Este estudio ayuda a comprender el impacto humano en el cambio de la biodiversidad y las consecuencias del proceso de homogeneización en la composición de las comunidades vegetales insulares
Un nuevo estudio publicado recientemente en Nature Ecology and Evolution demuestra que la llegada del ser humano desencadenó, hace 3.000 años, un proceso de homogeneización de la flora de islas de la región biogeográfica de Oceanía, con el consiguiente impacto para sus ecosistemas. El estudio indica también que la complejidad topográfica, y especialmente la altitud, serían factores protectores contra este proceso. La investigación la ha liderado Sandra Nogué, investigadora del CREAF i de la Universitat Autònoma de Barcelona, Nichola Strandberg, de la Universidad de Southampton, y Manuel Steinbauer de la Universidad de Bayreuth. También han colaborado investigadores de Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos.
En el trabajo los investigadores han analizado 5.000 años de tendencias de la vegetación en 13 islas del Pacífico Sur que ocupan un gradiente de 8.300 kilómetros, a partir de registros de polen fósil de 15 yacimientos, y han comparado su composición florística antes y después de que los humanos las colonizaran.
Los resultados indican que la singularidad florística se ha reducido en los últimos 3.000 años en los numerosos grupos insulares que existen en la región, en clara coincidencia con las migraciones humanas y que la vegetación en la mayoría de las islas se vuelve más similar en cuanto esto sucede, en un proceso denominado homogeneización, debido a acciones como la introducción de plantas y animales foráneos, la agricultura o la construcción de asentamientos.
Los humanos de la cultura neolítica lapita fueron los primeros en trasladarse al Pacífico Sur, y lo hicieron en dos etapas. La más importante fue al oeste de Polinesia, Melanesia y Samoa, hace entre 3.500 y 2.800 años. Posteriormente, hace entre 1.000 y 700 años, los humanos se dispersaron hacia el este, al resto de islas como la Polinesia francesa y Rapa Nui, al norte a Hawái y al sur a Aotearoa (Nueva Zelanda). Ninguna isla había sido habitada previamente.
El trabajo muestra también que las zonas más complejas topográficamente y situadas a mayor altitud tienden a mostrar una menor homogeneización florística, porque la dificultad de acceso habría reducido las probabilidades de sufrir el impacto humano.
“Nuestros resultados demuestran que al asentamiento humano inicial fue el principal impulsor de la homogeneización florística. El estudio lo hemos hecho en el Pacífico Sur, pero hay centenares de miles de otras pequeñas islas en todo el mundo para las que puede ser también relevante, porque nos permite comprender mejor el impacto humano en el cambio de la biodiversidad y las consecuencias del proceso de homogeneización en la composición de las comunidades vegetales insulares y en las funciones ecológicas y los servicios que estas prestan”, señala Sandra Nogué.
¿Cuál es el futuro de la flora?
Los investigadores destacan que las tendencias futuras de similitud de la flora en la región estudiada, así como en otros grupos insulares, dependerán de los niveles de modificación continuada de los ecosistemas por el hombre, de las tasas de introducción de especies no autóctonas y de las tasas de extinciones y extirpaciones de especies.
“Es necesario disponer de registros paleoecológicos largos y estandarizados que puedan integrarse con las observaciones ecológicas modernas para comprender plenamente y gestionar eficazmente los ecosistemas insulares modernos”, concluye Nichola Strandberg, investigadora de la Universitat de Southampton y primera autora del artículo.
Referencia bibliográfica: Nichola A. Strandberg, Manuel J. Steinbauer, Anna Walentowitz, William D. Gosling, Patrícia L. Fall, Matiu Prebble, Janelle Stevenson, Janet M. Wilmshurst, David A. Sear, Peter G. Langdon, Mary E. Edwards & Sandra Nogué. Floristic homogenization of South Pacific islands commenced with human arrival. Nat Ecol Evol (2024). https://doi.org/10.1038/s41559-023-02306-3