La inteligencia artificial avanza a pasos agigantados. Repasamos su pasado, su futuro y los modelos de robots más sorprendentes del mercado.
Eliza nació en los años 60 y era limitada a nivel cognitivo, daba respuestas muy básicas pero era capaz de escuchar a un melómano y construir una frase con la palabra música. Sus discursos eran elementales, pero para el hombre fueron suficientes. La creación de aquel chatbot conversacional fue un éxito.
"Las personas ponemos muchas emociones en la comunicación, por eso suceden cosas que son imprevistas", sugiere Martín Molina, catedrático de Inteligencia Artificial en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). "Hay gente que tiene simplemente muñecos con aspecto humano para tener esa sensación de compañía, quién sabe qué podrá ocurrir cuando sean capaces de tener una conversación".
Al experto no le extrañaría que en el futuro alguien llegase a enamorarse de una máquina como le ocurrió a Joaquín Phoenix en Her. En un mundo cada vez más orientado a la soledad y a la prisa, las relaciones humanas se convierten en una suerte de milagro en la agenda, y estamos cerca de encontrar al llegar a casa a una forma humanoide capaz de localizar nuestros gustos y aficiones y responder a ellos.
Los robots ya son capaces de hablarnos de nuestra película favorita o recomendarnos restaurante. Al imaginar a una forma humana haciendo esto cuesta no tocar con la memoria las lágrimas de los replicantes de Blade Runner cuando, tras cuatro años, eran capaces de almacenar recuerdos; o repasar la letra de la canción de "La máquina vapor" de Mecano, en la que un hombre enloquece por una locomotora.
Molina recuerda la bravura del gigante Talos, cuyas articulaciones de bronce cobraron vida para defender a Creta en la mitología griega. Esta figura de Las Argonáuticas demuestra que la fascinación del ser humano por crear vida, de forma natural o artificial, está presente desde la antigüedad.
Después del "broncíneo Talos", el inventor húngaro Wolfgang von Kempelen alimentó la ilusión de la sociedad de su época en 1969 dando vida al Turco, un autómata que jugaba al ajedrez con los aristócratas. El artefacto se sentó frente a la emperatriz María Teresa de Austria y se enfrentó al mismísimo Napoleón, todos los miembros de la alta sociedad vienesa querían sentarse con el robot, que no era tal. El Turco no era un muñeco, el rival en el juego era un hombre que se escondía dentro de él. Sus contrincantes lo sabían, pero les gustaba imaginar que en un futuro lejano, esa situación podía ser real.
No mucho después creó Mary Shelley a su "Moderno Prometeo", que ocultaba reflexiones más profundas sobre la posibilidad de crear vida. La literatura de Isaac Asimov le toma el testigo. En el año en el que nació el literato, 1920, se usó por primera vez la palabra robot, se pronunció en una obra de teatro de Karel Capek, lo que demuestra según Molina que "no existía la tecnología pero sí el interés", esta pulsión se sigue manifestando con el éxito en taquilla del cine de ciencia ficción.
Las películas futuristas que recaudaron millones en los años 80 y los últimos avaces en inteligencia artificial ya se han encontrado en el camino. La obediencia del robot Pepper recuerda la actitud del droide de protocolo de Star Wars, C3PO y el coche autónomo de Ellon Musk trae al presente el futuro que encarnaba Kitt en El coche fantástico. La Siri que enamoró a Raj en The Big Bang Theory aguanta pacientemente el chaparrón de ingeniosas demandas de los usuarios de iPhone.
Al igual que los niños de la década de 1980 soñaban con los androides de La Guerra de las Galaxias, los de los 90 querían encontrar un coche teledirigido dentro de su regalo de Navidad. Quienes crecieron a principios del nuevo milenio alimentaban a un Tamagotchi e intentaban comunicarse con un Furby. En la segunda década de este siglo, los más jóvenes hacen cola para apuntarse a talleres y cursos de robótica y convertirse en Víctor Frankestein.
