Las mujeres tienden a idear novedades más para ellas, pero ni la séptima parte de las patentes biomédicas son obra de equipos femeninos
La Oficina de Patentes y Marcas Registradas de Estados Unidos (USPTO, por sus siglas en inglés) recibió en 2010 un total de 3.014 solicitudes de patente hechas por mujeres o equipos mayoritariamente femeninos. La cifra es menor que las 3.347 presentadas por hombres en 1976. Las cosas han ido mejorando, pero un estudio que analiza la relación entre patentes y género en estos 34 años, muestra que todavía hoy menos de la quinta parte de las invenciones patentables tenían nombre de mujer. Lo que también han comprobado es que ellas tienden a cubrir necesidades no satisfechas por ellos.
Un grupo de investigadores ha analizado las 430.060 patentes biomédicas, las relacionadas con la salud, presentadas entre 1976 y 2010 ante la USPTO. El estudio, publicado en la revista Science se detiene en 2010. Por término medio, este organismo tarda cinco años en concederlas o rechazarlas, así que en la práctica los datos llegan hasta 2015. Asistidos por un sistema de aprendizaje automático pudieron determinar el género de cada patente. Lo primero fue ver cuántas de las solicitudes procedían de equipos formados en su mayoría por mujeres. El trabajo no se detiene en los inventores o inventoras individuales, ya que son una minoría.
Del total de patentes presentadas, 56.286 lo fueron por equipos formados completamente o en su mayoría por mujeres, ni la séptima parte. Pero las cosas han mejorado algo con el paso del tiempo. Mientras que en 1976, solo el 6,3% de las solicitudes eran de equipos femeninos, el porcentaje ha subido hasta el 16,2% en 2010. Esto confirma trabajos previos que han demostrado un sesgo de género en la innovación. Un sesgo que empieza hasta por el nombre: aquellas patentes que llevan nombres de mujeres en su autoría tienden a ser más rechazadas que las masculinas. En España, por ejemplo, solo el 14,2% de las patentes tienen sello femenino. Y eso que, comparados con los datos europeos, son cifras españolas muy buenas.
El estudio va un paso más allá e indaga en el objeto de las patentes, buscando a quién van dirigidas. En general, los inventos no tienen género. La tecnología LED ilumina a hombres y mujeres por igual. Pero hay otros que sí, como es el caso de la patente de la Viagra o la del Satisfyer, cuya solicitud de patente es de 2016. De hecho, ya sea por genética, fisiología o patologías específicas, el médico es el terreno de la innovación donde hay más invenciones destinadas a un género concreto. Algunos ejemplos: los test de mutaciones en los genes BRCA 1 y BRCA 2, que intervienen en cáncer de mama u ovarios, o el láser para quitar las cataratas, una patente de una oftalmóloga para un problema que tienen una prevalencia entre las mujeres mucho mayor.
Así que los autores del estudio volvieron a confiar en un sistema de análisis automático para encontrar innovaciones específicamente dirigidas a hombres o mujeres y las conectaron con el género de sus autores. Vieron que algo menos de un tercio de todas las patentes biomédicas analizadas pueden clasificarse como destinadas a un género o al otro. Y también vieron que los hombres tienden a inventar más para ellos que para ellas y las mujeres al revés. Aunque en términos relativos los porcentajes de patentes con género son similares, como hay siete veces más de solicitudes presentadas por equipos masculinos, la desigualdad real es enorme.
Durante estos 34 años, en todos salvo uno, las patentes presentadas por grupos mayoritariamente masculinos orientadas a cubrir necesidades masculinas siempre superaron a las destinadas a un mercado femenino. Entre las mujeres, comprobaron que las patentes solicitadas por equipos totalmente formados por científicas tenían un 35% más de probabilidades de cubrir una invención destinada a una audiencia femenina. La tendencia mengua hasta el 18% en los equipos donde las firmantes son mayoría y solo se invierte cuando aumenta la presencia de hombres en el grupo.
Sampsa Samila es profesor de dirección estratégica en la Universidad de Navarra y coautor del estudio. Para él, es complicado explicar los resultados que han observado solo basándose en estos datos. Sobre la mayor probabilidad de que las mujeres inventen para las mujeres, “una posibilidad es que tengan experiencias específicas que no tienen los hombres, por ejemplo, una enfermedad que afecta de manera desproporcionada a las mujeres”.
Otra posibilidad es que haya un mercado no satisfecho. Aunque la tendencia de los hombres a inventar menos para las mujeres se ha reducido, la escasez de equipos de inventoras no compensa la mejora: “Los equipos mayoritariamente formados por mujeres inventan para los hombres solo algo menos que los equipos masculinos. Así que no parece que las mujeres se estén olvidando de las necesidades masculinas”, comenta Samila. Para él, “la brecha de invención se debe en gran medida por un lado a que hay muchos más grupos de mayoría masculina y, por el otro, a que en el pasado estos equipos tendían a inventar mucho más para los hombres, aunque esto se ha reducido con el tiempo”.
En un comentario publicado también en Science, la investigadora en innovación tecnológica del Instituto Tecnológico de Massachusetts Fiona Murray recuerda cómo la exclusión de inventores de otras procedencias (raciales, culturales o nacionales) daña la innovación. “Diversos inventores ven el mundo de manera diferente. Explorarán un espacio de solución de forma diferente, haciendo conexiones inusuales que unen conocimientos que de otro modo seguirían separados”, escribe.
Según los cálculos de los autores de este estudio sobre el género de las patentes, en un mundo ideal con paridad entre hombres y mujeres a la hora de patentar, desde 1976 y hasta 2010 habría habido en torno a 6.500 invenciones orientadas a las mujeres más.