José Manuel Sánchez Ron. Premio Julián Marías 2016 a la carrera científica.
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"Las cualidades que debe tener un buen investigador son: curiosidad, constancia, imaginación, claridad de ideas y, sobre todo, amor a su profesión"

Entrevista a José Manuel Sánchez Ron. Premio Julián Marías 2016 a la carrera científica.

José Manuel Sánchez Ron es Licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y doctor en Física por la Universidad de Londres. Desde 1994 es catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad Autónoma de Madrid, en la que antes fue profesor titular de Física Teórica.

La labor investigadora del profesor Sánchez Ron es relevante tanto por su calidad y por la variedad de temas, como por su volumen: 414 trabajos en Historia de la Ciencia entre los que se encuentran 47 libros de su autoría y 15 como editor o coordinador. Ha cultivado, asimismo, el ensayo y la divulgación periodística con 90 artículos de opinión en periódicos y centenares de reseñas de libros. En definitiva, ha contribuido a la historia de la ciencia nacional e internacional, a la historia de las ideas y a la de índole socioeconómica e institucional, preferentemente de los siglos XIX y XX.

Para empezar esta entrevista, nos gustaría conocer cómo nació su vocación científica ¿Cuándo y por qué decidió que quería ser científico?

Durante los últimos años de mi bachillerato. Supongo -no lo recuerdo bien- que debido a que había leído ya algunos libros que trataban de física, en particular sobre la vida y obra de Albert Einstein. Un detalle curioso que sí recuerdo es que tuve dudas a la hora de decidir entre seguir el bachillerato de Letras o de Ciencias, porque no se me daba mal escribir y me gustaban asignaturas como Filosofía, Lengua y Literatura o Latín. Si opté por el bachillerato de Ciencias es porque consideré que era más difícil y más relevante para entender el mundo, la realidad que nos rodea. Aunque consideré otras opciones (alguna ingeniería), finalmente me decidí por estudiar Físicas en la Complutense. Nunca me he arrepentido y aunque siento no haber recibido nunca una educación reglada en historia o filosofía, considero un bien inapreciable la instrucción que obtuve en física (y también en matemáticas, muy importante para alguien, como yo, que quería ser físico teórico).

Su trayectoria como investigador está vinculada fundamentalmente a la Historia de la Ciencia. Háblenos de su trayectoria como investigador y de las instituciones a las que ha estado vinculado hasta ahora.

Durante no pocos años me dediqué a la física teórica, en el campo de la relatividad, y obtuve por oposición un puesto de profesor titular de Física Teórica en la Universidad Autónoma de Madrid. Había comenzado a investigar en ese campo como profesor ayudante en la Autónoma, pero en 1975 me marché a Londres -primero al Departamento de Matemáticas del King's College y después al de Física y Astronomía del University College- con una beca de la European Space Research Organization (ESRO), hoy European Space Agency (ESA), donde me doctoré. Mi tesis fue sobre relatividad especial, electromagnetismo y gravitación, muy matemática, pero también contenía una parte de historia y filosofía de la ciencia. Y es que en Londres encontré un ambiente en el que las fronteras entre ciencia, filosofía e historia no eran tan impermeables como en España. Las posibilidades que tuve entonces de asistir a seminarios y conferencias -tanto en Londres como en Oxford, donde por razones familiares viví los últimos años (era lo que se denominaba un commuter, tomaba el tren para ir y volver en el día de Oxford a Londres)-, de beneficiarme de las espléndidas bibliotecas universitarias, fueron decisivas para mi carrera posterior. También me ayudó mucho el año que pasé después de dejar Inglaterra como profesor visitante en el Departamento de Física de la Temple University de Filadelfia. Todas las semanas pasaba al menos un día trabajando en el Archive for the History of Quantum Physics de la American Philosophical Society. Los materiales que obtuve entonces fueron imprescindibles para un libro que publiqué un cuarto de siglo más tarde: Historia de la física cuántica I: El periodo fundacional (1860-1926). Espero, por cierto, terminar el segundo volumen este año (2018). Y en Estados Unidos entré en contacto con físicos como John Stachel que han dejado también su marca en historia de la ciencia (Stachel fue el editor del primer volumen de los Einstein Collected Papers)

Ya de regreso a Madrid, convalidado mi título de doctor (algo que entonces no era fácil; creo que fui uno de los primeros en poder utilizar este procedimiento) y obtenida mi titularidad en Física Teórica, poco a poco, en la década de 1980, fui prestando cada vez más atención a la historia de la ciencia, hasta que ésta ocupó todo mi tiempo y fui reconocido como historiador, lo que al cabo de un tiempo condujo a que se creará - a petición de catedráticos de la Facultad de Ciencias de la Autónoma, por la que siempre estaré agradecido - una cátedra de Historia de la Ciencia, que gané por oposición y que continúo ocupando.