Los adultos nipones ya se acuestan con robots sexuales y los grandes fabricantes de "real dolls" se plantean la posibilidad de programar los estados de ánimo de sus muñecas y reproducir la dirección de sus pupilas y los gestos como lo haría una mujer. Algunas empresas se frotan las manos imaginando burdeles de muñecas, sus detractores se las llevan a la cabeza porque consideran que contribuye a un mayor aislamiento social.
El debate está servido, pero mientras se abren nuevos frentes han tenido que desenchufar a dos robots que estaban creando un lenguaje paralelo y propio para hablar entre ellos. En el museo Elder de Las Palmas de Gran Canaria un droide de aspecto amistoso da la bienvenida a los visitantes y ofrece indicaciones a los recién llegados. También existen robots con profesiones: son abogados, médicos y chefs y pueden caminar por el campo sin caerse, subir escaleras, cuidar ancianos y hacerte la lista de la compra. Molina cuenta que las últimas investigaciones avanzan hacia la interpretación de imágenes en movimiento, aunque recuerda que "es una gran disciplina que abarca muchas ramas, abarca muchos sectores, pero en todos ellos todavía es un bien de lujo".
El sentido común sigue siendo su asignatura pendiente. "Los androides todavía no entienden las consecuencias de sus acciones en la complejidad de su entorno. Carecen de intuición", Molina indica que éste es el reto de la inteligencia artificial. La ciencia avanza en esta dirección y, aunque resulta muy estimulante imaginar un mundo híbrido, sabemos que en la gran pantalla Nexus 6 lloró ante su creador. Aquella noche lo mató cuando le negó un poco más de vida.
ROBÓTICA DOMÉSTICA
Muchos dispositivos están preparados para echar una mano en el hogar y solucionar tareas sencillas.
El más avanzado es Moley, el robot creado por Mark Oleynik, dotado de las soluciones tecnológicas más altas y de dos brazos con los que repite los movimientos de los mejores chefs.
"Es un avance muy representativo, sin embargo, se limita a repetir los movimientos aprendidos, no tiene la creatividad de un cocinero", cuenta Molina.
El robot aspirador Roomba, es autónomo y silencioso. Sus creadores ya han incrustado en su cuerpo numerosas aplicaciones tecnológicas como cámaras de vigilancia. Uno de las últimas ideas de esta empresa (Irobot) es instalarle un sistema para que elabore mapas que muestren los lugares donde se encuentra la mejor conexión WiFi.
ROBOTS SEXUALES
La inteligencia artificial está revolucionando el sexo: existen desde las muñecas sexuales hiperrealistas a robots sexuales con pene biónico, los trajes sexuales con sensores que aplican dosis de placer en las zonas más sensibles del cuerpo humano o los úteros artificiales.
La tecnología aplicada al sexo ha dado origen a un nuevo término, ahora hay ciudadanos "digisexuales" que se sienten más cómodos intimando con máquinas.
Los datos hablan: mientras a las personas les cuesta cada vez más establecer relaciones sociales, un tercio de los japoneses menores de 30 años es vírgen y los embarazos de adolescentes han disminuído con el desarrollo de las nuevas tecnologías.
AYUDA A LA DEPENDENCIA
Las investigaciones más interesantes están enfocadas al cuidado de personas mayores, una necesidad en muchos hogares.
Esta máquina dará al ser humano unos brazos más fuertes para cargar a la persona dependiente, asistirá a las personas con demencia senil proporcionándoles conversación, realizando llamadas o suministrándoles la medicación.
De momento, este tipo de máquinas está desarrollándo sus posibilidades. Los proyectos más interesantes son el robot Mario, creado bajo el abrigo de la Unión Europea para su programa "Horizonte 2020" y el robot Kompai (Robosoft).
