José Angel M. Escribano<br/>Fundador de Algenex - Finalista Premio Emprendedor XXI - Madrid
1.-¿Qué constituye la base de negocio de Alternative Gene Expresión, Algenex?
Cualquier consultor o experto en biotecnología al que se le pregunte estará de acuerdo en que disponer de sistemas que permitan generar productos recombinantes a bajo coste y de manera fácilmente escalable, supone una ventaja estratégica de primera magnitud para cualquier compañía. En la literatura científica hay una auténtica avalancha de trabajos publicados describiendo nuevas tecnologías o mejoras en las tradicionales. Esta es también la razón por la cual hemos visto nacer en los últimos 5 años a multitud de empresas en todo el mundo que plantean sistemas novedosos en el campo de la producción de proteínas recombinantes. Este es el caso de Algenex, una empresa surgida como una spin-off del Instituto Nacional de Investigación Agraria (INIA).
Desde hace más de una década, los científicos fundadores de Algenex hemos venido desarrollando tecnología no fermentativa para producir proteínas recombinantes en diversas plataformas, y finalmente han sido los insectos los que hemos considerado como los más eficientes para obtener los productos que desarrollamos. Somos una de las tres compañías que en el mundo utilizan las larvas de insecto, en nuestro caso un pequeño lepidóptero de unos tres centímetros de tamaño, que en combinación con los baculovirus que son vectores víricos ampliamente utilizados para expresión, nos permiten generar proteínas recombinantes de altísima calidad a precios extremadamente bajos. Algenex ha sido la primera compañía en Europa en desarrollar tecnología en esta plataforma y, como principal ventaja frente a nuestros competidores, hemos puesto a punto y patentado sistemas que aseguran escalados industriales capaces de producir casi cualquier demanda que el mercado pueda tener.
Sin embargo, tanto Covadonga Alonso, cofundadora de Algenex, como yo mismo, nunca hemos tenido como principio ser únicamente una plataforma tecnológica, y desarrollamos productos propios en el campo de los kits diagnósticos, las vacunas animales y las moléculas antivirales. Por nuestra experiencia en el mundo de las vacunas hacemos también desarrollos horizontales que mejoran de forma genérica las vacunas de subunidades. La compañía posee en explotación tres patentes y esperamos tener presentadas otras tres más antes de final de año.
A los fundadores de Algenex nos gusta identificar a nuestra compañía con los mercados de países en vías de desarrollo. Estos mercados, muchas veces olvidados, no son considerados cuando se trata de productos de alta tecnología por los elevados costes que las compañías imponen. Algenex, gracias a su tecnología, puede ofrecer productos recombinantes de alta calidad a precios accesibles a esos mercados. La idea de convertirnos en una empresa de genéricos de reactivos de diagnóstico recombinante no nos disgusta, y esto sin duda nos abrirá mercados que demandan productos a la carta y a los que otros no prestan atención.
2.-Ha mencionado que desarrollan vacunas ¿Es posible obtener vacunas eficaces basadas en una o varias proteínas recombinantes a bajo coste?
Si miramos hacia atrás, desde los años 60 hasta el presente, las vacunas no han cambiado tanto, a pesar de los enormes avances científicos experimentados, especialmente en el campo de la biología molecular y la inmunología. En parte se debe a los tremendos requisitos de validación que las autoridades regulatorias imponen a la industria para productos novedosos, pero también debido a los costes de producción de las vacunas recombinantes. A esto ha de unirse el hecho de que, se ha demostrado que por el momento, solo es posible vacunar frente a un número reducido de patógenos con una o varias proteínas de forma aislada.
