Fecha
Autor
Aram, Bethany; Prólogo del Conde de Puñonrostro. Fundación Jorge Juán / Marcial Pons Historia (Ambos Mundos). Madrid, 2008. 453 p.

Leyenda negra y leyendas doradas en la conquista de América. Pedrarias y Balboa.

UNA APROXIMACIÓN AL CONOCIMIENTO DE LA REALIDAD DE LA CONQUISTA<br> Reseña realizada por Miguel Luque Talaván<br> Universidad Complutense de Madrid

Este trabajo de la hispanista norteamericana Bethany Aram aporta una nueva interpretación de la vida y hechos de dos personajes clave en la historia de la expansión hispánica por el continente americano: Pedrarias Dávila (1468-1531) y Vasco Núñez de Balboa (c. 1475-1519). Interpretación sólidamente fundamentada en documentación, hasta ahora inédita, procedente de archivos públicos y privados -como el de los Condes de Puñonrostro-.

Esta aportación se interesa por desmontar tanto la leyenda negra como las leyendas doradas gestadas entorno a personajes tan sugerentes; con el fin de poder llegar al conocimiento de la realidad histórica. Y es que en todo el proceso de descubrimiento, conquista y colonización, estos dos personajes han simbolizado para la historiografía los tipos del tirano (Pedrarias) y del símbolo del poder popular (Núñez de Balboa).

El libro de Aram, tal y como la misma autora expone en la introducción, está inspirado en los estudios del siglo XX que trataron de conseguir una visión más aquilatada de Pedrarias. Por ejemplo, los realizados por Pablo Álvarez Rubiano, Carlos Manuel Gasteazoro y María del Carmen Mena García. En el lado opuesto, esto es, obras que presentan a éste personaje como a un tirano, encontraríamos las de fray Bartolomé de las Casas y Gonzalo Fernández de Oviedo -para el siglo XVI-; las de Manuel José Quintana y Washington Irving -para el siglo XIX-; y las de Óscar Castro Vega o Lord Hugh Thomas, Barón Thomas of Swynnerton -para el siglo XX-.

La obra ofrece, creemos que con éxito, una visión comparada de la trayectoria vital de ambos personajes, como mecanismo para alcanzar una comprensión más cabal no sólo de ellos, sino también de la conquista de América.

A la hora de afrontar la investigación, la autora observó como la abundante historiografía sobre Núñez de Balboa descansaba en la escasa utilización de fuentes originales. Mientras que la figura de Pedrarias, con menos biógrafos, contaba aun con abundante documentación infrautilizada o inédita. Una disparidad documental reflejo de sus respectivas posiciones sociales y políticas.

El libro, articulado en ocho capítulos donde de manera progresiva se va desgranando el tema objeto de estudio, se complementa con una cronología, un mapa, árboles genealógicos de los dos personajes, y un interesante anexo documental. Puesto que ambos protagonistas tienen distintas fechas de nacimiento y muerte, el discurso extiende su marco cronológico más allá de su vida. De especial interés es que, mientras que se analizan problemas concretos, cada capítulo aborda un tema destacado de la historia de España y América.

"Los contrastes habituales entre Pedrarias y Balboa -edad frente a juventud, privilegio frente a mérito y avaricia frente a generosidad- se basan en la ignorancia y en la confusión acerca de sus años de juventud." (p. 37). Y es que ambos tenían varias cosas en común: fueron educados en entornos aristocráticos y, como segundones, tuvieron que buscar fortuna para fortalecer su posición social. Los Árias Dávila eran un importante linaje segoviano cuyo ascenso había comenzado bajo el reinado de Enrique IV de Castilla en la figura de Diego Árias Dávila, su contador mayor, consejero regio y favorito. Los Núñez de Balboa, por su parte, eran hidalgos pobres de Jeréz de los Caballeros.

Aparte de los ricos datos biográficos que de los dos personajes se ofrecen en el primer capítulo, la principal aportación del mismo es la de la valoración de las experiencias formativas de ambos conquistadores para ver los principios y percepciones divergentes que les acabarían enfrentando.

Con el fin de conservar su posición social, aceptaron la movilidad geográfica. Una movilidad que, en su caso, les hizo desplazarse a los Reinos de las Indias. La experiencia americana de Núñez de Balboa dio comienzo en octubre de 1501, cuando zarpó desde Cádiz en la expedición de Rodrigo de Bastidas. Mientras que, la aventura ultramarina de Pedrarias principió el 27-28 de julio de 1513, cuando el rey le nombró gobernador y capitán general de Castilla del Oro -partiendo para su destino, desde Sevilla, el 25 de febrero de 1514-. En esa época, la región de Nombre de Dios-Portobello-Panamá, era un verdadero nodo logístico del imperio, que conectaba el área circuncaribe con las nuevas zonas de expansión hispana en el Pacífico americano.

