Fecha
Autor
Francisco Javier Lillo Ramos (Universidad Rey Juan Carlos de Madrid)

Las recesiones económicas podrían influir en el clima: un breve análisis de estas y otras variables implicadas

En un reciente trabajo de investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) y de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) se adelantaba que una recesión económica reduciría las emisiones de CO<sub>2</sub> a la atmósfera (tal como después ha anunciado la Agencia Internacional de Energía). De esta manera, un fenómeno económico podría tener influencia sobre otro de orden climático, a través de una variación significativa de las temperaturas globales. No obstante, los gases de efecto invernadero, no son los únicos que pueden tener influencia sobre los procesos climáticos. Por ejemplo, muchos modelos predictivos no contemplan factores tan decisivos en términos climáticos como aquellos de origen geológico u oceanográfico.
Las oscilaciones climáticas naturales se pueden dar tanto en largos como en cortos periodos de tiempo pero ¿puede el hombre afectar al clima en un periodo corto de tiempo? En otras palabras ¿pueden las variaciones rápidas de la actividad humana tener un efecto a corto plazo sobre el clima? Así, la hipótesis de partida en el trabajo desarrollado fue la siguiente: si la economía entra en receso la industria emite menos CO2, y por lo tanto, las temperaturas deberían caer, o al menos el incremento de las mismas sería menor dentro de la tendencia de aumento global.

El clima es más sensible a las actividades humanas de lo que se piensa, ya que las alteraciones rápidas de estas pueden tener un efecto a corto plazo en la evolución climática de la Tierra

Para comprobar esas relaciones, se investigó un periodo de tiempo singular dentro de la historia reciente: de 1970 a 1990, cuando sucedieron dos marcados descensos en la actividad económica. El primero está relacionado con el estallido de la guerra de Yom Kippur y la segunda, entre el estallido de la Revolución Islámica en Irán y la guerra entre este país e Irak. En el análisis se interrelacionaron cuatro variables: por una parte indicadores estrictamente económicos, como son la variación del precio del petróleo y el producto interior bruto de Estados Unidos, y por otra parte, parámetros específicos relacionados con el clima, como son la propia variación de la emisión de CO2 y la variación en la temperatura media anual.

A pesar de la complejidad del cuadro global que existe durante el periodo de estudio, se observó que existe cierta correlación entre las variables consideradas. Por ejemplo, se pudo comprobar cómo la guerra del Yom Kippur (1973) con el consiguiente embargo de petróleo de la OAPEC y el aumento en los precios del barril, generó un año 1974 recesivo, marcado por descensos significativos en la emisión de CO2 y en la variación de la temperatura. Un escenario más complejo ocurre a comienzos de la década de los años 1980s, con la guerra Irán-Irak, donde se registran mínimos en el crecimiento económico, en la emisión de CO2 y en la variación de la temperatura, aunque un descenso progresivo en el precio, condicionó después que aumentase el consumo de combustibles fósiles y se produjera un aumento en la variación de temperatura, tras los mínimos registrados.



TA (ºC) = Diferencia de temperatura con respecto a la media global en el siglo XX
GDP (billlion US$) = Producto Interior Bruto USA (x1000 millones de dólares)

Por lo tanto, los resultados obtenidos muestran que los factores económicos pueden aparentemente intervenir en las oscilaciones climáticas, manifestándose en efectos a corto plazo. En definitiva, se puede establecer que el clima es más sensible a las actividades humanas de lo que se piensa, ya que las alteraciones rápidas de estas pueden tener un efecto a corto plazo en la evolución climática de la Tierra.

Por otra parte, la consideración del fenómeno de los cambios climáticos a corto y largo plazo desde un enfoque más amplio, pone de relieve la importancia de los procesos naturales, por ejemplo (entre otros): las erupciones volcánicas y las variaciones en las corrientes marinas. Sin embargo, en la tendencia de pensamiento principal, el enfoque es más reduccionista, al considerar de manera casi exclusiva (y excluyente) a los gases de efecto invernadero.

