Fecha
Fuente
El Confidencial
Autor
José Pichel

Identifican nuevos factores que pueden hacer que sufras alzhéimer dentro de unos años

Un estudio epidemiológico revela que los procesos infecciosos que requieren hospitalización en la juventud o en edades medias incrementan el riesgo de alzhéimer y párkinson

Entender el origen de las enfermedades es el primer paso para prevenirlas y curarlas. Sin duda, conocer la causa que desencadena las dolencias es una condición casi imprescindible para avanzar en la investigación biomédica. Probablemente, por eso en las últimas décadas hemos logrado importantes progresos frente a algunas patologías, como el cáncer, y bastante pocos en otras, como las enfermedades neurodegenerativas. El alzhéimer, el párkinson y otros problemas relacionados con el cerebro y el sistema nervioso aún guardan demasiados secretos, pero cada vez hay más evidencias de que sus causas y su desarrollo no dependen de un solo factor sino de múltiples.

Un estudio que acaba de publicar la revista científica 'PLOS Medicine' ofrece una importante pista sobre esta cuestión. La investigación, liderada por el Instituto Karolinska de Suecia, revela que las personas que en su juventud o en los años centrales de su vida sufrieron infecciones importantes, de forma que tuvieron que ser hospitalizadas por ello, resultaron más propensas a padecer alzhéimer y párkinson. Sin embargo, esta relación no se encontró en el caso de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).

Los datos incluyen un gran registro de pacientes suecos entre 1970 y 2016 (291.941 casos de alzhéimer, 103.319 de párkinson y 10.161 de ELA). Al seleccionar el grupo de pacientes que habían sido tratados por una infección en el hospital cinco o más años antes del diagnóstico de estas enfermedades, los investigadores comprobaron que tenían un riesgo 16% mayor de sufrir alzhéimer y un 4% mayor de sufrir párkinson. Sin embargo, las cifras se disparan al analizar las personas que habían tenido infecciones múltiples antes de los 40 años, con el doble de riesgo de sufrir alzhéimer y más del 40% de aumento del riesgo de sufrir párkinson. De nuevo, para la ELA no hubo ningún tipo de relación.

David Pérez Martínez, jefe del Servicio de Neurología del Hospital 12 Octubre, considera que se trata de un estudio muy interesante. A pesar de que tiene la limitación de estar basado en datos epidemiológicos y, por lo tanto, no establece una relación causal evidente. “Sirve para desarrollar hipótesis”, explica en declaraciones a Teknautas, pero refuerza especialmente una idea que está cobrando fuerza en los últimos años: la relación entre infecciones y procesos inflamatorios con la neurodegeneración. “Realmente, este estudio nos dice que algunas enfermedades neurodegenerativas están asociadas a procesos inflamatorios crónicos desencadenados por infecciones, que pueden ser repetidas o no”, comenta. Esa hipótesis biológica aún habría que comprobarla experimentalmente y explicar con precisión sus mecanismos, pero las estadísticas de este estudio parecen evidenciar que existe un importante vínculo.

Pero, ¿por qué el estudio encuentra una importante relación entre las infecciones y el alzhéimer y el párkinson, pero no con la ELA? “Posiblemente, las diferentes enfermedades neurodegenerativas tengan diferentes orígenes”, afirma el experto. En general, los investigadores no creen que haya una única causa para todas estas patologías. “Sabemos que algunas pueden estar más relacionadas con trastornos genéticos, es el caso de la ELA y, por ejemplo, también de la demencia frontotemporal”, apunta Pérez Martínez. En cambio, en otras el componente ambiental sería mucho más importante que el genético y, dentro de esos factores ambientales empieza a despuntar con fuerza la idea que las inflamaciones crónicas o las infecciones repetitivas serían determinantes.

No obstante, los autores del estudio admiten que a partir de sus datos no es posible discernir si las infecciones son el verdadero origen de estas afecciones neurológicas o tan solo influyen en su aparición. “Estos hallazgos sugieren que los eventos infecciosos pueden ser un desencadenante o un amplificador de un proceso de enfermedad preexistente, lo que lleva al inicio clínico de una enfermedad neurodegenerativa a una edad relativamente temprana”, apunta Jiangwei Sun, investigador del Instituto Karolinska, ya que los resultados se vinculan especialmente con los casos diagnosticados antes de los 60 años.