En historia de la ciencia me he ocupado de diferentes temas. Mi primer libro, El origen y desarrollo de la relatividad (Alianza Editorial 1983), era una reconstrucción internalista -esto es, que se basaba sobre todo en el desarrollo de ideas, de los conocimientos científicos, con escasas referencias a contextos "externos"- de la génesis de las teorías especial y general de la relatividad einsteiniana. No he abandonado completamente enfoques de este tipo (por ejemplo, en mi libro Historia de la física cuántica, I: el periodo fundacional (1860-1926), publicado por la editorial Crítica en 2001), pero he prestado más atención a tratamientos más amplios; la mejor muestra de ello es la segunda edición de mi libro (de casi 1.000 páginas) El poder de la ciencia (Crítica 2007), significativamente subtitulado Historia social, política y económica de la ciencia (siglos XIX y XX). En el campo de la historia de la ciencia internacional, y dejando al lado artículos y los mencionados El poder de la ciencia e Historia de la física cuántica, he publicado, entre otros, libros sobre Marie Curie, las relaciones de Napoleón, Hitler, Stalin y Eisenhower con la ciencia y los científicos, la historia de las telecomunicaciones, la física de la segunda mitad del siglo XX (mi libro El mundo después de la revolución. La física de la segunda mitad del siglo XX -publicado por Pasado & Presente en 2014- por el que obtuve el Premio Nacional de Ensayo 2015, la primera vez que este premio se concedió a un libro sobre ciencia). En 2015 volví a Einstein, con un libro que englobaba las muchas investigaciones que había dedicado a este físico desde mi El origen y desarrollo de la relatividad: Albert Einstein: su vida, su obra y su mundo (Crítica). He publicado también historias generales de la ciencia, una, Historia de la ciencia, en colaboración con Víctor Navarro y Javier Ordoñez, en la colección Austral de Espasa (2004, octava edición 2013), y dos con el eminente historiador general Miguel Artola: Los pilares de la ciencia (Espasa 2012) y Ciencia. Lo que hay que saber (Espasa 2017). Otro apartado al que he dedicado atención, mucha más de la que pude imaginar inicialmente, es a la historia de la ciencia en España. Una obra, creo, de referencia en el campo es mi Cincel, martillo y piedra. Historia de la ciencia en España (siglos XIX y XX) (Taurus 1999). He publicado, asimismo, historias de las principales instituciones científicas españolas del siglo XX: la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), la Junta de Energía Nuclear, ahora Centro de Investigaciones Energéticas y Medioambientales (en colaboración con Ana Romero de Pablos), y espero completar pronto la del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Y también biografías de científicos españoles: Esteban Terradas (con Antoni Roca i Rosell), Miguel Catalán, Santiago Ramón y Cajal (junto a Juan Fernández Santarén y Pedro García Barreno) y José Echegaray.

También he escrito libros que podemos calificar de ensayo, pero en los que siempre he utilizado la historia de la ciencia: Diccionario de la ciencia (Planeta 1996, Crítica 2006), El futuro es un país tranquilo (Espasa 2001), ampliado después en una nueva edición ahora titulada Cartas a Isaac Newton, (9687-9688 D. C.) (Espasa 2013), Los mundos de la ciencia (Espasa 2002) y La Nueva Ilustración. Ciencia, tecnología y humanidades en un mundo interdisciplinar (Ediciones Nobel 2011), por el que recibí el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos. A medio camino entre la divulgación y el ensayo pertenece una trilogía que publiqué en colaboración con el gran dibujante Antonio Mingote: ¡Viva la ciencia!, El mundo de Ícaro y Una historia de la medicina (Crítica 2008, 2010 y 2013).

No quiero dejar de mencionar una actividad muy querida por mí, la de editor de clásicos de la ciencia, bien dirigiendo colecciones o encargándome de la edición de obras concretas. Me enorgullezco de ser el responsable de la publicación de obras de científicos como Galileo, Newton, Darwin, Maxwell, Echegaray, Felix Klein, Hilbert, Einstein, Schrödinger, Blas Cabrera, Von Neumann, Hawking o Penrose (a todos estos contribuí con estudios introductorios), entre otros. Asimismo, he dirigido-editado numerosos volúmenes colectivos sobre historia de la ciencia en España.

Por último me referiré a otra actividad, la de comisario de algunas exposiciones: Comisario de la exposición "Cien años de ciencia en España" (Residencia de Estudiantes, 1999), "Einstein en España" (2005), "Centenario de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas" (2008), "Los Reinos de la Astronomía. La herencia de Alfonso X" (junto a Juan Luis García Hourcade, en el Alcázar de Segovia), "Libros inmortales, instrumentos esenciales" (junto a Javier Ordoñez, Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, Madrid (2013) y, junto a Carmen Iglesias, de la exposición "La lengua y la palabra. Trescientos años de la Real Academia Española" (Biblioteca Nacional 2014). Próximamente, en marzo de este año, se inaugurará una gran exposición de la que soy comisario único en la Biblioteca Nacional, "COSMOS".

