Este catedrático emérito de la UPM acaba de recibir su tercer ERC Advanced Grant consecutiva
Javier Jiménez Sendín es Ingeniero Aeronáutico por la ETSI de Aeronáuticos de la Universidad Politécnica de Madrid, Master en Aeronautics y PhD en Applied Mathematics por el Instituto de Tecnología de California (Caltech, Pasadena). En la actualidad es profesor investigador emérito de la Universidad Politécnica (UPM).
Durante los últimos 30 años, y especialmente después de sus prolongadas estancias como profesor visitante en la Universidad de Stanford, su investigación se ha dirigido al estudio de la dinámica de la turbulencia usando grandes ordenadores. Aunque con frecuencia sus simulaciones han sido las de más alto número de Reynolds (una medida de complejidad) a escala mundial, el propósito ha sido generalmente el desarrollo de modelos para los flujos turbulentos que reduzcan su dinámica a procesos más sencillos. Su grupo de investigación se ha financiado fundamentalmente de proyectos europeos, incluyendo tres Advanced Grants consecutivas del European Research Council (ERC). En la tercera, a punto de comenzar, abandona el uso de ordenadores para problemas cada vez más grandes, a cambio de su utilización en conjuntos masivos de simulaciones más pequeñas, intentando emular el proceso de búsqueda de nuevas ideas en investigación científica.
Su proyecto “Monte-Carlo Determination of Causation in Turbulence (CausT)” acaba de recibir un Advanced Grant del Consejo Europeo de Investigación. Háblenos un poco sobre qué trata y cuál es el objetivo de esta investigación.
Este es un proyecto de investigación que forma parte de una serie de proyectos que he estado haciendo durante los últimos años y que en el fondo todos tienen que ver con la turbulencia. Lo que pasa es que este último proyecto es un poco distinto y se centra en cómo investigar en turbulencia. Es decir, la idea es saber si hay alguna manera de utilizar los ordenadores para que la parte de la investigación la hagan ellos. Esto es básicamente lo que diferencia este proyecto de los anteriores: Hasta ahora siempre había unos investigadores clásicos, que éramos nosotros, que nos enfrentábamos a un problema e intentábamos resolverlo. En este caso, nos enfrentamos con un ordenador y esperamos, no que nos resuelva el problema, pero sí que nos dé pistas de por dónde deberíamos mirar.
La beca del Consejo Europeo de Investigación conlleva una financiación de 2’5 millones de euros para desarrollar, ampliar y profundizar sus investigaciones en los próximos 5 años. ¿Cuáles van a ser los próximos pasos del proyecto?
Los próximos pasos en cualquiera de estos proyectos siempre es gastarlo (ríe). Lo primero que hay que hacer es encontrar gente, cosa que no resulta siempre fácil. Actualmente entre los miembros de mi equipo sólo hay un español, porque no es sencillo encontrar gente bien formada en estos temas. Y luego hará falta comprar algo de equipo nuevo y eso en este momento es más difícil de lo que parece porque la gente que hace bitcoins nos ha quitado todos los chips (ríe). También estoy organizando una primera conferencia internacional para el año que viene para traer gente que discuta este asunto. Y luego cada dos años organizamos aquí una especie de escuela de verano a la que traemos unos 50 equipos de todo el mundo que trabajan aquí durante un mes.
En su caso, es el tercer Advanced Grant consecutivo que le conceden a sus proyectos siempre ligados a la investigación de la turbulencia. ¿En qué se diferencia este proyecto de los dos anteriores?
Lo de cómo investigar es una cosa que se suponía que sabíamos hacer porque es lo que hemos estado haciendo durante toda nuestra vida. De lo que se trataba era de coger un proyecto, básicamente la turbulencia en tubos que es una parte importante de la industria, el 5% de la energía que se gasta en el mundo se va en contrastar la fricción en tubos, un barril de petróleo de cada 20 se nos va en eso. Entonces cualquier cosa que se ahorre ahí es importante. Y eso es lo que estábamos haciendo: Teníamos ese problema, no entendíamos cómo funcionaba y nos dedicábamos a resolverlo.
