Ignacio Torres Alemán<br/>CSIC. IV Premio madri+d a la Mejor Patente
1.-¿En qué consiste la composición química del IGF-1 para el tratamiento y prevención de enfermedades neurodegenerativas que habéis patentado?
Nuestra patente consiste en un nuevo tratamiento para enfermedades cerebrales tan importantes como puede ser la demencia de Alzheimer, pero también otras menos conocidas, como las ataxias cerebelosas, un tipo de enfermedades que afectan también a los niños. El método es sumamente sencillo; una inyección subcutánea, como se hace con otros medicamentos, una vez a la semana, de una hormona humana, llamada IGF-I, que parece que estos pacientes no tienen en suficiente cantidad o que no les funciona de manera normal. Es, por tanto, fundamentalmente un tratamiento sustitutivo. Una terapia similar se hace con la insulina y los diabéticos. El tratamiento debería ser crónico, en los estudios en el laboratorio hemos visto que, si lo suspendemos, los efectos terapéuticos van desapareciendo. En principio esta hormona IGF-I se ha visto que no tiene ningún efecto secundario a las dosis usadas en personas, incluyendo niños, con lo que somos muy optimistas de que se pueda llevar a la práctica clínica ya que, entre otras cosas, su uso está autorizado para otros tipos de enfermedades, tanto en Europa como en USA.
2.-¿Qué aporta su patente al mercado y qué posibilidades comerciales tiene?
Lo que aportaría al mercado -porque de momento no se ha llegado a comercializar- es un tratamiento eficaz de la enfermedad de alzheimer. Es importante recordar que en la actualidad no hay ningún tratamiento efectivo para esta enfermedad. Si funcionara, aunque fuera sólo parcialmente paliativo, sería un éxito.
Las posibilidades comerciales potenciales son realmente enormes ya que el número de afectados por la enfermedad de Alzheimer se cuenta por millones a nivel mundial. Sin embargo, las perspectivas del mercado farmacéutico no se miden únicamente por este tipo de consideraciones. Hay razones empresariales, estratégicas, económicas, que influyen de forma determinante en la salida al mercado de un medicamento.
3.-Como investigador público, ¿cuál ha sido su experiencia a la hora de patentar los resultados y cual es su valoración?
Patentar resultados de laboratorio es una labor muy diferente a lo que realiza un investigador en su tarea habitual. La patente es un aspecto tan ajeno a nuestra cultura académica que si no fuera porque nos facilitan este trabajo, en mi caso a través de la oficina de transferencia del CSIC, sería una tarea realmente muy ardua.
Mi experiencia en esta patente en concreto ha sido muy positiva, hemos recibido una ayuda inmejorable e inestimable de la Oficina de Transferencia de Resultados de la Investigación y del Consejo.
4.-Desde su perspectiva como investigador de un centro público de investigación, ¿qué medidas considera necesarias para fomentar la protección de los resultados de la investigación y su comercialización?
Para la protección de los resultados de la investigación creo que las medidas que han tomado el CSIC, en particular, y otros centros de investigación de disponer de una oficina que dé soporte al investigador son suficientes.
En relación con la comercialización de tecnología, los investigadores necesitamos y echamos en falta una mayor ayuda. Sin embargo, desconozco de donde podría provenir, institucional o privada. Sería conveniente poner a disposición personas cualificadas que se encargaran del proceso de interfase entre el investigador y el comercializador, ya que los investigadores no estamos preparados ni tenemos el tiempo necesario para eso.