SERIA ADVERTENCIA<br>
Sobre la biodiversidad amenazada
Reseña realizada por Jorge de Vivero<br>
Profesor de Literatura y Ecologista
HIJOS Y PADRES
Miguel Delibes es hijo de Miguel Delibes, por eso tiene que añadir de Castro, su segundo apellido, en los libros de que es autor, tal el que reseñamos aquí. Gajes de ser el primogénito de uno de los grandes novelistas españoles de la segunda mitad del siglo XX. Y de casta le viene al galgo su amor por la Tierra y los animales que la pueblan. Cómo no iba a amar la Naturaleza cuando su padre escribió magistrales páginas sobre ella. Cómo no, si su padre salía al campo siempre que podía, a las parameras castellanas tras la perdiz roja o simplemente a pasear, a ver y a contarlo. Esas experiencias -lo sé en primerísima persona- dejan huella imborrable en el alma de un niño y, frecuente y venturosamente, marcan el futuro como adulto.
Así que Miguel Delibes de Castro, el hijo de Miguel Delibes Setién, nació en Valladolid en 1947 y estaba predestinado a ser biólogo. Y lo fue, doctorándose en la Universidad Complutense. Lo que ya no estaba escrito es que destacara tanto en su profesión, hasta el punto de que entre sus colegas y los conservacionistas no es el hijo de nadie, sino que Miguel Delibes, el novelista, es simplemente su padre. Y a mucha honra, por supuesto. Para sellar esa alianza como paladines defensores de la Naturaleza, ambos Miguel Delibes acaban de publicar conjuntamente La Tierra herida, también en Ediciones Destino.
Nuestro hombre es doctor, profesor del CSIC y experto en Biología de la Conservación, nueva disciplina tan apasionante como necesaria. Fue director de la Estación Biológica de Doñana durante ocho años, desde 1988 a 1996, y allí pudo entrar en contacto directo y privilegiado con esa amenazadísima especie de nuestra fauna que es el lince ibérico, del que es un gran especialista. Como lo es también de la nutria, el máximo especialista español, sin duda. Linces y nutrias, ¿puede haber algo más hermoso, más vivo y más representativo de nuestra Naturaleza?
Miembro destacado de las más prestigiosas asociaciones científicas y conservacionistas internacionales, antiguo colaborador de Rodríguez de la Fuente, autor tanto de sesudos estudios como de trabajos divulgativos, aúna dos cualidades absolutamente necesarias para hacer valioso un libro como La naturaleza en peligro: el rigor y la amenidad. Ninguna de esas cualidades debe empequeñecer a la otra cuando se pretende llegar dignamente al gran público. Lo consigue. Y como el tema es tan apasionante como trascendente, tiene tanto interés como dramatismo, no dudamos en recomendar la obra.
EL LIBRO
El título completo de este ensayo, publicado en 2005 por Ediciones Destino en formato de bolsillo, es La naturaleza en peligro. Causas y consecuencias de la extinción de especies. En realidad se trata de una nueva edición de Vida. La naturaleza en peligro aparecido en el 2001 bajo el sello de Temas de Hoy. Ya se sabe lo difícil que es vender libros, pero estas cosas quizá debieran avisarse, por respeto al lector.
Su eje es algo tan fundamental y tan de actualidad, casi de moda, como la biodiversidad, que el autor, por su profesión y afición, domina como pocos. La profesión le aporta máximo rigor; la afición, ese entusiasmo imprescindible para hacer llegar el mensaje sin que lo interrumpa el ruido del temible aburrimiento. También es un acierto, y colabora a una fácil y placentera lectura, la estructuración en cortísimos capitulillos, casi cien para una obra de extensión media. Cada una de estas secuencias -y utilizamos el término cinematográfico, porque así funcionan con respecto al todo y porque agilizan el ritmo- se centra en un caso o en la explicación, siempre asequible para cualquiera, de un concepto. Y los títulos de algunos capítulos juegan asimismo con la evocación de películas, como Los cuatro jinetes del Apocalipsis, Varios cabalgan juntos o La vida tenía un precio. En realidad otros títulos son extraordinariamente atractivos, y dan perfectamente el tono de buena divulgación, no exenta de humor, que adopta el autor y que agradece el lector. Ahí va una muestra. Las cinco grandes... y pico, ¡Ha sido sin querer! o ¿Porno duro o bosques de bambú para el panda gigante?
Estas secuencias se agrupan a su vez en 12 capítulos más tradicionales y éstos en tres grandes partes, por este orden: Buceando en la diversidad, ¿Por qué desaparecen las especies y ¿Cuánto vale la biodiversidad.
Quizá usted no sepa que hubo cinco grandes, catastróficas extinciones desde que hay vida en la Tierra, y que en cada una de ellas, como mínimo, desaparecieron el sesenta por cierto de las especies. ¿Y si, como parece, estamos iniciando la sexta? O quizá no sepa que un gato- no una especie de gato, sino un solo ejemplar- hizo que desapareciese una especie de pajarillos de la faz de la Tierra. Pues si siente curiosidad por estos y otros casos tan interesantes, en este libro encontrará la respuesta. Y los dos ejemplos nos ilustran de la variedad del libro, que se mueve entre lo más amplio y lo más concreto. Y que geográficamente lleva desde continentes lejanos a lugares bien significativos de la maravillosa biodiversidad ibérica, desde el lago Vitoria a las dehesas extremeñas. Así es difícil que decaiga la atención lectora.
EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA
Uno piensa que libros así eran los que debieran ser recomendados -u obligados, ¿por qué no?- en nuestro desastroso sistema educativo si, de verdad, queremos educar a la ciudadanía. Una lectura de La Naturaleza en peligro en el Bachillerato, apoyada por un profesor entusiasta y capaz, hará mucho más por la educación y formación de nuestros ciudadanos que una dudosa asignatura sacada de la manga, que es de donde se sacan desde hace tiempo las cosas de lo que todavía se sigue llamando Enseñanza. Y la formación así obtenida sería científica, vital, cultural y, muy especialmente, ética. Porque la defensa de la Tierra, de las especies, del más humilde individuo animal es, ante todo, una cuestión ética. La ética del ecologismo, aunque quizá el autor -científico reputado- no esté muy feliz de ser tildado de ecologista. Pero lo es, incluso malgré lui. Aunque bien mirado, ya sería bastante que, tal como están (de mal) las cosas, los universitarios se acercasen a este libro. O cualquier ciudadano de a pie, es decir, lo que toda la vida se llamó, simple y honrosamente, la gente.
EPÍLOGO CRÍTICO
La obra termina con un Epílogo esperanzado, que es lo menos convincente de ella. Porque de lo leído en las páginas precedentes es difícil que surja la esperanza, por muchas narices que se le echen al asunto. Miguel Delibes dice que, aunque sólo sea por pragmatismo, hay que tener siempre esperanza, para poder seguir actuando; en este caso, defendiendo las especies, es decir, a nosotros mismos. No lo vemos así, por mucho que el autor casi concluya con una frase de Gramsci: contra el pesimismo de la inteligencia siempre podemos invocar el optimismo de la voluntad.