Las complejas figuras que vemos dibujadas en este antiguo cráter marciano son fruto del choque de un objeto sobre la superficie helada.
El impacto de cometas y asteroides lleva dando forma a las superficies de los planetas y lunas rocosos de nuestro Sistema Solar desde el comienzo de su historia, hace 4.600 millones de años, desvelando las condiciones ambientales en el momento de su formación.
Vista en perspectiva de un cráter de impacto de 32 km al norte de la cuenca de la Hellas que se formó en el momento en que el ambiente marciano era mucho más húmedo, como se ve en la naturaleza fluidizada de los escombros excavados en ella. / ESA/DLR/FU Berlin, CC BY-SA 3.0 IGO
Durante un impacto, la energía transmitida al terreno hace que el objeto y partes de la superficie se fundan y evaporen; además, grandes cantidades de material salen de la superficie y salpican los alrededores, donde formarán un manto de residuos.
Las características del material eyectado pueden ofrecer información de las condiciones de la superficie del planeta y su entorno general.
Parece claro que el cráter de 32 km de diámetro que ocupa el centro de esta imagen se formó en un momento en que existía agua o hielo cerca de la superficie. La energía del impacto calentó el agua subsuperficial, haciendo que fluyera con mayor facilidad y provocando el aspecto 'líquido' del manto de material eyectado.
La periferia de los lóbulos de material excavado presenta a menudo una elevación en cresta: a medida que el flujo fue reduciendo su velocidad, los restos se fueron acumulando, empujando el material periférico hasta formar terraplenes.
Numerosos cráteres marcianos muestran este patrón, en ocasiones con múltiples capas de eyecciones. Aquí se pueden identificar hasta tres capas de lóbulos de eyección, algunas de las cuales terminan formando terraplenes. Estos depósitos de eyecciones multicapa pueden ser el resultado de una combinación del impacto en una capa subsuperficial saturada de agua y la interacción del material eyectado con la atmósfera.
Este cráter se encuentra situado en el norte de la cuenca de impacto Hellas que, con sus 2.300 km de diámetro, constituye una de las mayores del Sistema Solar. Se sospecha que esta región constituyó la cuenca de desagüe de un lago.
En la parte sur de la imagen principal (izquierda) también se aprecian pequeños canales que se suman a las pruebas que demuestran el pasado acuático de la región.