La pandemia nos ha ayudado a distinguir lo importante de lo accesorio, a veces desafiando nuestras creencias más profundas
En este divertido artículo en The Guardian, una madre explica cómo las restricciones y cuarentenas han cambiado su forma de ver el mundo. Para ella, llegar tarde a los sitios ha dejado de ser una razón de sufrimiento, en gran parte porque se ha dado cuenta de que el mundo no se acaba con esos pequeños deslices.
Este nuevo estado le ha traído más paz de espíritu, pero también se pregunta si estos cambios serán duraderos. Como escribe: “Es bueno estar sin ansiedad y todo el mundo se beneficia si gritamos menos pero, por otro lado, ¿dónde termina esto? ¿Qué pasa si nunca puedo volver a acumular adrenalina?”