por primera vez en el análisis de la química atmosférica de nanopartículas. La gran ventaja de ello es que esa herramienta nos permite trabajar con todas estas variables: la presencia o la ausencia de lluvia, la dirección del viento, la intensidad del tránsito y la concentración de ozono, monóxido de carbono y otros contaminantes", comentó Artaxo.
El hecho de que el parque de autobuses de la capital paulista aún dependa del gasoil, advirtió Artaxo, trae aparejado un problema aún más grave para la salud: la emisión del llamado carbono negro, uno de los principales componentes de hollín y uno de los contaminantes que contribuyen al calentamiento del planeta. El sector de transportes es, junto al de generación de energía, el mayor emisor de contaminantes provenientes de la quema de combustibles fósiles.
Para Artaxo, el incentivo a los vehículos eléctricos, híbridos o alimentados con biocombustibles es fundamental para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.
"El incentivo a los biocombustibles permite resolver varios problemas a la vez. Ayuda a combatir el cambio climático, disminuye los daños ocasionados a la salud y genera avances en la tecnología automovilística, pues la industria contará con un estímulo para desarrollar coches más económicos y eficientes impulsados con etanol", dijo Artaxo.
El estudio fue conducido durante la investigación de post-doctorado de Joel Ferreira de Brito, que tuvo la supervisión de Artaxo. Franz Geiger, químico de la Universidad de Northwestern (EUA), también ha colaborado. Alberto Salvo es profesor en la Universidad Nacional de Singapur.