El misterio que esconden los templos griegos
Fecha
Fuente
El Confidencial
Autor
Miguel Sola

El misterio que esconden los templos griegos

Las últimas teorías aseguran que su emplazamiento refleja los movimientos de los cuerpos celestes, como el Sol y los planetas, en relación con la superficie de la Tierra.

Los templos griegos son una de esas maravillas que hay que contemplar una vez en la vida. Cada año, miles de turistas pertrechados con el palo selfie y las chanclas reglamentarias visitan las ruinas de lo que antaño fue la casa de un dios. Quizá se imaginen cómo sería todo aquello revestido de oro, color y esplendor. Tal vez queden deslumbrados por el tamaño de sus columnas, los detalles de sus frisos y, si se conservan, el encanto de sus estatuas. No obstante, muy probablemente no caigan en la cuenta de que su emplazamiento, el suelo sobre el que caminan sus pies, no es tema baladí, sino uno de los misterios mejor conservados de la Antigua Grecia.

Allí, entre las columnas dóricas del Partenón y el calor propio de Atenas en verano, Manolo Fernández, profesor de español y entusiasta de la astronomía, saca un mapa del país y esgrime su teoría a una periodista de la BBC: "El templo de Poseidón en Sunión forma un triángulo isósceles con el de Hefestión en Atenas y el de Afaya en Egina. El de Apolo en Delfos, el de Afaya en Egina y el Partenón, más de lo mismo: ¡todos forman triángulos isósceles perfectos!".

Fernández está seguro de que el emplazamiento de los templos refleja los movimientos de los diferentes cuerpos celestes, como el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas, en relación con la superficie de la Tierra. Esta teoría con frecuencia lo lleva al Observatorio Nacional de Atenas, donde el telescopio Doridis ofrece a los visitantes unas maravillosas vistas del cielo nocturno sobre la ciudad. El profesor, que ya ha localizado a la Luna, Saturno, Marte y varias constelaciones a través del telescopio, asegura que "los templos de los griegos fueron construidos para alinear las partes habitadas de la Tierra con los planetas en el cielo".

Aunque parezca un interrogante fácil de responder, la verdad es que no existe un consenso claro sobre si los templos reflejan o no pretensiones astronómicas y el debate (una larga disputa entre arqueólogos y clásicos) se remonta hasta los comienzos de la segunda mitad del siglo pasado. No obstante, la relación entre latriangulación y el mundo griego no es nueva, sino más bien parte de su predilección por la relación sagrada entre la arquitectura religiosa y la astronomía o la mitología.

LA GEOGRAFÍA SAGRADA

En la década de los 60, Jean Richer, profesor de literatura francesa en la Universidad de Niza Sophia Antipolis y autor de La geografía sagrada del mundo griego, describió tal relación como 'el gran diseño' que no solo une a los lugares sagrados con la población, sino también con el cielo. El profesor, que tenía un interés especial por el simbolismo, las doctrinas esotéricas y la mitología, imaginó una Grecia dividida en 12 sectores, que reflejaban los 12 signos del zodiaco, siendo el santuario de Delfos 'el ombligo' del continente griego.

Sin embargo, las teorías sobre la geografía sagrada como las de Richer nunca han gozado de mucho bombo dentro de la ortodoxia científica, ya que no han podido probarse. Por ejemplo, Efrosyni Boutsikas, arqueóloga de la Universidad de Kent, en Inglaterra, sostiene que "si estamos hablando de crear formas geométricas precisas como un triángulo isósceles necesitamos precisión al milímetro" y añade al respecto que "estos templos están a varios metros de distancia, por lo que puedes coger los que te den un triángulo isósceles más preciso, pero eso no significa que la forma geométrica tuviese un significado oculto para los antiguos griegos".

No obstante, nuevas investigaciones podrían darle ahora la razón a Richer. O, al menos, parte de ella. George Pantazis y Evangelia Lambrou, profesores asociados de la Universidad Técnica Nacional de Atenas, han utilizado técnicas de geodesia (la ciencia que trata de determinar y representar la figura de la Tierra, entre la que se encuentra la topografía) para determinar la orientación de los templos griegos y si tenía o no algo que ver con la astronomía.

La pareja de científicos concentró sus estudios en el Partenón y el Hefestión, dos de las estructuras religiosas más grandes construidas durante la era clásica, ambos dedicados (aunque sea en parte) a la diosa Atenea. Pues bien, encontraron un posicionamiento extraordinariamente simétrico entre los templos y, además, aseguran que ambos miraban hacia el este. "La orientación astronómica de los templos tiene que ver con el amanecer del día de la celebración del dios a quien se dedica el lugar sagrado", asegura Pantazis. "La salida del sol debe ocurrir exactamente en el eje central del templo parailuminar la estatua central del dios".

NO PUEDE SER CASUALIDAD

Asimismo, otro estudio publicado en la revista Plos One y llevado a cabo por Alun Salt, de la Universidad de Leicester, sugiere que los templos griegos clásicos fueron construidos para alinearse con las estrellas, aunque a una escala menor que la que había imaginado Richer. La investigación indica que elalineamiento predominante este-oeste no se puede explicar como una mera casualidad y que probablemente siga una convención religiosa basada en la astronomía. La única excepción de los 40 templos estudiados se trata del Templo de Hécate, sobre el cual sugiere que pudo haberse construido en honor a la diosa de la Luna.

Ante el descubrimiento, Bousikas, del ala escéptica en el debate, asegura que "la religión griega es demasiado dependiente de factores locales como para estar nosotros debatiendo argumentos culturalmente significativos sobre los patrones de la orientación general". Y añade: "Decir que los templos griegos están orientados de esta u otra forma no es suficiente. Tenemos que decir por qué esto habría sido importante para el culto". A lo que Salt responde que unos templos construidos en conformidad con los fenómenos astronómicos podrían haber puesto de relieve el papel de los dioses o haber ayudado a interpretar los presagios celestiales.

Sea como fuere, el auge del campo de la arqueoastronomía en las disputas científicas pone de manifiesto que quizá haya mucho que todavía no sabemos y que, tal vez, la próxima vez que vayamos al Partenón o a Delfos no solo miraremos maravillados sus columnas, frisos y altares, sino también sus cielos.

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