Poseemos en el español el segundo idioma global, mas hemos perdido el sentido de la importancia que implica poner nombre a objetos, paisajes y personas. De ahí la importancia de la primera sesión del seminario, que restauró la pertenencia cultural, también el misterio, que supone la atribución de toponímicos. Empezando por el propio nombre de Madrid, debatido en el pasado sobre antecedentes visigóticos, árabes o romanos, determinado por Jairo Javier García Sánchez ahora a partir del estado de la cuestión como procedente del latín MATRICE(M), en alusión al manantial y cauce principal de agua en torno al cual creció la población, con metátesis en la adaptación arábiga y evolución posterior.
La determinación del origen del nombre Madrid permitió luego en otra sesión recordar que la capital española se halla a 7.164 kilómetros del Madrid de Iowa, en Estados Unidos; a 12.458 kilómetros del Madrid de la provincia filipina de Surigao; a 10.323 kilómetros del Madrid de la región chilena de Atacama y a 8.026 kilómetros del Madrid del departamento colombiano de Cundinamarca, por mencionar sólo cuatro de las más de treinta localidades que llevan el nombre de la capital de España en el mundo. El hecho de que el topónimo con origen en esta ciudad sea hoy universal es reflejo muy elocuente de la vitalidad de la lengua y la cultura que compartimos 600 millones de personas. En este sentido, las conclusiones de los intervinientes en el seminario también exploraron las consecuencias del propio concepto de Hispanidad, tan amplio y enriquecedor, lastrado y desfigurado por la leyenda negra, afortunadamente en trance de revisión hoy con datos contrastados, basados en la objetividad en los análisis y con rigor intelectual, proyectado hacia nuevos públicos.
Finalmente, estas conclusiones deben recoger la vigencia de lo hispano en los videojuegos, en los que se configuran como un elemento emergente que deberemos analizar en el futuro, así como la propia definición de urbe hispana en un contexto de globalización acelerada. Los debates mostraron la necesidad de incorporar los efectos del hecho migratorio hispanoamericano, que producen según los expertos “polos de atracción” y “nodos de referencia”. A ellos dedicaremos futuros estudios.