SÚPER ROBOTS
La empresa Boston Dynamics está desarrollando máquinas de excelentes capacidades motrices. Los "Atlas" tienen un gran sentido del equilibrio, pueden incluso caminar por superficies irregulares como lo haría una persona. También saltan, recogen objetos, cargan mucho peso y son capaces de desenvolverse en temperaturas extremas.
Cuando su tecnología se desarrolle completamente y puedan comercializarse, podrán ayudar a sus dueños de forma muy eficiente.
ROBOTS AYUDANTES
Se encargan de realizar tareas rutinarias muy mecánicas, colabora con las personas para facilitarles trabajos sencillos y es uno de los modelos más interesantes para uso industrial.
"No pueden sustituir, por el momento, el trabajo de los operarios de una fábrica. Estos modelos son muy eficientes, pero les falta el componente del sentido común y pueden hacer daño a las personas".
ROBOTS ACOMPAÑANTES
Este tipo de robot se popularizó mucho desde su lanzamiento, ayuda a los seres humanos con tareas sencillas: dan la bienvenida, indicaciones de cómo llegar a un lugar y los acompañan.
Ada, por ejemplo, es guía en el Museo Elder, de Las Palmas de Gran Canaria y su trabajo suscita mucha curiosidad. Molina cuenta que no soy muy inteligentes, pero "te reconoce y te da las indicaciones necesarias, además de generar un gran impacto en quien se lo encuentra".
ROBOT ABOGADO
"Visto desde fuera el robot sabe de todo, pero no es así, lo que sabe es de una tarea muy concreta del ámbito jurídico", Manuel Molina hace hincapié en que la inteligencia de estos droides es mucho más básica de lo que parece desde fuera, sin embargo, reconoce que resuelve a los juristas la parte más mecánica de su trabajo.
"La máquina no enriende el documento, pero puede hacer este trabajo porque son expertos en textos y, aunque no tengan comprensión lectora, pueden extraer la información que los humanos necesitan". El experto en legalidad, eso sí, tiene que ser el humano.
ROBOT MÉDICO
Da Vinci es una creación Intuitive Surgical que realiza en quirófano operaciones sencillas bajo la dirección de un médico.
Puede especializarse en muchos campos, pero es más útil en cirugía oral y maxilofacial, cirugía pediátrica, general, cardíaca, torácica y ginecología.
Da Vinci opera en 24 hospitales españoles, 12 de ellos son públicos. Otros modelos de funciones similares son el robot Broca, el Flex y el Senhance. La opinión que merecen a Martín Molina es muy similar a la de los asistentes legales: "cognitivamente no son muy elevados, pero son capaces de desenvolverse muy bien el las áreas especializadas para las que están programados".
DOMÓTICA
"Imagínate que tienes un robot chef y te va a hacer la comida, pero falta un ingrediente. Puede avisar a otra máquina para que haga la lista de la compra y ésta, a su vez, a otra que lo compre que lo compre. Tú sólo vas a tener que darle permiso", con este práctico ejemplo explica Molina la dirección hacia la que avanza la domótica.
Hoy en día hay aparatos que controlan si alguien entra en una casa y ejercen de vigilantes de seguridad, controlan la temperatura, suben y bajan la luz y controlan la televisión.
"No es un humanoide, pero sí una colección de soluciones robóticas implantadas en toda la casa. La vivienda cobra unos niveles de comunicación con la persona muy elevados", asegura Molina.
ROBOTS DE COMPAÑÍA
Se trata de robots programados para dar cariño. Dentro de la roboterapia, representa uno de los dispositivos más avanzados.
A través de sus sensores de posición, audio, luz, temperatura y tacto perciben a las personas y recogen información de su entorno que traducen al lenguaje de las caricias.
Son expertos en lenguaje, e incluso son capaces de interpretar algunas palabras. Están pensados para acompañar a niños y personas mayores y responder a estímulos afectivos básicos. Muestran alegría si les haces caso y lloran cuando se les golpea o se les ignora.