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Autor
Antonio González Bueno (Facultad de Farmacia, UCM) / Alfredo Baratas Díaz (Facultad de Biología, UCM)

Museos universitarios: algo más que piezas de una colección

Los <a href="http://www.madrimasd.org/InformacionIDI/Noticias/Noticia.asp?Buscador=OK&amp;id=21832&amp;Sec=2" target="_blank">museos y colecciones</a> científicas ubicadas en las <a href="http://www.madrimasd.org/InformacionIDI/Noticias/Noticia.asp?Buscador=OK&amp;id=20519&amp;Sec=2" target="_blank">universidades</a> son elementos auxiliares en la docencia o la investigación universitaria y poseen un intrínseco valor patrimonial. La difusión de sus fondos debe ser un elemento fundamental para extender la actividad universitaria al conjunto de la sociedad.
La existencia de museos especializados dentro de las universidades tiene ventajas singulares: permiten abrir vías culturales y posibilitan nuevas metodologías docentes en los estudios universitarios. Estas colecciones adquieren una entidad académica excepcional, al convertirse -además de en objeto museístico- en una herramienta básica de la docencia.

Frente a un mundo cada vez más virtual, la contemplación de objetos reales -en ocasiones integrados dentro del entorno en el que fueron utilizados-, es un estímulo para comprender la evolución histórica de una disciplina. Los museos universitarios funcionan como espacios que conservan la memoria científica, técnica y profesional y permiten materializar los conceptos e ideas en objetos cuya categoría y significación histórica les convierten en bienes patrimoniales.

Las colecciones universitarias se constituyen en garantes de la actividad científica de los investigadores. Estas colecciones tienen su génesis en el trabajo de los profesores universitarios que estuvieron adscritos a estos centros y en ellos quedaron depositados tanto el material generado en su investigación como el utilizado para realizarla. El material con el que se justifica las novedades publicadas en la literatura científica es conservado como aval o garantía de los resultados; de esta forma, las universidades de mayor solera son depositarias de grandes colecciones formadas por sus investigadores. Los materiales utilizados para desarrollar esta investigación deben ser igualmente objeto de conservación, aunque, de manera expresa, no obligue a ello la comunidad científica.

Estos museos universitarios, al menos los de nuestro entorno cultural, provienen del entusiasmo personal, generalmente desinteresado, de una persona -o de un grupo de ellas-, empeñado en conservar un legado docente o científico. Quienes dedican su trabajo a la pervivencia de estas colecciones se convierten en 'conservadores vocacionales', que añaden a su principal dedicación -la docencia e investigación universitaria- un considerable esfuerzo en el mantenimiento de estos materiales.

El contenido de estos fondos patrimoniales es variopinto; en su creación más que el propio concepto estético -en ocasiones también presente- primó la individualidad de la pieza. Muchas de estas colecciones se constituyen en auténticas "cámaras de las maravillas" o "gabinetes de curiosidades", donde reposan los instrumentos que, un día, fueron útiles y hoy conforman la esencia histórica de una profesión o una disciplina.

De estas características (la vocacionalidad de sus conservadores y la heterogeneidad de sus fondos) se derivan algunos de los rasgos de precariedad de estas colecciones: su inestable situación administrativa, la parquedad de sus infraestructuras, la ausencia de personal especializado encargado de su custodia o restauración, etc.

La falta de una política científica universitaria adecuada sobre estos fondos ha tenido como consecuencia la pérdida de bienes de entidad, no sólo económica, sino también histórica. Si se nos permite utilizar un símil que hizo furor entre los museólogos del fin del siglo pasado, podríamos diagnosticar nuestras colecciones como sujetas al "síndrome de la Cenicienta", siempre a la espera de un "hada madrina" que, en forma de una política universitaria inteligente, sepa valorar, en su justa medida, estas riquezas patrimoniales.

Estas colecciones son generalmente poco accesibles a la visita, de un lado las instalaciones no permiten su uso masivo, de otro, la naturaleza de sus fondos, generalmente especializados, hacen ardua su comprensión por no especialistas. Una correcta difusión es la estrategia clave para superar estas limitaciones. La adecuada planificación de sus actividades, tanto las dirigidas al público propio -universitario- como hacia el conjunto de la sociedad, y el uso de las redes de telecomunicación -Internet-, han de permitir el conocimiento de estos fondos y una valoración positiva del trabajo museológico desarrollado. La difusión electrónica presenta la ventaja adicional de poder transmitir al usuario la información que le es precisa y con el contenido adecuado a sus necesidades, y todo ello con un comunicación entre emisor y receptor más fluida que por los mecanismos tradicionales.

Este esfuerzo en difusión de las colecciones universitarias consolida a la propia institución que lo desarrolla; una sólida tradición universitaria se manifiesta en la generación de unos fondos científicos cuya conservación y exhibición ratifica su predominio histórico en el panorama intelectual. Conviene recordar aquí la propuesta de la Comisión de Museos de Gran Bretaña, presentada ante el Comité Nacional de Investigación de la Educación Superior (National Committee of Inquiry into Higher Education) donde, entre las funciones asignadas a los museos universitarios, figura el convertirse en "escaparate de las universidades, fuente de prestigio y orgullo que contribuye a la calidad de vida en una universidad".

Las acciones dirigidas a difundir el patrimonio científico, histórico y cultural de las universidades están íntimamente relacionadas con las propuestas emanadas desde la Unión Europea, desde la que se potencian las actuaciones conducentes a una mayor imbricación de la actividad científica con su entorno social. Los principios matemáticos o físicos, las expectativas terapéuticas, medioambientales, de desarrollo económico o los interrogantes éticos que la investigación científica conlleva, son más fáciles de comprender a través de la percepción directa de los objetos relacionados con ellos. Los museos y colecciones universitarias se convierten así en un elemento clave para la reflexión sobre las nuevas situaciones científicas, de difícil comprensión para el público medio. Universidad y sociedad tienen en los museos universitarios un excepcional punto de encuentro.

La Comunidad de Madrid, consciente del valor patrimonial que conserva en sus universidades públicas, ha iniciado un proyecto de difusión de los museos y colecciones científicas existentes en los centros madrileños de educación superior. Pretende con ello dar a conocer entre los ciudadanos este patrimonio cultural oculto y hacerlo accesible. El proyecto prevé la descripción de cincuenta museos y colecciones madrileñas, cuya información estará disponible a lo largo del año 2005. Actualmente puede consultarse la información sobre una veintena de estas colecciones; con una periodicidad bimensual este acervo seguirá creciendo hasta completar la totalidad del proyecto.

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