¿De qué resultados de investigación está más orgulloso y cuáles han contribuido más en el avance de su especialidad?

Como cualquier investigador, estoy orgulloso de la mayoría de los textos que he escrito, pero si tuviera que seleccionar, pensando al mismo tiempo en publicaciones que, pienso, han ayudado a avanzar mi especialidad, elegiría mis libros El poder de la ciencia, Cincel, martillo y piedra, Albert Einstein: su vida, su obra y su mundo (estos tres ya citados), Miguel Catalán. Su obra y su mundo (Fundación Menéndez Pidal/CSIC, Madrid 1994), INTA. 50 años de ciencia y técnica aeroespacial (Ministerio de Defensa/Doce Calles/INTA, Madrid 1997) y, el libro del que fui editor junto al gran historiador de la física Paul Forman, National Military Establishments and the Advancement of Science and Technology (Kluwer, Dordrecht 1996), que forma parte de la prestigiosa serie "Boston Studies in the Philosophy of Science". Y también de  algunos artículos publicados (en inglés), de títulos: "The reception of special relativity in Great Britain", "Steady-state theory, the arrow of time, and Hoyle and Narlikar's theories", "The reception of general relativity among British physicists and mathematicians (1915-1930)", "Spain's first school of physics: Blas Cabrera's  Laboratorio de Investigaciones Físicas" (junto a Antoni Roca Rosell), "Larmor versus general relativity", "International relations in Spanish physics from 1900 to the Cold War", "George McVittie, the uncompromising empiricist", Science frustrated: the 'Einstein Institute' in Madrid", "From the private to the public: The road from Zurich (1897) to Madrid (2006)" (éste me hizo especial ilusión ya que se publicó en el volumen I, el de las "Plenary Lectures and Ceremonies", de los Proceedings of the International Congress of Mathematicians. Madrid, August 22-30, 2006), "Rebuilding the heart in Darwin's year: stem cell therapies in a Darwinian context", "The early reception of Einstein's relativity among British philosophers", y "The non-introduction of low-temperature physics in Spain: Julio Palacios and Heike Kamerlingh Onnes". Algunos de estos articulos se citan en obras de historiadors internacionales, así como en la bibliografía de tomos de los Einstein Collected Papers.

¿Qué utilidad económica y social tiene su proyecto? ¿Cómo va a beneficiarse la sociedad de los resultados obtenidos?

Mi especialidad, la historia de la ciencia, no puede presumir de "utilidad económica". Otra cosa es "utilidad social", en tanto que siempre he pretendido no solo reconstruir el pasado científico, sino, al mismo tiempo, mostrar la importancia de la ciencia para cualquier sociedad, y que la ciudadanía entienda además de sus resultados los procesos de muy diverso tipo (entre ellos los económicos, políticos, militares, ideológicos, filosóficos...) que subyacen en su desarrollo. En este sentido, creo que la sociedad se puede beneficiar de lo que he escrito. Mi idea de la historia es similar a lo que presentó el historiador, sociólogo y politólogo italiano Benedetto Croce en uno de sus libros, La storia come pensiero e come azione (1938), "La cultura histórica tiene por fin conservar viva la conciencia que la sociedad humana tiene del propio pasado, es decir, de su presente, es decir, de sí misma; de suministrarle lo que necesite para el camino que ha de escoger; de tener dispuesto cuanto, por esta parte, pueda servirle en lo porvenir".

Es académico de la Real Academia Española desde 2003 (sillón G) y actual vicedirector de la misma desde 2016, académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (2006) y académico de la AcademiasInternational d'Histoire des Sciences de Paris (2006). ¿Cuál es su labor fundamental como académico?

En la Real Academia Española, que es donde más actividad desarrolló, formó parte de la Comisión del Vocabulario Científico-Técnico, a la que también pertenecen, junto a otros académicos, la bióloga molecular Margarita Salas, el médico Pedro García Barreno y el arquitecto Antonio Fernández de Alba. Somos, por consiguiente, únicamente cuatro los que poseemos formación específica en ciencia-tecnología, de manera que nuestra tarea es importante para ayudar a seleccionar, y definir, entre la gran cantidad de términos científicos o tecnológicos que constantemente se crean, al igual que para renovar las definiciones de los que ya forman parte de nuestro diccionario. En la medida en que en el mundo actual la terminología científico-técnica es particularmente activa, esa tarea, de la participo, es, creo, importante.

Y para terminar ¿Qué cualidades cree que debe tener un buen investigador?

Curiosidad, constancia, imaginación, claridad de ideas y, sobre todo, amor a su profesión, que no desee dedicarse a otra cosa.

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