Algenex ha fijado su atención exclusivamente en el desarrollo de vacunas animales, cuyos requerimientos en cuanto a registro son menores. En concreto se encuentran, en distinto grado de desarrollo, tres de ellas encaminadas a proteger frente a patógenos animales, en los que está completamente demostrado que una sola proteína es la responsable de generar la respuesta inmune protectiva. Una de estas vacunas es un desarrollo enteramente de Algenex, mientras que las otras dos son fruto de colaboraciones con la Universidad Autónoma de Barcelona (CRESA) y el Instituto de Virología INTA-Castelar de Buenos Aires. La primera de estas vacunas, dirigida a prevenir una enfermedad vírica del conejo, esperamos que pueda estar en el mercado a finales del año 2009. En cualquier caso, todas ellas tendrán un coste de producción de apenas unos céntimos y todas deberán ponerse en el mercado a precios inferiores a 1€ o fracasaremos en su comercialización. En definitiva, lo que Algenex puede conseguir con su tecnología, a diferencia de otras más implantadas en la industria, es reducir costes en torno a 30-40 veces, tanto en la fase de producción como de inversión en la infraestructura necesaria para el escalado industrial. Por supuesto, esta tecnología sería aplicable a la producción de vacunas humanas, pero su registro excede hoy en día las posibilidades de inversión de Algenex y solo podría aventurarse en este campo de la mano de otra empresa de mucho mayor potencial económico. Algunas de estas empresas ya han mantenido conversaciones con nosotros para interesarse por lo que nuestra tecnología puede ofrecerles.
3.-¿Qué dificultades han tenido como científicos del sector público para fundar una empresa?
Tan solo hace unos años, las iniciativas de creación de empresas a partir de científicos del sector público se consideraba cerca de la ilegalidad por los gestores del Ministerio o de las instituciones científicas como la nuestra. Tampoco era bien visto por la mayoría de los científicos españoles, entre los que era una idea muy extendida, que un científico se vendía de alguna manera por crear una empresa o si ponía su esfuerzo en desarrollos finalistas que la industria pudiera explotar. La tradición en España de no mezclar en absoluto lo público y lo privado, en mi opinión ha retrasado años el despegue de áreas industriales como la biotecnológica. Mientras que en países como Estados Unidos esto ya se había superado hacía décadas, solo en los últimos 5-7 años los gobiernos, de nuestro país y quizás debiera decir de la mayoría de los de la UE, también han cambiado la mentalidad al respecto de manera radical viendo la pérdida de competitividad en innovación, así como el colectivo científico. Hoy en día en la Unión Europea se tiene muy claro que la mayor parte del I+D se lleva a cabo en la Universidad y en los centros públicos de investigación y que la mayoría de las grandes empresas en todo el mundo beben de las fuentes de estos laboratorios o en las de las pequeñas empresas que se fundan en base a un desarrollo o tecnología como Algenex. Por otra parte, está claro que la sociedad no se beneficia de igual manera de los resultados fruto del esfuerzo investigador si estos no se llevan hasta la sociedad en forma de productos. Esto exige una investigación finalista basada en ciencia más básica y de calidad.En España hay muy buenos científicos que hacen ciencia de primera línea que en Estados Unidos estaría siendo explotada por empresas, pero en países como España, la industria privada en biotecnología es todavía escasa y se necesitan fundar nuevas empresas que aprovechen este potencial. Aunque nosotros tuvimos que convencer a los gestores de nuestro instituto con estos argumentos de oportunidad y valor social de lo que estábamos tratando de hacer, la respuesta fue muy favorable y rápidamente firmamos convenios de cesión de nuestras patentes y se nos facilitó espacio para los desarrollos iniciales.
Conseguir dinero fue más complejo y gracias a fondos de capital semilla de Fundación Genoma España pudimos comenzar nuestra actividad. Dos años después de crear la empresa ya tenemos inversores, préstamos del CDTI y participamos como empresa tanto en proyectos nacionales como internacionales, como los financiados por la Welcome Trust Foundation o por el programa Consolider 2010. Estos proyectos han permitido que Algenex se conecte a grupos de investigación de excelencia y tener acceso a información y productos que en un futuro podremos explotar comercialmente.
