Fecha
Fuente
El Confidencial
Autor
José Pichel

Más polvo sahariano que nunca: el récord de calima en España desconcierta a los científicos

La frecuencia e intensidad con que ha llegado este año el polvo del Sáhara a la península Ibérica no tiene precedentes y hace que los investigadores se pregunten por el futuro

El aire se ha vuelto casi irrespirable, otra vez, en gran parte de España estos últimos días. A simple vista, observamos un cielo extraño, ni nublado ni despejado, pero muy lejos de ser azul. Debido al polvo en suspensión procedente del Sáhara, se desaconseja realizar deporte al aire libre incluso a las personas sanas y se recomienda el uso de mascarilla a las más vulnerables. Cuando el fenómeno se prolonga durante días, comienza a ser una pesadilla. La calima es relativamente habitual en Canarias, pero en la Península ya nos estamos acostumbrando, porque este 2022 está marcando récords.

El episodio más insólito ocurrió en marzo, cuando un manto de polvo cubrió nuestras calles, los cielos adquirieron un tono anaranjado apocalíptico y el polvo llegó a media Europa. Sin alcanzar el mismo nivel, la calima se ha repetido este año, incluso en la mitad norte de la Península, en varias ocasiones, por ejemplo, en mayo, acompañada de un calor infernal, y esta última semana, con pésimos índices de calidad del aire en varias comunidades autónomas. ¿Qué está pasando? Es hora de preguntarse si estamos ante una tendencia y si este es el ambiente que vamos a tener que soportar de forma habitual en un futuro próximo.

Precisamente, eso es lo que están analizando los expertos, sorprendidos por lo que está sucediendo. Emilio Cuevas, director del Centro de Investigación Atmosférica de Izaña (Tenerife), perteneciente a la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), está trabajando en un artículo científico sobre las intrusiones de polvo sahariano en los últimos 20 años. El estudio se basa en los datos de satélite que proporcionan y que analizan entidades como la Eumetsat (Organismo Europeo para la Explotación de los Satélites Meteorológicos), el sistema Copernicus, la Organización Meteorológica Mundial y el Barcelona Supercomputing Center. “Estamos constatando un aumento de estos episodios y queremos averiguar qué fenómenos meteorológicos pueden explicarlo”, afirma en declaraciones a Teknautas.

Aunque ese análisis incluya las últimas dos décadas, lo más destacado ha sucedido entre 2020 y 2022. “Llevamos tres inviernos muy llamativos, en particular los meses de febrero y marzo, nos encontramos con que en Europa la gente está esquiando, en los Pirineos y en los Alpes, sobre nieve rojiza”, comenta, “y que aeropuertos como el de Almería ven cómo se reduce enormemente la visibilidad”. Frente al patrón habitual, con episodios de corta duración y poca intensidad, concentrados en torno al verano, este año los científicos se han visto sorprendidos por varias calimas, en especial, por el inédito fenómeno que cubrió de polvo Europa occidental entre el 15 y el 31 de marzo de este año.

No obstante, lo que ha sucedido en estos últimos días, ya en pleno mes de octubre, tampoco tiene precedentes. La calima de esta semana está asociada a una DANA (depresión aislada en niveles altos), pero se trata de “una DANA totalmente anormal”, asegura el experto. Aunque en esta época y en el ámbito del Mediterráneo son frecuentes estos fenómenos, que provocan tormentas intensas en la zona de Levante, la particularidad de esta es que “ha transportado polvo de forma masiva tanto a la Península como a Canarias”.

El hecho de que esta calima se haya dirigido de forma simultánea hacia el Atlántico y hacia el norte “es una situación nueva”, destaca Cuevas. Por ejemplo, la histórica calima de febrero de 2020, que paralizó el archipiélago canario y obligó a cerrar todos los aeropuertos de las islas, acabó por desplazarse hacia al continente, más debilitada; pero en sus inicios había tomado una sola dirección, no dos diferentes, como esta vez. Asimismo, los fenómenos de estos últimos años permiten detectar una desestacionalización: el polvo sahariano no llegaba a la Península en invierno y en primavera, aunque sí había algunas intrusiones, y afectaba principalmente a otros países de la zona oriental del Mediterráneo.

¿Cambio climático?

