La <a href="http://www.estacionespacial.com/" title="Estación Espacial Internacional" alt="Estación Espacial Internacional" target="_blank">Estación Espacial Internacional</a> (ISS, por sus siglas en inglés) se está utilizando para comprobar cuánta comida se necesitará cuando una nave viaje a la Luna, Marte o más allá. Mediante el seguimiento de la energía consumida por los astronautas, los investigadores pueden contar las calorías que un humano necesitará para estos largos viajes.
Para calcular el gasto total de energía, es necesario realizar numerosas mediciones a lo largo de diez días. El astronauta de la ESA (Agencia Espacial Europea) Paolo Nespoli, que viajará a la ISS a finales de este mes, será el último de los diez sujetos necesarios para el estudio.
A primera hora de la mañana, Paolo se colocará una máscara respiratoria para medir los niveles de dióxido de carbono que produce y la cantidad de oxígeno que consume. Con estos datos, los investigadores podrán calcular cuánta energía gasta el cuerpo humano para mantener las funciones básicas en estado de reposo. Antes del desayuno, beberá una dosis de agua con oligoelementos. Al comprobar cuántos se eliminan a lo largo del tiempo mediante la orina recogida, se podrá calcular el gasto total de energía.
Paolo ingerirá un desayuno normalizado y empleará la máscara durante cuatro horas. De esta forma se podrá medir cuánta energía se consume al digerir, procesar y almacenar el alimento. El último paso será calcular cuánta energía se gasta en la actividad física. A lo largo de diez días, Paolo llevará un sensor en el brazo para registrar el tiempo y la intensidad de diferentes actividades. Al analizar las distintas mediciones, los investigadores podrán calcular el gasto total de energía, de forma que las comidas puedan adaptarse a los niveles de energía de los astronautas y se pueda garantizar que no reciben menos nutrientes de los que necesitan.
La comparación con las mediciones realizadas antes y después del vuelo también permitirá ver cómo la ingravidez afecta al peso. Es bien sabido que los astronautas que desarrollan misiones largas en órbitas bajas pierden peso, pero no está claro cuáles son las causas. Comprender el metabolismo en relación con la actividad física en ausencia de gravedad puede dar claves sobre los distintos procesos y arrojar luz sobre cuál es la mejor forma de alimentar a los humanos en misiones en el espacio profundo.
Pero contar calorías en el espacio también va a ayudarnos en la Tierra: entender el balance energético con relación a la dieta y a la actividad permitirá mejorar los cuidados de los pacientes que guardan cama.