Los preparativos de la armada de 1514, estudiada por la profesora Mena García en su Sevilla y las Flotas de Indias. La Gran Armada de Castilla del Oro (1513-1514) -Sevilla, Universidad de Sevilla, 1998-, fueron especialmente cuidados por el rey Fernando el Católico: aproximadamente 19 navíos y 1250 hombres se encargarían de cumplir los deseos de la Corona. "¿Estaba Fernando El Católico más preocupado por salvar almas que por aumentar su riqueza y territorios? ¿Hasta qué punto eran compatibles ambos fines para el monarca? ¿Cuándo entraron en conflicto y cómo intentó el Rey reconciliarlos? Dar respuesta a estas preguntas es fundamental para valorar en su justa medida las afirmaciones de Balboa y Pedrarias de que ellos estaban al servicio de la Corona." (p. 62).

Núñez de Balboa fue el representante de los intereses particulares en la conquista. Frente a él, Pedrarias fue enviado por la Corona para contenerlo. Su relación personal trasciende así lo meramente cotidiano, para enmarcarse en la lucha entre el poder real / intereses particulares desarrollada en las primeras décadas del siglo XVI y que tantos conflictos ocasionó. Este problema fue el mismo al que tuvieron que hacer frente el virrey Antonio de Mendoza para controlar a Hernán Cortés en México; Blasco Núñez de Vela y Pedro de La Gasca para restringir el poder de los Pizarro en el Perú; Francisco de Bobadilla y Nicolás de Ovando para limitar a Colón en La Española; etc... Un tema que ya fuera tratado de manera magistral el profesor Silvio A. Zavala en Los intereses particulares en la conquista de la Nueva España (México, D.F., El Colegio Nacional, 1991).

Entre las instrucciones dadas al nuevo gobernador, se encontraban las de proteger la tierra y la riqueza de la Tierra Firme de las posibles incursiones portuguesas. Con él llegó también el requerimiento y nuevas entradas a tierras antes no conocidas por los europeos. También, debía contener a Núñez de Balboa en Tierra Firme. Este último objetivo se vio dificultado cuando, Don Fernando, nombró a éste último gobernador de Panamá y Coíba y adelantado del Mar del Sur, aunque subordinado a Pedrarias. "Con ello, parece que la Corona intentaba promover el aventurerismo independiente junto con la colonización estable. Al tiempo que recogía los frutos de ambos. En la práctica, condenó a Pedrarias y a Balboa a una confrontación inevitable." (p. 87).

Núñez de Balboa acabaría sus días ejecutado por traición, con otros cuatro compañeros, en enero de 1519. En el capítulo 4 se analiza si esa "traición" fue tal -habían planeado rebelarse contra el sucesor de Pedrarias nombrado por el monarca-, así como las reacciones a esas muertes y los acontecimientos que de ellas se derivaron. Con estas ejecuciones, el gobernador demostró que la fidelidad a la Corona era posible, incluso en el Nuevo Mundo.

La codicia estuvo presente tanto de parte de la Corona, como de parte de los particulares que participaron en la empresa indiana. Pedrarias se propuso controlar ésta última en interés de la monarquía. Así, intentando satisfacer tanto a los colonos como al rey, asignó nativos en repartimiento o encomienda con el fin de establecer asentamientos en Panamá, Nombre de Dios y Natá; ayudando además a Francisco Pizarro, Diego de Almagro y Hernando de Luque a preparar futuras exploraciones.

Tras su paso por Castilla del Oro, y antes de que finalizase su juicio de residencia en Panamá, fue nombrado gobernador de Nicaragua el 16 de marzo de 1527. Un destino que no estuvo exento de problemas, como por ejemplo la rebelión de Francisco Hernández de Córdoba.

En otro orden de cosas, en el capítulo 7 se examina la cuestión de la supuesta relación de Pedrarias con el tráfico de esclavos indígenas en Nicaragua. A la luz de los datos aportados, se concluye que él no solo no lo promovió, sino que además intentó limitarlo. Un tráfico que, finalmente, fue ilegalizado por la Corona el 2 de agosto de 1530 -para la Nueva España-, y el 25 de enero de 1531 -para Nicaragua-.

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