VENTURAS Y DESVENTURAS DE UN CONCEPTO<br>
Reseña realizada por Emmánuel Lizcano<br>
UNED
No sólo los pájaros y las personas emigran. También lo hacen las palabras y, con ellas, los conceptos. Y también, como aquéllos, en sus desplazamientos por el tiempo y el espacio, se adaptan a sus nuevas ubicaciones, abandonan algunos de sus antiguos hábitos y conservan otros, engendran en sus lugares de acogida... La constancia de los significados es una ilusión, tan útil como engañosa. La metáfora es la brújula que nos permite orientarnos en este trasiego de los significados sorteando los cantos de sirena de unos conceptos que se quisieran claros y distintos, universales y eternos.
En este espíritu, González García persigue, como un primoroso ornitólogo, los rastros dejados por los vuelos de la Fortuna en nuestra historia cultural. Para ello se ha pertrechado con un poderoso material de observación, que incluye desde Ricoeur, Blumenberg o Lakoff y Johnson, para seguir las pistas dejadas en el lenguaje por sus diversas migraciones, hasta Warburg o Panofsky para atender sus huellas impresas en lienzos, frescos y grabados. Con los avatares icónicos de la Fortuna, en forma de Rueda, Ocasión o Nave, arranca este estudio, para adentrarse después en alguna de sus manifestaciones literarias, filosóficas, políticas y sociológicas, hasta llegar a las formas más secularizadas -azar, arbitrariedad, riesgo o suerte- que llega a adoptar en nuestros días. Evidentemente, el tema es demasiado amplio para agotarse en un solo libro, pero el autor tiene el acierto de seleccionar momentos, obras y figuras que son hitos claves en la biografía de la diosa, así como el de ir enhebrando, en cada caso, expresiones plásticas, literarias y filosóficas en un tapiz denso en sugerencias y de atractivo colorido.
Así ocurre con el magnífico capítulo dedicado a perseguir a Fortuna por la literatura española y, en particular, en Baltasar Gracián, al que acaso no haga justicia interpretar según las claves que Norbert Elias conjetura para la cultura cortesana centroeuropea, pero sí es un acierto acercar a nuestra sensibilidad actual, tan próxima en tantos aspectos a la gracianiana (desde la preferencia por la vitalidad de la metáfora a la inercia del concepto, hasta su atención a ficciones y representaciones como formas de realidad).
La segunda parte del estudio se centra en alguno de los tratamientos modernos que ha venido recibiendo la Fortuna, aunque sus supuestas secularización y desmitificación, en términos de 'sociedad del riesgo' o 'matematización del azar', acaso no sean sino otras de las máscaras bajo las que la vieja y artera diosa gusta encubrirse, como el propio autor postula siguiendo la estela de un Max Weber a quien conoce a fondo, pues alguna de sus principales metáforas -como las procedentes de Kafka o de Goethe- ya había sido objeto de su atención en obras anteriores. Aquí será la imbricación de lo azaroso del amor y del destino en la obra del sociólogo alemán la que se considere en oposición al proceso de racionalización, que con tanta maestría acertó a caracterizar. También es esta oposición a los comportamientos racionales la que nos presenta a Fortuna emergiendo en la obra de Elster bajo la paradójica forma de una irracionalidad racional, cuando la razón decide abandonar a la suerte una decisión para la que no encuentra argumentos suficientes.
Además del tratamiento por Beck y Giddens de la idea actual de 'riesgo' como "una versión secularizada y moderna de la vieja diosa Fortuna venerada por los antiguos" (p. 391), es bien ilustrativa la presentación de los encuentros y desencuentros entre sociología e iconografía a este respecto, ejemplificados en las sucesivas parejas formadas por Alfred Weber y Aby Warburg, Mannheim y Panofsky, y Elias y los discípulo de Panofsky. De ello deduce el interés que para la sociología tiene el extender su mirada hacia el mundo de las imágenes, extensión de la que el propio texto que nos ocupa ofrece espléndidos ejemplos.
Este ensayo pone así en marcha, en un caso concreto como es éste de la suerte o fortuna, un programa de investigación que el autor ya había delineado en sus Metáforas del poder, donde el análisis de las metáforas que pueblan ciertos textos clásicos del pensamiento político (Maquiavelo, Hobbes, Kant...) sacaba a la luz implicaciones y presupuestos que escaparon por completo al control consciente de sus autores.
Pero, junto a la multitud de sugerencias explícitas en este ensayo, una de sus virtudes latentes está en las derivaciones, bifurcaciones, e incluso posibles refutaciones que es capaz de inspirar. Sin abandonar ese fructífero método de análisis metafórico, más aún, refinándolo todavía algo más, ¿no podrían apreciarse, bajo las reiteradas mutaciones históricas de la diosa Fortuna, rupturas decisivas entre unas épocas y otras, entre unas culturas y otras? ¿No introduce el moderno tratamiento de la 'sociedad del riesgo' un elemento de culpa que era por completo ajeno a sus avatares clásicos? ¿No tiene la actual sacralización estadística del azar un componente político -o bio-político- imposible de emerger en sociedades que no estaban integradas por poblaciones de individuos? ¿No pierde su olímpica universalidad el antagonismo entre razón y sinrazón, entre Sabiduría y Fortuna, cuando las metáforas en que se expresan otras formas de racionalidad -como, por ejemplo, la taoísta- hacen de la imprevisión y la paradoja las formas de conducta y de pensamiento que adornan al sabio? No cabe la menor duda de que estamos ante una obra que enseña a pensar -y, sobre todo, a repensar- tantas cosas que creíamos saber y que, por consabidas, habíamos dado por sentadas con demasiado apresuramiento. La mirada metafórica de González García vuelve a ponerlas de pie.