La necrópolis Pozo Moro existió desde el siglo V a.C. hasta el siglo V d.C. y, a pesar del gran número de tumbas, no volvió a erigirse un monumento arquitectónico en la misma
El monumento turriforme de Pozo Moro (490 a.C.) es uno de los grandes hitos de la Arqueología nacional y de los estudios de la cultura ibérica en particular. Con sus más de 10 m. de altura, de los cuales aproximadamente 5 se reconstruyen en la actualidad en el Museo Arqueológico Nacional, este monumento ofrece complejas decoraciones de raíces orientales, como son los altorrelieves de leones que protegen sus esquinas y, sobre todo, escenas en relieve que narran las hazañas de un héroe fundador.
Ahora, un reciente estudio de un investigador de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha permitido señalar que no todos los restos arquitectónicos hallados en esta necrópolis pertenecieron a un único edificio turriforme, como tradicionalmente se ha propuesto. Esto ofrece una nueva visión del desarrollo de la arquitectura monumental de uno de los yacimientos más importantes del mundo ibérico.
Dicho edificio turriforme, reconstruido a partir del hallazgo de su base y de una serie de sillares diseminados en torno a la misma, cubría y señalizaba una tumba aislada en Pozo Moro (Chinchilla de Montearagón, Albacete).
Podría considerarse un monumento fundacional de una necrópolis ibérica, ya que cuando el edificio se derrumbó, la gente comenzó a enterrarse en torno sus escombros, atraídos por el simbolismo de esta sepultura que identificaban como la de un antepasado mítico o quizá la del héroe fundador representado en los relieves del monumento.
Esta necrópolis existió desde el siglo V a.C. hasta el siglo V d.C. y, a pesar del gran número de tumbas, no volvió a erigirse un monumento arquitectónico en la misma. Sin embargo, el reciente estudio de Jesús Robles Moreno, permite señalar lo contrario.
Una pieza fundamental
El trabajo analiza un elemento arquitectónico perteneciente a una serie de sillares cuya posición en el monumento resulta incierta o al menos dudosa. El abordado en este artículo había sido restituido tradicionalmente como un fragmento de cornisa o de un sillar decorado con relieves. Ciertamente, y como el propio autor reconoce en el artículo, por su decoración, la pieza puede parecer “poco prometedora” o incluso “insignificante” si se compara con el resto de elementos arquitectónicos hallados en esta necrópolis.
Sin embargo, analizada con detalle, es una pieza fundamental para proponer que en Pozo Moro existió más de un monumento.
Montaje actual del monumento turriforme de Pozo Moro en el Museo Arqueológico Nacional (Museo Arqueológico Nacional; Fotografía Jesús Robles Moreno) y la pieza estudiada en el trabajo (derecha superior) (Museo Arqueológico Nacional; Fotografía: Museo Arqueológico Nacional) comparada con otras análogas del sureste, datadas en el siglo IV a.C. y pertenecientes a otro tipo de monumentos / Robles Moreno (2023)
Esto se debe a que el estudio tipológico del ejemplar revela que, por su función, dimensiones, morfología y decoración, este se vincula de una serie de piezas del sudeste peninsular que no pertenecen a monumentos turriformes, sino a pilares-estela. Estos son otro tipo de monumentos propios de la cultura ibérica, de menores dimensiones que el turriforme y distinto de aquel en sus componentes y morfología.
Una nueva visión
Además, el contexto arqueológico de este tipo de sillares en otras necrópolis permite datarlos con seguridad al menos un siglo después del monumento de Pozo Moro al que tradicionalmente se ha vinculado.
Esta datación viene apoyada además por los rasgos estilísticos de los relieves de la pieza que, de acuerdo con los estudios sobre decoración arquitectónica en el Mediterráneo antiguo, impedirían fecharla a finales del siglo V a.C.
El artículo plantea así que la pieza no formó parte del monumento turriforme, sino de un pilar-estela con el que se señalizó la tumba de alguien enterrado en esa necrópolis que surge en torno a los restos del mismo.
Puede señalarse además que este segundo monumento se construyó aproximadamente un siglo después que el turriforme, hacia inicios del siglo IV a.C., fecha del apogeo de la necrópolis.
Los resultados del trabajo aportan una nueva visión de la evolución del paisaje funerario de este cementerio donde, frente a la propuesta tradicional y al igual que ocurre en otros cementerios ibéricos del sureste, no existió un único monumento, sino varios distanciados en el tiempo.
Esto abre además la puerta a un replanteamiento del clásico montaje del monumento turriforme de Pozo Moro, monumento que, a pesar de haber sido estudiado en numerosas ocasiones, sigue siendo una auténtica caja de sorpresas.
Referencia bibliográfica:
Robles Moreno, J. 2023. More than one monument in Pozo Moro? Notes on Iberian Architectural decoration. Oxford Journal of Archaeology, 42 (1), 32-49.