Tras un análisis estadístico, investigadores han revelado una evidencia matemática que determina el por qué de los pocos gobernantes que murieron por causas naturales
Calígula fue asesinado por unos conspiradores. A Julio César le apuñalaron 23 veces. Cómodo fue estrangulado por su liberto Narciso. Caracalla también fue víctima de revolucionarios y Domiciano no sobrevivió a una puñalada en la ingle. No son cuentos, son historias reales que se han ido descubriendo a través de estudios e investigación. La antigua Roma era un lugar tan esplendoroso como arriesgado para un líder. La mayoría de emperadores romanos murieron por causas violentas, algo que no solo aseguran los documentos o archivos históricos, sino también la ciencia. Los científicos de datos del Instituto de Ciencias Matemáticas e Informáticas de la Universidad de Sao Paulo (ICMC-USP), han identificado un patrón matemático que explica por qué tan pocos emperadores romanos llegaban a vivir tanto como para morir por causas naturales.
Se trata de un análisis estadístico en el que los científicos han estudiado las acciones imprevisibles individuales que podrían producir patrones predecibles de comportamiento colectivo. Algo que parece complejo, pero que ha concluido en que solo el 24,8% de los 69 hombres que gobernaron el Imperio Romano murieron por causas naturales. El resto: muertes violentas, asesinatos, en el campo de batalla o en complots de Palacio. Según han publicado en el “Royal Society Open Science”, revelan un patrón que determina que la regla del 80/20 está asociada a las muertes de los gobernantes romanos.
“Aunque parezcan aleatorias, las distribuciones de probabilidades en forma de ley potencial se encuentran en muchos otros fenómenos asociados a sistemas complejos, como el tamaño de los cráteres lunares, la magnitud de los terremotos, la frecuencia de las palabras en los textos, el valor de mercado de las empresas e incluso el número de seguidores que tiene la gente en redes sociales”, explica el científico Francisco Rodrigues. Y esto se puede extrapolar a la antigua Roma.
Para los expertos, aquello que define la longevidad de los emperadores romanos es lo que se llama “Principio de Pareto”, también conocido como regla del 80/20. Es decir, la probabilidad de un suceso común es del 80% y la de un suceso raro es del 20%, aproximadamente. Por ejemplo, el 80% de cráteres lunares son relativamente pequeños, y el 20% son grandes. En Twitter, el 80% de los usuarios tienen unas decenas de seguidores, mientras que el 20% tienen miles o millones. En el caso de los emperadores romanos, lo común era morir de manera violenta y lo raro era no ser asesinado.
Según el estudio, cada gobernante solo disponía de un 30% de probabilidades de llegar a una edad avanzada y, por tanto, de no ser asesinado en cualquier momento de su vida. Eso sí, para algunos el riesgo era mayor que para otros: “Cuando analizamos el tiempo que transcurría hasta la muerte de cada emperador, descubrimos que el riesgo era alto cuando el emperador subía al trono. Esto podría tener que ver con las dificultades y exigencias del cargo, así como la falta de experiencia política”, dice Rodrigues. Y añade que “el riesgo disminuye hasta que el emperador haya reinado 13 años y, a partir de ese tiempo, vuelve a aumentar bruscamente”.
Tal era la improbabilidad de que un gobernante llegara vivo a que la propia naturaleza le provocara la muerte, que los investigadores lo han asemejado con los terremotos. En el estudio explican que la probabilidad de que los emperadores tuvieran vidas cortas es similar a la de que se produzcan terremotos pequeños, pues estos son más comunes que los grandes.