ACLARANDO LA CEREMONIA DE LA CONFUSIÓN<br>
Contra el actual concepto educativo
Reseña realizada por Mª Victoria Gordillo<br>
Universidad Complutense
"La Gran Estafa" es un libro que parte de un título atractivo y que, en su segunda parte ("El secuestro del sentido común en la educación"), anticipa la causa del problema. No es, por tanto, un libro que pueda confundir al lector. Se trata claramente de una apuesta por un cambio en la educación española, aduciendo los errores que se vienen cometiendo desde hace ya varias décadas. Pero si bien el libro puede ser considerado como una apuesta ideológica -liberal, en este caso-, reúne todos los requisitos que le permiten entrar en el terreno de la discusión científica por la enorme precisión de datos históricos y sociales en que basa sus argumentaciones. Y, algo que le da un gran valor, es como está escrito: desde el primer momento capta la atención del lector por su amenidad y correcta expresión. La autora es profesora de Matemáticas pero su afición y facilidad para la literatura queda ampliamente demostrada, quizá también por influjo familiar.
Alicia Delibes es una persona extraordinariamente culta e inquieta que ha tenido el enorme acierto de no pararse ante las situaciones que le han resultado desconcertantes buscando en la documentación histórica -también en la más reciente- una posible explicación. Es ahí donde su mentalidad científica se pone de manifiesto ya que no se limita a especular sino que acude a los hechos, algunos vividos en primera persona, para tratar de comprender el proceso que ha llevado a la situación actual. Sorprende, en un primer momento, que una persona no pedagoga haya sabido hacer un diagnóstico tan certero de la situación educativa de nuestro país pero a medida que uno profundiza en la lectura del libro se comprende que gran parte de su valor se debe a la "independencia de espíritu" y a la visión ingenua, en cuanto a no sesgada por un determinado corpus teórico, con la que se aborda el problema. Y que le lleva a una conclusión muy en la línea de H. Arendt cuando señaló como la desaparición del sentido común es el signo más claro de la crisis actual.
Una característica de este libro es que está escrito en primera persona, con valentía y sin obviar la parte de responsabilidad que a los progresistas de antaño les pueda corresponder. Desde la introducción se expone una justificación del problema desde la propia experiencia: como alumna de la Facultad de Exactas de la Complutense en las revueltas de mayo del 68, los distintos puestos como profesora hasta lograr la plaza de Agregada de Instituto. Tras varios años de ejercicio profesional fuera de España, su vuelta en 1994 le puso en contacto directo con la LOGSE y sus consecuencias en el alumnado. De aquí arrancó su interés en captar el porqué del proceso de degradación que ha seguido la administración educativa española.
La responsabilidad no es exclusiva del gobierno socialista que aprobó la LOGSE, pues como la autora dice, "en el mundo de la educación hace tiempo que triunfó una pedagogía progresista antiautoritaria que reniega de la exigencia de esfuerzo individual y de disciplina". Rousseau y Condorcet han de ser, por tanto, examinados, lo mismo que la instrucción pública en la España del siglo XIX y el papel que jugaron los políticos liberales, así como la Institución Libre de Enseñanza, la Escuela Nueva de Núñez de Arenas o la Escuela Moderna de Ferrer y Guardia. Antecedentes que convergen en el ideal de una escuela democrática e igualitaria -sobre todo, intelectualmente-, tal como aparece en los idearios de la escuela comprensiva a la que aspira la LOGSE, cuyo modelo más próximo fue la Comprehensive School británica.
Pero no fue solo la LOGSE la causa del problema, el ambiente pseudointelectual de la pedagogía denominada "postmoderna" es quien alienta un enfoque de la educación que no puede llevar más que a su destrucción. Muchos de sus principios están hoy científicamente superados -bien lo sabemos los que nos dedicamos a ello- pero siguen siendo indiscutibles en ciertos ámbitos que pretenden ser progresistas y que más que confiar en la necesidad de una formación intelectual rigurosa concentran su interés casi exclusivamente en los aspectos metodológicos y en un falso ambiente de libertad, dejando con ello al alumno ayuno de conocimientos y fácil de manipular. Ciertamente, es un grave peligro que la ideología, cualquiera que sea, invada áreas habitualmente reservadas al saber y al aprendizaje. Es por ello por lo que, como la autora afirma, "merece la pena penetrar en ese archipiélago orwelliano que es la educación, denunciar el sectarismo que ahí domina y abrir alguna ventana para que, al menos pueda entrar la luz de la razón y del sentido común", objetivo que este libro cumple sobradamente.