Si bien como decía antes, hemos tenido que superar algunas barreras relativas a la mentalidad del entorno y otras de índole financiera, lo que nosotros siempre tuvimos claro es que nuestra condición de científicos con unos cuantos años de experiencia en la dirección de grupos de investigación, nos daba alguna ventaja estratégica. Como investigadores sabíamos bien como obtener recursos a partir de ideas o desarrollos científicos. También teníamos experiencia en el marketing científico de nuestra investigación, algo vital para conseguir inversores y, lo que es más importante, sabíamos ser eficientes con pocos medios humanos y económicos. Para todo ello el sistema español de I + D supone un entrenamiento exhaustivo, dada la relativa escasez de medios con que cuenta y a cuyos recursos se accede de manera muy competitiva. Sin embargo, la tendencia del científico es a pensar que su tecnología es única y que los demás te buscarán por lo que sabes o haces. La realidad es que en el terreno empresarial hemos tenido que aprender que con frecuencia los demás no perciben tu tecnología de manera tan optimista y hay que demostrar continuamente el valor que tiene. En definitiva, una dificultad importante ha sido aprender a saber dar la dimensión adecuada a nuestra tecnología y pensar más allá del resultado científico a la hora de introducir productos en el mercado. Tampoco estamos entrenados los científicos a hablar con inversores o empresas y esta ha sido una experiencia relativamente difícil pero muy enriquecedora, que complementa la experiencia de cualquier científico. Todo esto al final contribuye a una reflexión sobre lo que pretendes desarrollar más allá del dato publicable y eso nos ha exigido y exige un cambio importante de mentalidad.
4.-¿Qué razones les han motivado a fundar Algenex a pesar de tantas dificultades?
En nuestro caso, nuestra motivación principal surgió como consecuencia de la imposibilidad de hacer acuerdos estables desde nuestros laboratorios con empresas grandes que permitieran poner nuestros desarrollos en forma de productos en el mercado. Esto puede resultar sorprendente, pero durante años vimos pasar a expertos en I+D de grandes empresas por nuestro laboratorio y, a pesar de que todo eran buenas palabras, nos dimos cuenta de que o dábamos nosotros mismos el paso o nadie estaba realmente interesado en introducir nuevas tecnologías en aquellas compañías muy afianzadas en procedimientos y productos tradicionales. Por supuesto también influye el incentivo económico, pero este por desgracia llegará más adelante si la empresa triunfa.
Algo que los fundadores de Algenex damos mucha importancia es que consideramos un reto intelectual la creación de una empresa de base tecnológica y porqué no, si tenemos éxito, también esperamos que aumente nuestro prestigio profesional. Recientemente oía decir a un empresario de éxito que las grandes empresas buscan, por encima del nivel de formación, profesionales con iniciativa emprendedora, incluso con historial de fracaso. A pesar de la relativa escasez de dinero disponible para nuevas iniciativas tecnológicas y nuestra inexperiencia empresarial, uno aprende que con esfuerzo continuado y un buen enfoque es posible conseguir los recursos necesarios, especialmente si se sabe crear valor de los desarrollos científico-técnicos. Por supuesto, tener un buen producto no significa tener éxito comercial y este apartado lo estamos padeciendo como lo hacen la mayoría de las pequeñas empresas de biotecnología del mundo, pero si se trabaja duro y se innova continuamente las empresas perduran en el tiempo y crecen. También es importante saber tener paciencia. Los grandes acuerdos no se fraguan en una semana y es importante perseverar y demostrar científicamente de manera muy sólida que lo que uno presenta como un desarrollo importante de verdad lo es.
Por último, ya he mencionado con anterioridad que los países en vías de desarrollo constituyen mercados prioritarios para la compañía. De hecho, los primeros productos que pusimos en el mercado fueron dos kits para diagnóstico de una enfermedad animal que ahora afecta casi en exclusividad al continente africano, la Peste porcina africana. Cuando te cuentan que la pérdida de dos cerdos significa para una familia, en Madagascar por ejemplo, la imposibilidad por un año de comprar ropa nueva y escolarizar a un par de niños, nos sentimos muy orgullosos de desarrollar productos que permitan limitar estas pérdidas económicas en países tan pobres. En la actualidad, contribuimos a la formación de personal de laboratorio en algunos de esos países y a permitirles el acceso a reactivos diagnósticos de calidad a través de un proyecto financiado por la Welcome Trust Foundation. En definitiva, los fundadores de Algenex nos sentimos orgullosos de crear productos útiles para la sociedad.