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Autor
Juan F. Calero

Estanislao Nistal Villán: “En ciencia no se trata de creer, sino de probar”

El virólogo y profesor de Microbiología de la Facultad de Farmacia en la Universidad CEU San Pablo considera que el reto de aquí a verano no tiene por qué ser lograr la inmunidad de rebaño, sino vacunar a los más vulnerables

Cuando hace poco más de un año el mundo no era consciente de lo que estaba a punto de estallar, Estanislao Nistal miraba con máxima preocupación las imágenes que llegaban desde Wuhan. No ayudaba a reducir los niveles de incertidumbre el habitual oscurantismo chino.

El virólogo y profesor de Microbiología de la Facultad de Farmacia en la Universidad CEU San Pablo, recuerda las contradicciones en las que cayó el gigante asiático. “Hay muchas incógnitas; si no supieron o no pudieron frenar el virus o por qué, tal y como ha hecho público la OMS, el SARS-CoV-2 llevaba circulando semanas o incluso meses sin que nadie lo supiera o alertara de ello. Es extraño. Tampoco es comprensible que sus autoridades alzaran la voz cuando Estados Unidos anunció la prohibición de viajar a China”.

Mientras, en Europa, Nistal opina que no lo vimos venir. “Hungría o Austria fueron muy criticados por implementar controles estrictos de tránsito fronterizo. Entretanto, países asiáticos con experiencia previa gracias al SARS fueron capaces de contener antes la pandemia gracias a ese tipo de decisiones. En todo caso, la UE no actuó con la agilidad que requería la situación. Antes del confinamiento total, los protocolos de los que disponíamos para contener un brote pandémico de estas características, no fueron eficaces. No es descabellado que las cosas sucedieran así. Sin embargo, haber invertido más en prevención y en planes de emergencia ante pandemias nos habría ahorrado muchos disgustos”.

Aprendizajes

Después de muchos meses corriendo detrás del virus, Estanislao Nistal cree que la llegada de la vacuna supone un cambio radial de escenario. “Iremos por delante si empezamos a reducir el riesgo de la enfermedad y la transmisión”. En paralelo, el experto asevera que no se cansará de ensalzar la importancia del cribado masivo y repetido entre la población como medida para reducir el impacto de nuevas oleadas y su duración.

“Me sorprende que algunas Comunidades Autónomas sigan dudando de la efectividad de estos cribados a gran escala para cortar de raíz la transmisión comunitaria o frenar un brote en situaciones de grandísima incidencia”. Eso sí, Nistal advierte de que hay que acometerlos de manera muy precisa. Han de realizarse pocos días después de que haya tenido lugar el evento donde se originó el problema. “Esta estrategia bien enfocada durante las fiestas navideñas habría evitado muchos de los contagios de la tercera ola”.   

El virólogo pone como ejemplo la situación -“muy similar si nos fijamos en sus ‘curvas’ de pandemia y en la anchura de la base de las mismas”- de Castilla y León, Región de Murcia y La Rioja. “Durante la tercera ola, la incidencia creció y descendió muy rápido. Eso significa que en algún momento perdieron el control, pero que reaccionaron con velocidad. No todas han hecho las mismas cosas, pero sus estrategias han tenido un efecto mucho más rápido que en otras CCAA”.

Nistal también defiende el papel de los test de antígenos. “Son todo un acierto en la Comunidad de Madrid, donde el área de Salud ha sido ágil a la hora de hacer el trazado de los contactos estrechos de un infectado, detectar nuevos positivos y ponerlos en cuarentena rápidamente”. El profesor del CEU San Pablo valora además los confinamientos selectivos en barrios y poblaciones de la región, aunque esto no ha sido suficiente para contener y reducir rápidamente la incidencia. Tampoco su efecto hospitalario y en número de vidas en la tercera ola.

Puro progreso

Entre las buenas noticias de la pandemia, “la más obvia” es la vacuna. “Haberlas logrado en apenas un año es algo impresionante desde el punto de vista científico y bioindustrial”, apunta Estanislao Nistal. El virólogo destaca que, en los últimos meses, la comunidad científica y la clínica han sido capaces de estrechar lazos para lograr los mejores tratamientos encaminados a reducir la mortalidad basándose en el prueba-error.

“Los investigadores estamos acostumbrados a plantear hipótesis. En ciencia no se trata de creer, sino de probar. Puedes tener ciertas corazonadas, pero hay que responder muchas preguntas mediante la experimentación antes de aseverar nada. Nuestro trabajo entiende que la equivocación no es un resultado negativo frente a una hipótesis, sino un mal planteamiento de un experimento para responder a dicha hipótesis”.

Demagogia

Nistal se refiere, por ejemplo, a cómo la cloroquina funcionaba en cultivos celulares, pero no en pacientes. Un camino inverso recorrieron los corticoides (como la dexametasona), primero cuestionados en algunas opiniones publicadas por ‘Nature’ por su inefectividad ante el COVID-19, y finalmente utilizados en el tratamiento de la enfermedad. “La actitud de Trump o Bolsonaro, recomendando sin criterio probado determinados remedios no ayuda a configurar una imagen sólida de la ciencia entre la opinión pública. Parece que cambiamos de postura cada día cuando lo que estamos haciendo es nuestro trabajo: investigar hasta evidenciar que algo es verdadero o falso”.

