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Autor
Fernando Morales

Las vocaciones científicas y tecnológicas no acaban de florecer

Estos estudios tienen niveles de empleabilidad y de remuneración superiores a otras ramas de enseñanza, aunque bien es cierto que son carreras donde las tasas de abandono, como indicador de dificultad, también son más elevadas

Aunque tras la pandemia y con la transformación digital la demanda de profesionales con perfiles STEM –Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas– no para de crecer, el número de españoles que se deciden a estudiar estas carreras es cada vez menor. Según datos del último informe sobre carreras STEM de la Conferencia de Rectores de universidades Españolas (CRUE), entre el 2010 y 2017 las matriculaciones de estas titulaciones se redujeron en un 6,1%. Todo ello a pesar de que estos estudios tienen niveles de empleabilidad y de remuneración superiores a otras ramas de enseñanza, aunque bien es cierto que son carreras donde las tasas de abandono, como indicador de dificultad, también son más elevadas (del 37,5% al 49,9%, según la CRUE). Ello explicaría, en cierta medida, esta pérdida de alumnos, por lo que la CRUE pide «orientar» a los escolares desde las primeras etapas educativas hacia estas carreras.

El desplome de las vocaciones STEM puede tener un efecto «catastrófico» sobre el empleo. Como explica Joaquín Aldas, investigador del IVIE y catedrático de la Universidad de Valencia, la Cuarta Revolución Industrial desembocará en una pérdida de empleo en tareas de poco valor añadido, por lo que un país «que anticipe esta realidad debe lograr que un porcentaje creciente de su población esté formada en áreas de alto valor añadido, y las STEM conforman un capital humano que, por definición, cumple este requisito».

Rechazo psicológico

Para fomentar el interés por estas carreras, Aldás lo tiene claro: hay que lograr un consenso de estado en educación «que permita una reforma que incentive la innovación educativa en general y logre mejorar la forma en que en la enseñanza obligatoria y bachillerato se imparten estas materias», porque, entiende, «la vocación se ha de estimular». En definitiva, hay que hacer atractivo el aprendizaje de estas materias o «iremos construyendo un rechazo psicológico que luego se extiende hacia estas carreras», concreta Aldás.

Para ello, el responsable de líneas de educación y formación para el empleo de DigitalEs, Javier Miranda, ve clave el trabajar con los profesores y que en las facultades de Magisterio sea más sencillo orientarse hacia estas especialidades científicas. En pocos sitios, cuenta, una persona que ha estudiado magisterio puede especializarse en matemáticas: «Esto nos restringe de entrada ese potencial para que luego en las aulas se puedan dar bien estas asignaturas». Unido a ello ve que existe una desconexión importante entre lo que ocurre en la realidad y los programas que se elaboran para las enseñanzas en institutos y universidades. «Debe haber una adaptabilidad a las realidades sociales y no tener las asignaturas tan encorsetadas», apunta. Es decir, para Miranda debe existir una parte de los programas educativos troncal pero también otra que tenga «una capacidad rápida de adaptación» a lo que demanda el mercado laboral.

No obstante, para el CEO de IMF, Conrado Briceño, el fenómeno de la pérdida de tracción en las carreras STEM no hay que valorarlo de forma aislada, sino que hay que entenderlo como un síntoma del creciente proceso de pérdida de competitividad que sufre la industria, en gran medida, argumenta, por los fenómenos de la globalización y la deslocalización del aparato productivo. Con todo, a su juicio, es en las grandes corporaciones donde queda circunscrita la demanda de perfiles STEM, y «al final sí que hay perfiles suficientes para una demanda más bien acotada». Briceño subraya también que hay que entender a estos profesionales no como un perfil especialidad sino como uno transversal. «Antes a un ingeniero le bastaba con saber ciencias básicas y algo de especialidad, pero ahora, y aunque no se está realizando, hay que dotarlos de elementos de diseño, de capacidad de innovación y de trabajar con otras disciplinas», opina. «El sector de la formación no ha incorporado esta evolución en la forma de enseñar STEM», critica también Briceño.

Pero el papel de la Universidad es también clave para solucionar el hecho de que haya ofertas de empleo que se quedan sin cubrir por falta de perfiles adecuados. Un problema que se agrava, en opinión de Aldás, si entendemos el mercado de trabajo de manera global. Y es que, según Adecco, alrededor del 37% de las ofertas de empleo iban dirigidas hacia universitarios con titulaciones técnicas, estudios que en España, según el catedrático, recogen a no más del 24% de los matriculados. Para potenciarlas, Miranda ve esencial que los alumnos de los institutos tengan referentes del mundo de la ciencia para que dejen de ver este campo como algo difícil de alcanzar. «Tienen que notar que esto no es tan complejo sino una cuestión de esfuerzo que al final tiene recompensa», comenta, explicación que Aldás ratifica: «Las nuevas generaciones no acaban de ver que el mayor esfuerzo se vea compensado con el reconocimiento del mercado, por lo que se mueven hacia carreras más vocacionales».

Javier Jiménez, vicerrector de la Universidad Politécnica de Madrid, coincide en que hace falta definir un mercado laboral que oferte a los menores una trayectoria laboral relevante, «que pueda entrar en competencia con las que les ofrecen en otros países donde las condiciones económicas son mucho más altas». Por tanto, cree que en España «estamos invirtiendo en formar gente muy buena pero luego el reconocimiento lo tienen en otros lugares».

Brecha de género

Otra de las características que definen a las carreras STEM es el bajo porcentaje de alumnas. Según el informe ‘El estado de la ciencia 2020’ de la Organización de Estados Iberoamericanos, solo un 13% de los estudiantes STEM en España son mujeres. En la Universidad Politécnica de Madrid, según datos del vicerrector, en el ámbito de la arquitectura o ingenierías «más verdes como forestales», el porcentaje está en un 50%. Sin embargo, en titulaciones del ámbito industrial el porcentaje es de un 30% de chicas frente a un 70% de chicos, mientras que en las carreras relacionadas con la informática es donde «la reducción del número de mujeres es mucho más importante». Sin embargo, desde la UPM aseguran que ellos no han notado ese descenso de solicitudes, que sí se está produciendo en las universidades generalistas.

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