Una nueva investigación ha descubierto que percibir el ritmo cardiaco nos permite reconocer el estado emocional de otras personas y actuar en consecuencia. Pero este mecanismo no permite percibir los pensamientos ajenos, sino las emociones. Aprender a sentir el ritmo cardiaco puede ayudar a la gestión de las emociones y mejorar las relaciones sociales.
Una nueva investigación, publicada en la revista Cortex, ha descubierto que las personas que son capaces de percibir su ritmo cardiaco pueden reconocer el estado emocional de otras personas, al mismo tiempo que se desenvuelven mejor en las relaciones sociales, informa la Anglia Ruskin University en un comunicado.
Nuestro organismo posee las así llamadas funciones interoceptivas, que son las sensaciones o estímulos que proceden de los órganos internos y que proporcionan información sobre ellos, por ejemplo cuando sentimos dolor de estómago. Algunas investigaciones señalan que estas funciones están relacionadas con los estados emocionales propios, pero la nueva investigación plantea que la función interoceptiva puede estar relacionada también con la capacidad de comprender las emociones de otras personas.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores desarrollaron un experimento con 72 voluntarios que tenían que estar pendientes de su ritmo cardiaco, sin tomarse el pulso. De esta forma, se pudo medir el nivel de interoceptividad de cada uno de ellos, es decir, su capacidad de percibir las sensaciones o estímulos de órganos internos, en este caso el corazón.
Luego, se proyectaron unos videos de interacciones sociales que ponían a prueba su capacidad para leer la mente de los personajes. Durante el visionado, se les hicieron tres tipos de preguntas sobre lo que estaba pasando en la pantalla. El primer tipo de preguntas era sobre lo que supuestamente estaba pensando un personaje en ese momento. Por ejemplo: ¿Qué está pensando Michel?
El segundo tipo de preguntas era sobre las emociones de los protagonistas. Por ejemplo: ¿cuál es el sentimiento de Sandra? Por último, había un tercer tipo de preguntas, neutras, no relacionadas con lo que pasaba en los vídeos, por ejemplo ¿cuál era el clima esa tarde?, a modo de control.
EMOCIONES, NO PENSAMIENTOS
Lo que descubrió el experimento es que las personas que medían con precisión su ritmo cardiaco podían leer el estado mental de los protagonistas de los videos. Y también algo no menos sorprendente: la función interoceptiva permite comprender mejor a los demás únicamente si las emociones están implicadas en el proceso.
Es decir, si está claro que la capacidad de percibir señales corporales propias está relacionada con la capacidad de percibir las emociones de otras personas, esa relación no se produce en el caso de los pensamientos. Se puede estar atento al ritmo cardiaco propio y percibir las emociones de los demás, pero no sus pensamientos.
Un ejemplo de estos procesos podemos apreciarlo si vemos que una persona es agresiva con otra en el transporte público. En ese momento, la persona agredida aumenta su ritmo cardiaco y un observador puede apreciar que se siente avergonzada. Pero si el observador no es capaz de percibir estas emociones, tendrá mayor dificultad de comprender lo que pasa y de reaccionar adecuadamente.
Shah, Profesor de Psicología de la Universidad Anglia Ruskin, señala al respecto: "parece sencillo, sin embargo, casi no hay evidencia científica del vínculo entre las sensaciones internas y la lectura de la mente. Nuestro estudio muestra los procesos psicológicos involucrados en la lectura de la mente, al tiempo que destaca que las sensaciones internas pueden estar relacionadas con una gama de habilidades y dificultades psicológicas”.
PREPARARSE PARA SENTIR EL CORAZÓN
"Nuestro estudio también sugiere que podría ser posible capacitar a la gente para mejorar su percepción de los latidos cardíacos, y esto podría ayudarle con la gestión de sus emociones y la percepción de las emociones ajenas. Esto sería bueno para la vida cotidiana, ya que una mejor capacidad de interpretar los estados internos de uno mismo y de otros podría conseguir una percepción más precisa de la mente, al mismo tiempo mejorar las interacciones sociales y la calidad de vida en general”.
La capacidad de comprender el estado mental propio y de otras personas se conoce como Teoría de la Mente, una expresión usada en filosofía, psicología y ciencias cognoscitivas y otras ciencias humanas para designar la capacidad de atribuir pensamientos e intenciones a otras personas.
La Teoría de la Mente es la forma en que entendemos los pensamientos y sentimientos que pertenecen a nosotros mismos y a los demás, permitiéndonos predecir y manipular el comportamiento de cada uno.
Es bien sabido que la gente varía en su capacidad de lectura mental. Algunas personas son más capaces de comprender el estado mental de los demás, mientras que las personas con autismo, por ejemplo, tienen dificultades para conseguirlo, lo que significa que a veces experimentan problemas con las interacciones sociales.
Referencia bibliográfica:
From heart to mind: Linking interoception, emotion, and theory of mind. Cortex, 2017.https://doi.org/10.1016/j.cortex.2017.02.010