Los virus oceánicos, descubiertos en la década de 1980, no solo son las entidades biológicas más abundantes de las profundidades marinas, sino que además, lejos de estar aletargados, estos microorganismos juegan un papel esencial en la cadena trófica que sostiene la vida oceánica.
Así lo detalla un estudio publicado en Science Advances que ha sido coordinado por un equipo español de científicos y llevado a cabo por la investigadora del Instituto de Ciencias del Mar de Venecia (Italia) y colaboradora del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (ICM-CSIC), Elena Lara.
El trabajo además cuenta con la participación de centros españoles como el Instituto de Ciencias Marinas, la Universidad de Vigo (UVIGO), el Centro Oceánico de Gijón o la Universidad de Granada (UGR).
Los datos de la investigación se tomaron hace siete años, en la expedición Malaspina (2010), un proyecto científico, oceanográfico e interdisciplinar que circunnavegó los mares del planeta para hacer un inventario del impacto del cambio global en el ecosistema marino y explorar su biodiversidad, especialmente en el océano profundo.
En la expedición se tomaron cerca de 200.000 muestras de agua, plancton, partículas de la atmósfera y gases en los océanos Índico, Pacífico y Atlántico y desde la superficie hasta los 6.000 metros.
Concretamente para este estudio, se han analizado más de un millar de muestras, "tomadas entre los 0 y los 4.000 metros, es decir, que describen toda la columna de agua del océano", explica Lara en declaraciones a Efe.
"Se trata de un estudio importante porque hasta ahora las investigaciones sobre virus marinos se limitaban a las zonas costeras y a las capas superficiales del océano pero este trabajo se ha dedicado al océano oscuro (la franja que hay entre los 200 y los 4.000 metros), que es el ecosistema más grande y más desconocido de la Tierra", advierte Lara.
El primer hallazgo del estudio tiene que ver con la abundancia y distribución de los virus: "hay una mayor presencia de virus en las capas superficiales que en las capas profundas del océano, ahora bien, dado que el océano profundo representa el 70 % de los océanos, el 94,7 % de los virus están por debajo de los 200 metros de profundidad, donde no hay luz, en el llamado océano oscuro que oculta la mayor colección de virus marinos".
En concreto, "de promedio, y aunque todavía no sabemos por qué, la mitad de la abundancia integrada de virus se encuentra por debajo de los 775 metros", si bien el océano profundo del Pacífico es el más rico. "Es significativamente distinto y abundante en virus y células procariotas", destaca Lara.
El estudio también analizó las estrategias de vida de los virus. Y es que los virus pueden ser 'líticos', es decir, que infectan a una célula y usan la maquinaria celular para crear más virus, o 'lisogénicos', cuando infectan a una célula pero sin expandirse ni reproducirse, sino que quedan en letargo a la espera de que se den las condiciones necesarias para multiplicarse.
"Al comenzar el estudio pensamos que habría más virus líticos en la superficie (al haber más concentración huéspedes o células) y más lisogénicos en el océano profundo, donde las condiciones de vida son más duras, pero nos hemos encontrado que hay la misma proporción de virus líticos en superficie que en profundidad y que, en comparación la lisis es más importante en el océano profundo, lo que nos sorprendió bastante".
Además, los autores también analizaron la causa de mortalidad de las bacterias oceánicas. En contra de lo esperado, el estudio descubrió que la mayor causa de mortalidad en el océano profundo es la actividad vírica (lisis) y no los depredadores que buscan el carbono de las bacterias.
Pero, además, cuando un virus lisa a una célula bacteriana, el contenido de esta célula va al océano, y gracias a los experimentos llevados a cabo en Malaspina, los autores cuantificaron el carbono orgánico y los nutrientes que los virus aportan al océano y queda disponible para otros organismos marinos.
El estudio calcula que cada año los virus sueltan en el agua cerca de 145 gigatoneladas de materia orgánica y carbono. "El trabajo demuestra la importancia de los virus en las cadenas tróficas y los ciclos bioquímicos oceánicos porque aunque todavía son unos grandes desconocidos, empezamos a ver lo interesantes e importantes que son", concluye.