Ilustración de una fábula de Esopo. / Arthur Rackham (WIKIMEDIA COMMONS)
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Las parábolas para niños son más efectivas cuando las protagonizan humanos en vez de animales

Un estudio realizado en Canadá recientemente pone de manifiesto que los cuentos infantiles protagonizados por animales no logran transmitir tan eficazmente conductas morales, y que para enseñar a los jóvenes cuestiones de carácter ético y moral se debe recurrir a libros con personajes humanos.

El Instituto de Estudios sobre Educación de Ontario (OISE), dependiente de la Universidad de Toronto, llevó a cabo una investigación consistente en leer una de entre tres historias a casi un centenar de niños de cuatro a seis años. Uno de los cuentos lo protagonizaban animales antropomórficos que aprenden que compartir les hace sentirse bien, el segundo era una versión del anterior pero con personajes humanos en vez de animales y el tercero, el de control, versaba sobre semillas.

Antes de que les leyesen la historia, los niños debían elegir diez pegatinas para llevárselas a casa y se les decía que había un niño -cuya identidad no se les revelaba- que no recibiría ninguna, y que podían donarle las suyas metiéndolas en un sobre cuando el investigador no les viera. Los niños tenían dos oportunidades para hacerlo, una antes de escuchar el cuento y otra después.

Para sorpresa del equipo de investigadores, los niños a los que se leía la historia en la que aparecían personajes humanos eran más generosos a la hora de donar sus pegatinas que aquellos que escuchaban el cuento en el que eran animales los que transmitían la moraleja o el cuento de control. No se apreció diferencia alguna en el grado de generosidad de los niños que escuchaban el cuento protagonizado por animales o el que trataba sobre semillas.

En palabras de Patricia Ganea, profesora adjunta de desarrollo cognitivo temprano en el OISE: "Son cada vez más los estudios que reflejan que los niños pequeños son más susceptibles de aplicar lo que han aprendido de historias realistas [...] esta es la primera ocasión en la que obtenemos un resultado similar en lo que respecta a la conducta social [...] estos hallazgos son sorprendentes si tenemos en cuenta que los personajes de muchos cuentos infantiles son animales con características humanas".

Obviamente, sigue siendo una incógnita si el efecto de los personajes zoomórficos que ilustran un proceso de aprendizaje cuando afrontan situaciones complejas cotidianas varía en función de la calidad del cuento, el contexto cultural o la edad del niño. No obstante, este nuevo hallazgo no debe pasarse por alto cuando la literatura infantil trate de inculcar valores éticos. "Contamos cuentos a los niños por muchos motivos; si nuestro propósito es impartir una lección moral podemos hacerla más accesible a los pequeños empleando personajes humanos", comentó Ganea. "La conclusión no es que no debamos leer literatura fantástica a nuestros hijos; se trata de libros maravillosos y muy interesantes que sin duda debemos acercar a los niños".

Los cuentos suelen estar poblados por animales antropomórficos -el personaje favorito de quien escribe en su infancia era el Oso Paddington, que procedía del más oscuro y recóndito Perú- y un estudio de un millar de libros infantiles realizado en 2002 reveló que en más de la mitad aparecían animales y que la inmensa mayoría de ellos no eran representaciones realistas. Aunque pequeños y mayores adoran este tipo de cuentos, instrumentos esenciales en la exploración literaria durante la infancia, cuando la finalidad de la historia es fundamentalmente ofrecer algún tipo de enseñanza vital, puede que algunos niños reconozcan mejor un modelo humano que uno encarnado por un tejón. Resta aún dilucidar cómo encajan en esta idea los personajes que no son ni humanos ni animales, como los Moomins.

Ganea considera que para que los cuentos sean efectivos es fundamental ampliar el espectro de personajes humanos que representen distintos géneros y etnias, a fin de que los niños puedan identificarse con la historia. Pese a todo, como bien sabe todo aquel que haya leído y releído el cuento favorito de un niño, cuando confluyen la imaginación infantil y una buena redacción e ilustración se obtiene un efecto muy poderoso, con independencia del mensaje.

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