La industria del azúcar financió durante décadas estudios que minimizasen sus efectos adversos sobre la salud
Lo cuenta Santiago Roura Ferrer, profesor asociado de la Facultad de Medicina de la Universitat de Vic, en este artículo en The Conversation. Con la colaboración subrepticia de científicos a sueldo, se consiguió durante años desviar la atención pública de los efectos nocivos del azúcar en el sistema vascular y los dientes.
Cuando hay billetes de por medio, la transparencia es clave. Como dice en el artículo: “Aunque es totalmente lícito que se reciba dinero u honorarios de, por ejemplo, una empresa farmacéutica interesada en algún producto o aspecto relacionado con la investigación, se debe señalar toda relación existente. Hacerlo salvaguarda la honorabilidad y objetividad de los autores del estudio. Además de que se preserva la integridad científica y el valor o impacto de la investigación.”