Es más fácil ser científico en Francia o en Alemania que en España
En cambio ahora, una vez entendido más o menos lo que creíamos que era el problema, nos hemos dado cuenta de que en el fondo lo habíamos resuelto a la mitad y la otra mitad está más limitada por nuestra falta de imaginación. Entonces lo que se trata ahora es de saber si conseguimos suplir la falta de imaginación con la fuerza bruta del ordenador y que nos dé ideas.
Esta convocatoria se ha concedido a 209 investigaciones “pioneras, de alto riesgo y alto potencial” de las más de 2.600 solicitudes presentadas. En otras palabras: Más del 90% de los investigadores relevantes con ideas innovadoras que aspiraban a esta financiación no han resultado beneficiarios de esta ayuda. Como decíamos antes, este es su tercer Advanced Grant consecutivo. ¿Qué supone para usted recibir una vez más esta ayuda que le sitúa en la élite de la investigación?
Esto es una cosa de tener buenos amigos. Si consigues tener buenos amigos no solo que te quieran sino que piensen bien de ti, estas cosas funcionan. Lo que no se puede hacer es el genio solo. Esto es una cosa que primero no existe y si funciona tampoco funcionaría. Ha funcionado quizá con Einstein, pero hay pocos Einsteins (ríe).
Sólo 11 de los proyectos financiados en esta última convocatoria pertenecen a proyectos españoles (y de ellos, solo tres se desarrollan en instituciones madrileñas), muy lejos de los 51 del Reino Unido o los 40 de Alemania, situando a España en una posición intermedia del ranking (7ª de 14 países beneficiarios). ¿Cree que estas ERC Advanced Grant 2020 reflejan la calidad de la ciencia que se realiza en nuestro país, y más concretamente en la Comunidad de Madrid?
Yo diría que sí. Aparte de estos Advanced Grants, yo he formado parte de algunos de los comités que dan otros Grants dentro del ERC (Consejo Europeo de Investigación por sus siglas en inglés), y el ERC es muy estricto mirando la excelencia de las cosas que le llegan. Hay casos como los ingleses que hacen “trampa”: El ERC está escrito en inglés y los ingleses escriben muy bien en inglés. Y eso se nota. Hace mucho que la gente se viene quejando de que los ingleses tienen ventaja. Pero quitando eso, el resto de Europa invierte más en ciencia y en las carreras de sus jóvenes, es decir: es más fácil ser científico en Francia o en Alemania que en España. Y eso al final se nota.
Al hilo de esto, ¿qué le diría a esos jóvenes investigadores con un futuro incierto dentro los laboratorios de nuestro país?
El futuro siempre es incierto. Si de verdad la gente quiere investigar, que trabaje duro y que dé la lata a quien tenga que darla y que haga lo que tenga que hacer. Lo que yo no recomendaría a nadie es que se quede intentando seguir la carrera burocrática que viene fijada para la gente cuya misión sea enseñar. Lo de enseñar está muy bien y es una cosa muy importante. Pero investigar es una cuestión de amor y el amor tiene otras reglas. Así que, igual que cuando tú quieres a alguien, yo lo que les diría es: Inténtalo.
Dicho esto, una de las cosas que yo siempre digo es que hay que cuidar a nuestros jóvenes. Los que somos viejos ya nos arreglamos de una manera o de otra, pero hay que cuidar la carrera de los jóvenes, que es una cosa que en España funciona muy mal, y estamos perdiendo mucha gente buena por el camino. Yo a lo largo de mi carrera me he planteado varias veces si quería seguir en nuestro país, que es lo que desafortunadamente se plantean actualmente los estudiantes buenos. Y eso es una pena. No es una vergüenza, es una pena.