UNA MINUCIOSA Y MUY ÚTIL CENSO-GUÍA DE LAS COLECCIONES ESPAÑOLAS DE HISTORIA NATURAL<br>
Reseña realizada por Alberto Gomis<br>
Universidad de Alcalá
En 1903, el mismo año en que por real decreto del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, sancionado por el rey Alfonso XIII, le fue concedido el título de Real Sociedad a la Española de Historia Natural, comenzaron a publicarse las Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural. Aquel primer volumen de las Memorias..., que apareció en fascículos entre 1903 y 1910 y que contó con el auxilio económico del Ministerio de Estado, estuvo dedicado a los "Materiales para el conocimiento de la fauna de la Guinea Española", materiales que habían sido recolectados por Manuel Martínez de la Escalera en aquella región, por entonces española, y a cuyo estudio se brindaron los principales especialistas del momento.
Desde entonces han transcurrido 110 años. La Real Sociedad Española de Historia Natural sigue existiendo, es la sociedad científica privada más antigua que existe en nuestro país y, pese a que la guerra civil interrumpió la publicación de las Memorias..., en una segunda época de estas, que arrancó en 1998, ha visto la luz el tomo que comentamos, el onceavo de la segunda época, en el que se rinde homenaje a uno de los temas que siempre han estado presente en la Sociedad, los museos y colecciones de Historia Natural.
El volumen arranca con una visión general sobre la evolución histórica de las colecciones de Historia Natural y la de aquellas que están vinculadas a la investigación científica, a cargo de los editores del mismo. A continuación figuran una serie de trabajos redactados por diferentes especialistas de algunos de los centros de investigación más contrastados. Así, mientras que Esther García Guillen, del Real Jardín Botánico, pasa revista a los jardines botánicos como centros de difusión y conservación, Rafael Pablo Lozano y Silvia Menéndez, del Museo Geominero, hacen lo propio con las colecciones geológicas de museos públicos.
Tres son los trabajos cuya autoría se debe a personal del Museo Nacional de Ciencias Naturales: el de Isabel Rey Fraile, que se ocupa de las colecciones de tejidos y ADN; el de Isabel Izquierdo Moya, donde se analiza el potencial de conocimientos que albergan los materiales biológicos para el desarrollo de investigaciones sobre biodiversidad; y el de José Enrique González-Fernández, donde se proponen una serie de parámetros para la catalogación moderna de colecciones.
Ana Rodrigo, del Museo Geominero, se ocupa, a continuación, de la función social de los museos de Historias Natural, mientras que Ana M. Correas, de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, expone el inicio de las redes para la difusión de los museos, y Pedro Ruiz-Castell, del Institut d´Història de la Medicina i de la Ciència 'López Piñero', se centra en el papel desempeñados por unos pocos objetos en los estudios de Historia Natural, en particular de la evolución del microscopio óptico al electrónico.
Pero el grueso del volumen, casi trescientas páginas, se dedica a presentar un muy útil censo-guía de las colecciones españolas de Historia Natural, aproximadamente unas 600 colecciones, de las que se proporciona la ubicación física, los datos de contacto y la descripción de lo que recoge cada una de ellas. Sus autores, Antonio González Bueno y Alfredo Baratas Díaz, han sido muy minuciosos en la búsqueda de todos estos 'templos de Natura' que organizan en onces bloques, de acuerdo con la naturaleza de sus colecciones, lo que allana la búsqueda de la colección que interesa, como también lo facilita, de modo extraordinario, el índice de las colecciones ordenado por provincias, y dentro de éstas por municipios, que figura en las últimas páginas.
Todo el tomo merece el aplauso y agradecimiento de la comunidad de naturalistas, y aún del simple aficionado a las Ciencias Naturales, por encontrar en él, junto a las reflexiones y valoraciones de los expertos que trabajan con algunas de las más importantes colecciones, la exhaustiva relación de centros, desde los más grandes a los más modestos, en los que los autores han encontrado colecciones de interés naturalista. Reconocimiento que hacemos extensible a la Real Sociedad Española de Historia Natural por su larga trayectoria y por seguir propiciando el encuentro de los naturalistas, pues no debemos olvidar que la realización de este tomo se vinculó a la celebración de su XX Bienal.