Los estudios paleoclimáticos son cruciales para avanzar en el conocimiento de las variables climáticas, sus interacciones y los efectos que pueden tener a corto, medio y largo plazo

Lo cierto es que existen demasiadas variables implicadas en los cambios climáticos que ha sufrido el planeta y existen profundas interrelaciones (muchas de las cuales incluso desconocemos) entre esa multitud de variables. Esto hace que los escenarios que predicen los modelos basados principalmente en los gases de efecto invernadero sean aproximaciones simplistas, y por ello imprecisas sobre lo que podrá ocurrir. Tal y como señala el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), "... los modelos aún muestran errores significativos. Aunque, por lo general, estos son mayores a escalas más pequeñas, aún persisten importantes problemas a gran escala". Por ejemplo, en la actualidad hay una gran controversia sobre lo que sucedería en el caso de la fusión de las grandes masas de hielo de la Antártida y Groenlandia, proceso que podría inducir cambios drásticos en la densidad de las corrientes oceánicas. Un caso notable en este sentido es el de la Corriente del Golfo, que al ser sensiblemente modificada podría a su vez determinar un enfriamiento generalizado en el entorno del Atlántico Norte. Si es así, el propio sistema se retroalimenta, bien de forma negativa (como es este caso), bien de forma positiva.

Muchos de los modelos que se están utilizando para estudiar el cambio climático son fundamentalmente atmosféricos. Se basan principalmente en las variaciones de la dinámica y composición de la atmósfera, y dejan de lado (o consideran de una manera muy superficial) otros factores naturales que pueden modificar de manera acusada la distribución de temperaturas o clima en la Tierra incluso a corto plazo como, entre otros, las erupciones volcánicas. Existen, tanto en la historia reciente del planeta como en la lejana, casos excepcionales de erupciones que han tenido efectos significativos en el clima, como la del volcán Toba (hace unos 70.000 años atrás) que emitió tal cantidad de gases H2S y SO2, que dio lugar a un descenso generalizado de la temperatura de 3º a 5º C en el hemisferio norte. Y hay más procesos geológicos que pueden producir grandes cambios en la evolución climática de la Tierra, como aquellos relacionados con el secuestro natural de CO2 a través de la meteorización de silicatos y precipitación de carbonatos.

La historia de la Tierra nos ha enseñado que su evolución climática se mueve por ciclos que oscilan entre periodos cálidos y fríos, de diferente amplitud y duración. Por su parte, los grandes ciclos presentan a su vez otras oscilaciones de menor escala, llegando estas a ser de pocos años. Aún hoy desconocemos en qué lugar de esos grandes ciclos nos encontramos. Por ello, antes de predecir el futuro, es fundamental entender el presente, y para entender el presente es indispensable estudiar el pasado a través de los estudios paleoclimáticos (estudio del clima a lo largo de la historia geológica). Estos estudios son cruciales para avanzar en el conocimiento de las variables climáticas, sus interacciones y los efectos que pueden tener a corto, medio y largo plazo. Se trata de adquirir un conocimiento fundamental en una materia como es el cambio climático, con fuertes implicaciones políticas, económicas y sociales. De este modo, existe la necesidad de abordar el tema desde todos los ángulos posibles. Si basamos todo el trabajo sobre los gases invernadero, perdemos un gran parte de la perspectiva del problema. Porque hay otros muchos factores que pueden intervenir profundamente en el clima. Sigamos estudiando los efectos de los gases invernadero y sus relaciones con la actividad humana, pero sin dejar de considerar otros factores naturales que pueden estar involucrados en el cambio climático. Las cuestiones clave aquí son: interrelaciones y retroalimentación en un sistema multivariable. La ciencia no puede ser excluyente, pero sin embargo es precisamente la exclusión de ideas (mal justificada por una falsa ortodoxia científica) la que está marcando a los estudios climáticos. A esto han contribuido como caja de resonancia, los medios de comunicación y una clase política no versada en temas científicos, que es fácilmente manipulada desde un lado u otro dependiendo de los intereses de turno.



J. Lillo, R. Oyarzun. How short can short-term human-induced climate oscillations be? Science of the Total Environment 407 (2009) 3605-3608

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