“Parece ingenuo pensar que directamente una infección provocada por un virus respiratorio o por una bacteria produzca la enfermedad. Lo más probable es que los procesos inflamatorios repetidos puedan producir algún tipo de desencadenante inflamatorio crónico que a su vez inicie posteriormente los procesos neurodegenerativos”, opina el neurólogo del 12 de Octubre, que también es presidente de la Asociación Madrileña de Neurología (AMN).

¿Importa el tipo de infección previa?

El trabajo publicado en 'PLOS Medicine' incluye todo tipo de infecciones que podrían relacionarse con la posterior aparición de alzhéimer y párkinson, tanto por el agente que las causa (virus, bacterias y otros patógenos) como por la zona del organismo afectada (procesos gastrointestinales, respiratorios, de la piel, etc...). La conclusión parece ser que cualquier proceso infeccioso conduce a un mayor riesgo. “De alguna manera, esconde la hipótesis de que la clave no está en un único germen, sino que la repetición de infecciones, sobre todo en edades jóvenes y medias, es lo que desencadena algún proceso inflamatorio crónico cerebral que a su vez provoca procesos neurodegenerativos, a veces, 30 años después”, comenta el experto español.

¿Cómo encaja esta idea con lo que sabemos hasta ahora? La conexión puede estar en el beta-amiloide, la sustancia que se acumula en el cerebro de los enfermos de alzhéimer. Al parecer, “tiene un papel en la respuesta inmune innata y esto puede ser la clave para relacionar todos los procesos infecciosos e inflamatorios característicos de la enfermedad”, comenta Pérez Martínez, aclarando que tan solo se trata de una hipótesis más. Aunque la barrera hematoencefálica protege al cerebro, ya que impide la entrada de algunos patógenos que atacan al resto del cuerpo, los mecanismos biológicos por los que se puede ver afectado este órgano son muy variados. “No sabemos si hay una infección local directa por algún agente, pero aunque no sea así, un proceso infeccioso podría activar las células inflamatorias endógenas incluso a distancia. Además, hay moléculas proinflamatorias que pueden llegar al cerebro”, afirma.

De hecho, antes de este estudio que aborda la influencia de cualquier tipo de infección, otros trabajos han mostrado la relación con algunas muy concretas. Uno de los más llamativos apuntaba hace tres años al patógeno que provoca la periodontitis crónica. Los científicos no están seguros de que esta bacteria (‘Porphyromonas gingivalis’) llegue al cerebro, pero es posible que al menos las toxinas que produce sí lo hagan.

Muchas vías para llegar a la neurodegeneración

Según el jefe de Neurología del Hospital 12 de Octubre una hipótesis cada vez más plausible es que no exista un único tipo de alzhéimer, “sino muchos, producidos por diferentes caminos, la mayoría producto de infecciones o inflamaciones crónicas de distinto origen, que van desde los cambios en la microbiota intestinal a las infecciones crónicas periodontales, pasando por las infecciones de repetición en vías respiratorias”. No obstante, se trataría de un factor de riesgo más que añadir a otros que también se conocen, ya que los estudios epidemiológicos también relacionan esta enfermedad neurodegenerativa con la hipertensión, la dieta e incluso el nivel educativo.

En cualquier caso, si las infecciones se pueden relacionar con la aparición de enfermedades neurodegenerativas, ¿ocurrirá lo mismo con el covid, que ha sufrido la inmensa mayoría de la población española? “Es una buena pregunta y, de hecho, todo el mundo lo discute”, afirma el neurólogo. Entre los muchos síntomas que se relacionan con el coronavirus, también hay algunos neurológicos, sobre todo entre los pacientes que sufren el covid persistente. En cualquier caso, “el SARS-CoV-2 no parece invadir directamente el cerebro, frente a otras infecciones que sí lo hacen y aún así no tienen esos efectos”, comenta. Ante la falta de datos, “tenemos que ser cautelosos, a día de hoy sería muy atrevido decir que puede ser un factor desencadenante de estas patologías neurodegenerativas”.

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