La Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos alberga en su seno una colección de máquinas e instrumentos pertenecientes al ingeniero Leonardo Torres Quevedo (1852-1936). La colección consta tanto del material utilizado por Torres Quevedo en sus investigaciones y desarrollos técnicos, como algunos prototipos de sus ingenios electromecánicos. Junto a estos aparatos se muestran planos y esquemas originales que explican el funcionamiento de los artificios expuestos. El fondo del Museo lo integran máquinas matemáticas de carácter analógico, los prototipos de ajedrecistas y algunas maquetas, entre ellas la del trasbordador instalado sobre las cataratas del Niágara.
Vista general del Museo "Torres Quevedo"
Los ingenios matemáticos construidos por Torres Quevedo, como el resto de los analógicos de la época, utilizan procesos físicos (rotaciones, potenciales, corrientes eléctricas) para obtener una solución matemática. La idea abstracta inherente a un cálculo matemático concreto se transforma en una manifestación física, cuyo resultado solventa el problema matemático. Utilizando estos sistemas analógicos, Torres Quevedo elaboró un buen número de máquinas; algunas de ellas, una calculadora algebraica y un aparato para la resolución de ecuaciones de segundo grado, se custodian en este Museo.
Máquinas de cálculo. Vista general (izquierda) y detalle (derecha)
Los husillos sin fin son parte esencial del mecanismo de estas máquinas calculadoras; figuran unidos a un árbol de transmisión y su morfología permite trasladar, de forma diferencial, el movimiento a los siguientes eslabones unidos por el árbol.
Husillo sin fin
Los autómatas ajedrecistas, de los que el Museo guarda los dos prototipos desarrollados por su autor, son máquinas electromecánicas capaces de responder a situaciones particulares del juego (en ambas, la máquina juega con el rey y torre blancos, y el contrincante con el rey negro). La base teórica sobre la que descansan los autómatas el principio sobre sistemas de conmutación enunciados por el propio Torres Quevedo. El movimiento de las piezas blancas está en función de la pieza negra; la base del rey negro es conductora, al situarse sobre cualquier casilla cierra dos circuitos que mueven sendas correderas (horizontal y vertical). Las posiciones del rey y torre blancos se definen mediante sus propios pares de correderas. Cuando el rey negro se mueve una posición, las correderas correspondientes se accionan; mediante un sistema de contactos las piezas blancas ocupan las casillas que les marca la estrategia del juego. Las piezas blancas llevan unas pequeñas bolas de acero, movidas por electroimanes (situados debajo del tablero) que se activan en función del movimiento que ejecuta el rey negro.
Primer prototipo de ajedrecista
El primer ajedrecista fue construido hacia 1912 y presentado en París dos años después. El segundo prototipo se diseñó en 1920. Estas dos familias de máquinas, las de cálculo y los autómatas ajedrecistas, son consecuencia material de una línea de investigación a la que este ingeniero dedicó sus esfuerzos intelectuales en el tránsito de los siglos XIX al XX.
Vista general y detalle del segundo prototipo de ajedrecista
Otro de los autómatas desarrollados por Torres Quevedo fue el telekino, presentado en la Academia de Ciencias de París en 1903 y objeto de patente en España (números 31918 y 33041) y en otros países (Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos). El telekino es un autómata que ejecuta órdenes transmitidas, a distancia, mediante telegrafía sin hilos y gobierna un dispositivo mecánico. Este aparato tiene utilidad tanto para uso civil, como militar; en los primeros años del siglo XX se realizaron pruebas para valorar su posible aplicación al direccionamiento de torpedos y otros explosivos.
Vista general y detalle del telekino
Desde los inicios de su trayectoria profesional, Torres Quevedo se ocupó del diseño de teleféricos y trasbordadores. En 1887 registró su primera patente (nº 7348) sobre "Un sistema de camino funicular aéreo de alambres múltiples", en el que la guía y tracción se realiza a través de un sistema de cables cuya tensión es independiente de la carga transportada, ganando así el conjunto estabilidad y seguridad. El más famoso de estos transbordadores, aún en funcionamiento, es el funicular del Niágara, construido entre 1915 y 1916, en la línea fronteriza entre Canadá y Estados Unidos, por la compañía "Niagara Spanish Aerocar Co", empresa de capital español constituida, expresamente para este fin, en Canadá.
Maqueta del transbordador funicular sobre el Niágara
Transbordador sobre el Niágara en funcionamiento: vista actual (izquierda) e instantánea de los años 1920 (derecha)
Además de estos prototipos, fruto de su investigación personal, Leonardo Torres Quevedo desarrolló otros instrumentos técnicos específicamente diseñados para las necesidades de investigación de laboratorios españoles.
Microtomo panorgánico diseñado en el Laboratorio de Automática
Entre ellos figuran los micrótomos panorgánicos de congelación (del que hay un magnífico ejemplar en el Museo), especialmente diseñados para obtener secciones de centros nerviosos. Además de estos aparatos mecánicos, se realizaron otros, electromecánicos, también empleados en la investigación española de comienzos del XX, como el 'estalagmógrafo', pensado para medir el goteo de un conducto (una vena o arteria) en un intervalo de tiempo; este aparato fue desarrollado a instancia de Juan Negrín para su uso en el Laboratorio de Fisiología de la Residencia de Estudiantes.