Dos regiones cerebrales participan en la toma de decisiones
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Dos regiones cerebrales participan en la toma de decisiones

Las decisiones que tomamos cada día son el resultado de un compromiso entre dos regiones cerebrales que valoran las ventajas posibles y el esfuerzo mental necesario para la elección final.

Una investigación desarrollada en el Instituto Tecnológico de California (Caltech) ha descubierto que dos zonas del cerebro están claramente implicadas en la toma de decisiones: el cuerpo estriado y el córtex del cíngulo anterior. Los resultados han sido publicados en la revista Nature Human Behaviour.

Cada elección que tomamos es el resultado de una interacción entre estas dos zonas del cerebro y de un compromiso entre la recompensa potencial que podemos obtener de ella, y el esfuerzo mental necesario para evaluar las opciones posibles.

El cuerpo estriado está constituido por un grupo de estructuras que forman parte de los ganglios basales, implicados en una serie de funciones como la regulación de los movimientos intencionales y automáticos, así como en el aprendizaje y la planificación.

El córtex del cíngulo anterior está implicado en una serie de funciones autónomas como regular el ritmo cardiaco, pero también en ciertas actividades cognitivas racionales, entre ellas la toma de decisiones.

El proceso de toma de decisiones ha sido ampliamente estudiado hasta ahora, aunque básicamente desde la perspectiva del comportamiento. La nueva investigación ha profundizado en los mecanismos neuronales que participan en este proceso y desvelado parte de sus misterios.

Particularmente esta investigación se ha centrado en un episodio cotidiano y frecuente de toma de decisiones, que ocurre cuando tenemos demasiadas opciones sobre las que elegir y nos sentimos abrumados: hay muchas mermeladas en el estante del supermercado. ¿Cuál me gustará más o es más sana?

Los investigadores se valieron de la imagen por resonancia magnética funcional (IRMf), que muestra imágenes de las regiones cerebrales activas al ejecutar una tarea, mientras una serie de voluntarios debían tomar una decisión sobre diferentes opciones.

DEMASIADAS OPCIONES, MALO

Los voluntarios tenían que decidir, sobre una muestra de tazas diferentes presentadas en una pantalla de ordenador, cuáles querían imprimir. Unos voluntarios tenían la opción de elegir entre 6 tazas, otros entre 12 tazas y un tercer grupo entre 24 tazas. Durante este proceso de toma de decisiones, su actividad cerebral era observada a través de IRMf.

Fue así como los investigadores descubrieron las zonas cerebrales que se activan al tomar una decisión: en el córtex del cíngulo anterior se sopesan las diferentes opciones, en función de las ventajas potenciales de cada una, mientras que el cuerpo estriado determina el valor de las diferentes posibilidades.

Además, los científicos descubrieron que la actividad cerebral en ambas regiones era mayor en los voluntarios que tenían que decidir entre 12 opciones, frente a los que debían pronunciarse sobre 24 o 6 posibilidades. El cerebro prefiere elegir entre 8 y 15 opciones.

En consecuencia, los científicos consideran que en la misma medida que aumenta el número de opciones, crece también la recompensa potencial y el esfuerzo mental para analizar todas las posibilidades.

La decisión final se produce cuando se alcanza una especie de compromiso entre la recompensa potencial que puede obtenerse y el esfuerzo mental necesario para la opción.

DOS CARAS

Sin embargo, aunque la recompensa aumenta a medida que crecen las opciones, también disminuye en la misma medida en que se multiplican las posibilidades: cuando vemos demasiadas mermeladas, el esfuerzo mental necesario para seleccionar la más adecuada no compensa, ya que la diferencia entre una y otra tiende a desaparecer entre tanta oferta.

Colin Camerer, uno de los investigadores, explica en un comunicado que "la actividad del cerebro es probablemente el resultado de la interacción del cuerpo estriado y del córtex del cíngulo anterior, con la finalidad de establecer la diferencia entre la recompensa potencial y la cantidad de trabajo que el cerebro debe realizar para evaluar todas las opciones".

Por lo tanto, en número ideal de opciones varía en función de la recompensa, de la dificultad de evaluar estas opciones y de las características de cada persona. Combinando todos estos factores, lo mejor por tanto es ofrecer entre 8 y 15 mermeladas.

La explicación de por qué, a pesar de estas evidencias, los supermercados nos abruman con tantas mermeladas, es porque los clientes se sienten mejor cuando tienen muchas opciones, y obvian la frustración que supone marcharse siempre con la duda de si ha sido la mejor compra. La sobrecarga de opciones puede tener, por tanto, consecuencias graves, concluye Camerer.


Referencia bibliográfica:

Elena Reutskaja et al. 2018. Choice overload reduces neural signatures of choice set value in dorsal striatum and anterior cingulate cortex. Nature Human Behaviour. DOI: 10.1038/s41562-018-0440-2

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