En cualquier caso, ¿todo esto tiene que ver con el cambio climático? La respuesta es tan sincera como poco concluyente: “No lo sabemos. Si esto ha venido para quedarse, nos lo dirán las observaciones de los próximos años”. Es cierto que la atmósfera está cambiando y “sospechamos que puede haber una relación, pero es mera especulación”, ya que faltan datos científicos. A diferencia de las temperaturas y las precipitaciones, que permiten elaborar modelos muy precisos, en el caso del polvo sahariano es muy complicado hablar de tendencias. Uno de los motivos es la propia complejidad del fenómeno. Otro es que los registros son muy cortos: la información de los satélites con respecto a esta cuestión tan solo se recoge de forma fiable desde 2003.

El hecho de que en los últimos tres años se hayan incrementado las calimas de forma notable no significa necesariamente que esa tendencia permanezca en el tiempo. “El caos y la variabilidad meteorológica normal también están ahí”, afirma el director del centro de Izaña. No obstante, hay un conjunto de factores asociados a estos fenómenos, como la incidencia de las bajas presiones en el norte de África o el aumento de la temperatura del océano, que pueden ser indicio de que vamos por ese camino.

En realidad, no es muy diferente de lo que sucede con otros fenómenos meteorológicos. La tormenta tropical Hermine, que dejó hace días un récord histórico de temperaturas, también es un fenómeno insólito. “A nosotros nos parecía impensable que una tormenta tropical, nada más formarse en Cabo Verde, viajara hacia el norte. Era imposible y ha sucedido”, comenta el responsable de Aemet. De hecho, “desde hace décadas sabíamos que los fenómenos adversos iban a ir en aumento en frecuencia y en intensidad, pero no esperábamos que esto fuera tan rápido, de dos años para acá se están disparando”.

Indicios de lo que está sucediendo

Un estudio publicado en 2021 en la revista 'Science Advances' muestra que la llegada de polvo sahariano a la península Ibérica se ha incrementado en un 400% los últimos 5.000 años. Los autores, de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), realizaron un análisis paleoclimático en las cuevas de Ojo Guareña (Burgos), porque las estalagmitas van registrando este tipo de cambios a medida que crecen: su composición química no se puede explicar sin la aportación del polvo sahariano que se deposita en el exterior y que acaba en estas formaciones del interior de las grutas transportado por el agua que se va filtrando. Sin embargo, el incremento no ha sido uniforme, ya que han registrado periodos muy cambiantes que han podido relacionar también con cambios climáticos del pasado. El incremento general se debe a que, precisamente hace unos 5.000 años, la zona del Sáhara comenzó a desertificarse de una forma acelerada hasta convertirse en lo que conocemos hoy en día.

Esa investigación muestra que la intrusión de polvo sahariano puede ser muy variable a lo largo del tiempo y que podría asociarse a cambios climáticos, pero no dice mucho sobre lo que está pasando en la actualidad. No obstante, el desierto del Sáhara sigue creciendo hoy en día, ya que a comienzos del siglo XXI es al menos un 10% más extenso que en 1920, según un estudio publicado en 'Journal of Climate', así que como mínimo hay que considerar que hay más partículas susceptibles de ser arrastradas.

Los registros de concentración de partículas del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico son una fuente de información sobre el impacto que está teniendo el polvo africano. Las asociadas a la calima son las PM10, cuyo tamaño es inferior o igual a 10 micras. En el episodio de marzo, casi la cuarta parte de las estaciones del país que recogen este dato batieron su récord histórico. El seguimiento de estos datos es fundamental para la salud, ya que se trata de analizar la calidad del aire. Así, sabemos que, aunque no puedan considerarse siempre episodios de calima, en la esquina sureste de la Península hasta un 30% de los días del año se registra algo de polvo sahariano, lo mismo que en Canarias.

De hecho, este tipo de datos también puede contabilizarse de una manera más indirecta. En la Universidad de Granada, un grupo de expertos analizó durante 10 años las lagunas de Sierra Nevada en busca de la huella que va dejando no solo el polvo del Sáhara, sino todo lo que le acompaña. Según expusieron en un artículo publicado en 'Scientific Reports' en 2018, el incremento de las calimas provocó un aumento de nutrientes que derivó en el declive de un tipo de algas que son clave en la red trófica de estos ecosistemas acuáticos.

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