Aunque su nombre solo sea hoy familiar para los especialistas en los mismos insectos en que él trabajo, saltamontes, grillos y otros afines, Ignacio Bolívar fue uno de los más renombrados científicos españoles de su época, con un prestigio solo inferior al de Cajal. No solo fue un especialista de fama internacional en su parcela zoológica, también sobresalió como un eficaz organizador de centros de investigación y persona muy influyente en lo que hoy llamaríamos la política científica de su tiempo. Bajo su dirección, el Museo de Ciencias Naturales recuperó el esplendor que había tenido en sus inicios. Por desgracia, sus últimos años los pasó exiliado en México, país en el que se refugió con su familia tras acabar la guerra civil en España.
La trayectoria vital de Ignacio Bolívar y Urrutia, nacido en Madrid en 1850 y fallecido en la Ciudad de México en 1944, abarca prácticamente la segunda mitad del siglo diecinueve y la primera mitad del veinte. Así, su época de plenitud coincidió con la que se ha llamado Edad de Plata de la cultura española, en la que brillaron extraordinarios literatos, artistas, pensadores o científicos, siendo entre los últimos uno de los más destacados
Bolívar fue un naturalista vocacional, al que atrajo desde muy joven el estudio de los insectos. Vencida la resistencia familiar ante tan poco prometedora dedicación, siguió los estudios de ciencias naturales en Madrid, donde coincidió con otros jovenes y luego importantes naturalistas, como los geólogos Francisco Quiroga y Salvador Calderón. Con ellos participó desde el principio en la Sociedad Española de Historia Natural, fundada en 1872, en la que Bolívar pronto destacó por sus excelentes trabajos sobre ortópteros, un grupo de insectos que comprende los saltamontes, las langostas, los grillos y otros similares. Así, ya en 1876 publicó una Sinópsis de los ortópteros de España y Portugal, primer catálogo fiable de este grupo en la Península. Para entonces ya había ingresado como Ayudante en el Museo de Ciencias Naturales, centro al que permaneció ligado toda su vida. Junto con sus amigos Quiroga y Calderón, apoyó también los primeros pasos de la Institución Libre de Enseñanza, fundada en 1876 por don Francisco Giner y sus colaboradores para modernizar la educación y la investigación en nuestro país.
Ignacio Bolívar
Siendo aún muy joven, en 1877, Bolívar fue nombrado Catedrático de Entomología, que es la rama de la zoología dedicada a los insectos, de la Universidad Central, y con ello Jefe de la Sección de Entomología del Museo de Ciencias Naturales. Por aquella época el Museo atravesaba una situación de abandono y decadencia, pero el esfuerzo de Bolívar y de otros logró reactivar la labor investigadora. Fue nombrado Director del Museo en 1901. En 1907 el gobierno español creó la Junta para Ampliación de Estudios, organismo de apoyo a la investigación del que Bolívar fue vocal, vicepresidente y presidente. Con la ayuda de la Junta el Museo siguió mejorando y en 1910 consiguió por fin una sede digna, al trasladarse al edificio que aún hoy ocupa frente al paseo de la Castellana en Madrid.
Mientras tanto la labor personal de Bolívar no había cesado. No solo era, sin discusión, el mejor especialista en ortópteros de España sino uno de los mejores del mundo. Por eso en sus publicaciones se encuentran trabajos sobre exóticos insectos de los más lejanos rincones del globo, que le eran enviados por expedicionarios y museos extranjeros para su identificación. Centenares de especies que hoy forman parte del gran catálogo de la biodiversidad mundial fueron descritas por Bolívar. El liderazgo de Bolívar se notó en que la entomología fue una de las disciplinas con mayor auge dentro de las ciencias naturales de la España de la época. Entre sus colaboradores y discípulos merece la pena destacar a su propio hijo, Cándido Bolívar y Pieltain, que le ayudó también en las tareas de organización y dirección de centros y proyectos científicos.
Como otros intelectuales y científicos españoles Cándido Bolívar participó activamente en política durante los años de la Segunda República, proclamada en 1931. Fue un estrecho colaborador de Manuel Azaña, a cuyo lado siguió, siendo Azaña Presidente de la República, durante los difíciles años de la guerra civil de 1936 a 1939. Al término de la guerra Cándido se exilió a México, a donde le acompañó su padre, ya muy anciano, que pasó allí sus últimos y tristes años. Las nuevas autoridades franquistas silenciaron la labor y la memoria de los exiliados, eliminando incluso algunos de sus trabajos en publicaciones científicas, por lo que el reconocimiento a una figura de la talla de Bolívar no ha sido posteriormente el que merecía.
Más información:
CASADO DE OTAOLA, Santos, 2001. La ciencia en el campo. Quiroga, Calderón, Bolívar: naturaleza y regeneracionismo. Madrid: Nívola libros y Ediciones. ISBN 849559918X