El investigador destaca también que en este tiempo han sido capaces de conocer mejor al virus de manera progresiva. “Cómo se procesa la proteína por superficie, cómo funciona la polimerasa, qué genes se expresan durante la infección para inhibir las defensas celulares frente al virus… En 2021 se publicarán muchas más cosas interesantes relacionadas con lo que aún no sabemos sobre la biología del virus”.

Nuevas variantes, inmunidad y transmisión

Con la campaña de vacunación ganando velocidad, el investigador menciona los resultados de los primeros estudios sobre su efectividad. “En Israel, al menos en las residencias, se han reducido muchos los casos. Hay un pre-print que explica que en los vacunados que se infectan hay un descenso de genomas virales. De lo que no existen evidencias experimentales en ese documento, aunque sería esperable, es de que se produzcan menos virus infectivos en estas personas. La transmisión podría reducirse gracias a la vacunación, pero no sabemos aún cuánto, ya que los resultados en algunos vacunados infectados determinan que el virus aún se consigue replicar”.

Además de la transmisión, la gran pregunta que tienen sobre la mesa los expertos quiere determinar si la vacunación actual es efectiva ante las nuevas variantes; si protege de la enfermedad y la muerte. “Parece que sobre todo la sudafricana y la brasileña escapan algo a los anticuerpos neutralizantes, pero también creemos que la inmunidad que recibimos es mucho más potente y amplia que la derivada de anticuerpos neutralizantes”, dice Estanislao Nistal. “En todo caso, si bien estamos seguros de que los anticuerpos neutralizantes pueden duran por lo menos 8 meses, aunque su cantidad baje, convendría cuantificar también los linfocitos que portamos para luchar contra el virus; cuánto dura la respuesta celular y su memoria en el tiempo, cómo es la capacidad de cada uno para protegerse frente al virus. El Instituto de Salud Carlos III también debería trabajar en ello, no solo en los anticuerpos”.

Escasez de recursos

Pese a que han sido tiempos frenéticos y dramáticos, Estanislao Nistal está satisfecho con la atención que ha recibido la virología, “un campo olvidado” sin lo comparamos con otras disciplinas. “Ojalá todo esto sirva para detectar que hay muchas cosas que cambiar. En Madrid hay dos laboratorios luchando por sacar adelante una vacuna con resultados muy prometedores, pero a nivel preclínico, mientras que la vacuna de los ingleses ya ha llegado al mercado. Es una cuestión de dinero, de gestión y de infraestructuras”.

Nistal admite que los investigadores han contado con dinero público extra, un espejismo vinculado a la pandemia que sigue resultando insuficiente para acometer una investigación con garantías. “Nos vemos obligados a buscar financiación en otros sitios, o a que los investigadores inviertan en el laboratorio parte de su tiempo libre. Sin un plan a medio y largo plazo volveremos al punto de partida. Es necesario un pacto nacional transversal por la investigación”.

Visión multidisciplinar

El virólogo cree además que urge cambiar la dinámica de los centros de investigación en aras de la flexibilidad, lo multidisciplinar y el uso eficiente de los recursos. “No hemos aprovechado las instalaciones y las personas capacitadas y dispuestas a investigar la relación del virus con las patologías cardíacas o con la inmunología, que son esenciales para entender la enfermedad. No nos podemos escudar en que los confinamientos deben de ser restrictivos".

"La comunidad científica", añade, "está para aportar soluciones, no para quedarse con los brazos cruzados. También para poder diagnosticar se ha sido demasiado restrictivo. Nosotros mismos en el CEU San Pablo tenemos aparatos y personal preparados y ofrecidos para el diagnóstico de PCR en los momentos en los que hacía falta, e igual que nosotros muchos centros en España. No pueden decir que no había capacidad, sino que ha faltado coordinación y organización del trabajo, así como una visión global de la enfermedad. La rigidez administrativa en algunos momentos de emergencia nacional no tiene sentido. Espero que sirva como aprendizaje para otros problemas en el futuro”.

Optimismo moderado

“Es lógico que actualmente nos alarme la incidencia. Hay que estar preocupados. Los casos y los fallecidos son miles, pero espero que algo hayamos aprendido de la Navidad antes de la Semana Santa. A partir del verano, la clave estará en cuántos contagiados finalmente ingresen y fallezcan. Seguiremos hablando de nuevos casos, pero muchos menos casos graves, y de menos muertos”, detalla Nistal.

Para mejorar las cosas, el investigador cree que no se trata tanto de vacunar al 70 % de la población -porcentaje ante el que existe cierta unanimidad al relacionarlo con la inmunidad de rebaño- y sí de vacunar al mayor porcentaje posible de los más vulnerables, personas de 80 y 70 años, enfermos de cáncer, inmunodeficientes… “Si llegamos ahí, el impacto será muy grande en la reducción de formas graves de COVID-19. Menos muertes condicionará todo lo demás. Nos plantaremos en el otoño con más vacunados aún y mejores efectos en la incidencia. Seguiremos con mascarilla, distancia y medidas de higiene. Lo bueno es que incrementaremos las relaciones sociales y confío en que volvamos a las clases presenciales o a visitar más tranquilos a nuestra familia”, concluye Estanislao Nistal.

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